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El activismo mapuche supracomunitario conformado por organizaciones autónomas no insertas en otras estructuras como sindicatos o partidos políticos comenzó a emerger en Argentina a fines de la década del ochenta en el marco del movimiento de defensa de los Derechos Humanos y se consolidó públicamente a principios de la década del noventa alrededor de los contra-festejos de los 500 años de la llegada de Colón a América. A partir del año 2001 comenzó a aparecer en el movimiento mapuche un planteo marcado generacionalmente (Kropff 2005a). El planteo de los autodenominados jóvenes introduce un horizonte heterogéneo de discursos y prácticas en la arena política. Lo que estas prácticas y discursos comparten es el énfasis en dos clivajes combinados: el étnico y el etario. El campo de los estudios étnicos en antropología social ha contribuido a la desnaturalización de la etnicidad y al análisis crítico de sus contextos de emergencia. Asimismo, las prácticas discursivas y performativas de las organizaciones mapuche han sido (y son) altamente reflexivas en torno a lo que significa la identidad mapuche (Briones, 1999; Delrio y Ramos, 2005). Incluso hay diferencias entre perspectivas de distintas organizaciones que llevan a un diálogo que contribuye con la desnaturalización de las definiciones (Kropff, 2005b). Sin embargo, la cuestión etaria sigue siendo considerada como un dato de la realidad. Es la posición en tanto joven lo que legitima a la nueva generación para establecer una postura con respecto a la definición de la identidad étnica (Kropff, 2004). En esta ponencia el objetivo es hacer un primer abordaje al análisis de las prácticas de articulación etaria, recuperando los aportes teóricos de la antropología clásica y del campo de los estudios étnicos. Tomando como ejemplo el caso mapuche, la idea es aportar a la formulación de un marco teórico que permita el abordaje del modo en que opera el clivaje etario en otros casos.

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