UE-CISOR   25749
UNIDAD EJECUTORA EN CIENCIAS SOCIALES REGIONALES Y HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
El humanismo filosófico en Tucumán desde la figura icónica de algunos de sus pensadores
Autor/es:
ELÍAS GLORIA SILVANA; JOSÉ GUZZI; LEONARDO GUSTAVO CARABAJAL
Reunión:
Congreso; Congreso Internacional Educación y Política en el camino hacia un Nuevo Humanismo; 2019
Institución organizadora:
Facultad de Filosofía y Letras. UNT
Resumen:
Con motivo de celebrar los 80 años de nuestra querida casa de estudios, en la que nos formamos como docentes y nos forjamos como intelectuales, y a raíz de la propuesta temática que tiene el congreso, esto es, pensar en nuevos humanismos, es que hemos creído propicio poder reflexionar sobre los trayectos humanistas que ha tenido nuestra provincia. Como es sabido, el humanismo ha sido considerado un símbolo del universo europeo -más precisamente, grecolatino-, cuyo desarrollo fue tal que logró echar raíces en América, aunque pocas veces tales raíces hayan sido tomadas como objeto de reflexión. Es considerado una corriente filosófica y artística con un marcado antropocentrismo, cuyo fin consistió en exaltar el valor universal de la dignidad humana. El término Humanismus fue usado por primera vez por Niethammer a principios del siglo XIX. Sin embargo, existen antecedentes más remotos de palabras que guardan una estrecha cercanía con el concepto de dignidad humana. Un claro ejemplo de esto consiste en la relación que guarda la educación como paideia con el significado del cosmos griego. Para Jaeger, el espíritu del pueblo griego se plasmaba en la paideia, representada por los poetas, músicos, filósofos, retóricos y oradores, todos aquellos hombres de estado. La educación implicaba la ilustración de los jóvenes con la palabra, el ritmo y la armonía buscando el equilibrio de las fuerzas formadoras del alma. El logos universal capaz de mentar la esencia de todas las cosas se transformaba en ideal autoconciente de educación y, dicha autoconciencia, se plasmaba en un objetivo: esculpir el alma a partir de la imagen de un cosmos perfecto.Dado ello, nos proponemos analizar la presencia de dicho movimiento en nuestro continente, para ver cuáles elementos han sido aportes de nuestro locus, como novedad al movimiento del viejo mundo. Para lograr tal propósito, creemos oportuno poder recuperar la figura de tres filósofos tucumanos, a saber: en la primera mitad del siglo XX, la figura de Alberto Rougès quien, encarnando una propuesta humanista y teniendo una presencia fundamental en los albores de la creación de la UNT, se alza en contra de una sociedad materialista para optar por una realidad intrínsecamente espiritual, capaz de propiciar relaciones intersubjetivas en las que cada sujeto sea responsable del otro. En la segunda mitad del siglo XX y lo que va del siglo XXI, queremos recuperar a dos humanistas exquisitos: Samuel Schkolnik, quien en su reflexión por la ética y el sentido de la vida hizo de sus clases y de los textos que cristalizaron sus ideas, un espacio de belleza filosófica exquisita; y Gaspar Risco Fernández, quien ha concentrado toda su formación filosófica en el estudio de la cultura del noroeste, sus principios, sus costumbres, sus proyectos. En el caso de Gaspar Risco, tal estudio ha sido conformado desde su principal maestro, Santo Tomás de Aquino, realizando un invalorable aporte para nuestra cultura al traducir las Quaestiones Disputatae ?De Veritae?, del latín al castellano.Es central, como llave de acceso en la comprensión del pensamiento de Rougès, aclarar su concepción sobre lo real y su postura con respecto a la división diltheana referida a las ciencias del espíritu y las ciencias de la naturaleza. En su ensayo Educación y tradición, que publicara en 1938, Rougès demuestra su desazón al comparar los diversos fenómenos culturales -positivismo y espiritualismo- y las opuestas escalas de valores que estos sostenían. Positivismo versus Espiritualismo, ?tener más? frente a ?ser más?. De ahí la apuesta esperanzadora de Rougès por los jóvenes, quienes, a partir de la educación, pudieran rebelarse frente al mercantilismo tecnocrático. El objeto de las reflexiones y publicaciones de Samuel Schkolnik justifican el mote de ?ecléctico? que le dimos a su humanismo; humanismo representado en la pasión por discutir y enseñar, sobre todo, en las escolladeras de las aulas. Pero que, además, tuvo el valor de llevar a la práctica fuera de los claustros académicos, de los que incluso llegó, en parte, a renegar. Eclecticismo que supuso un abordaje diverso de temáticas sumamente variadas: desde la problemática ética de la justicia, al lugar de Dios y la defensa del agnosticismo; desde los diferentes usos del lenguaje a la preocupación por los fenómenos sociales; desde la reflexión sobre las posiciones políticas de izquierda y derecha, a las categorías estéticas en la literatura; del tratamiento filosófico del tiempo a la tensión humana de la razón y las pasiones; de la mirada irónica sobre el humor y la envidia, a las bondades de la mortadela. Todas preocupaciones que fueron objeto de sagaz indagación crítica, de deconstrucción honesta y de una fina originalidad en su tratamiento. Para Schkolnik, dedicarse a la filosofía supone un padecer, que sólo vale la pena si, a partir de ella, uno es capaz de tomarse con seriedad, la cuestión del preguntar.Por su parte, Gaspar Risco es un humanista cristiano que ha intentado, desde una óptica tomasiana, explicar qué sea la realidad espiritual que intentan comprender las humanidades. Su tarea ha consistido en la experiencia directa de la comprensión y traducción de los textos latinos de Tomás de Aquino, tratando de pensar, desde el universo de sentido creacionista, la condición existencial del hombre en relación con la cultura en su región particular. Su propuesta humanista se centra en buscar el camino para la trascendencia humana, pues el hombre como ser encarnado si bien tiende al deterioro entrópico -dirá Risco-, sin embargo, en tanto espíritu es capaz de trascendencia para sí y para los demás.