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El objetivo del capítulo es analizar la matriz que la recepción de la ciencia adoptó en la Argentina de fines del siglo XIX. En el período estudiado, el modelo aludido plasmó en un formato que amalgamaba las actividades científicas con las de la docencia superior y su principal protagonista fue el profesor universitario europeo contratado por el Estado, para desempeñar una cátedra en las casas de altos estudios locales. Estos docentes tendrían a su cargo el dictado de la materia y, durante el receso escolar, la exploración del territorio, actividad a través de la cual reprodujeron en nuestro medio las prácticas de las ciencias europeas. Uno de los interrogantes que se propone responder corresponde a si tal proceso fue la mera repetición de prácticas transplantadas o si a lo largo de él se produjeron adaptaciones que le dieron un carácter singular. Asimismo y en relación al desarrollo de ese proceso, es importante interrogarse acerca de cuáles prácticas tuvieron un desenvolvimiento mayor y en relación a qué proyectos se consolidaron. De igual modo, resultaba significativo preguntarse sobre las innovaciones más significativas y qué consecuencias tuvieron para la producción de las disciplinas que experimentaron un mayor despliegue durante los años indagados.

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