CONICET | Buscador de Institutos y Recursos Humanos

La montaña es un símbolo formal que ha mantenido su vitalidad a lo largo de los siglos, como metáfora de elevación espiritual. La sacralidad de la montaña lleva el nombre de Sinaí, para los judíos; Tabor y Gólgota, para los cristianos; Olimpo, para los griegos; Kaf, para los musulmanes; Meru, para los hindúes y Kailás para los budistas tibetanos. Ningún símbolo es tan universal a la hora de encarnar lo místico y lo trascendente. Pilar del Cielo, eje del mundo, morada de los dioses, enclave de revelación y divinidad personificada. Desde sus orígenes, la humanidad ha visto en las cumbres el halo más palpable de lo sobrenatural. La montaña, en su carácter de lugar sagrado, tiene capacidad simbólica de vincular al Cielo con la tierra; de producir una ruptura en el mundo profano y constituirse en una abertura hacia el mundo sobrenatural. Su dimensión de verticalidad evoca la Trascendencia y la roca que la conforma connota la permanencia imperturbable que desafía el paso del tiempo. En este capítulo se exploran los ejes de la sacralidad de las montañas en el mundo andino, en base a referencias históricas y etnográficas que evidencian la continuidad existente en las creencias y ritos que relacionan a la montaña andina con los ancestros y la fertilidad, haciendo de ella escenario de peregrinación religiosa e iniciación sacerdotal. La aplicación del modelo conceptual de los aspectos fascinantes y tremendos del numen a la realidad de la montaña andina procura ampliar la comprensión hacia posibles móviles ascéticos de las ascensiones andinísticas prehispánicas. El propósito de esta exposición es abrir una pequeña ventana al sustrato de la cosmovisión andina y su tradicional simbología en torno a la montaña sagrada, para favorecer la comprensión de la importancia de los nevados y volcanes como escenarios y destinatarios del culto en tiempos de los incas.

enviar mensaje