INVESTIGADORES
LIDA Miranda
congresos y reuniones científicas
Título:
El catolicismo argentino y la recepción de la carta del cardenal Ottaviani. Una lectura desde América Latina
Autor/es:
LIDA, MIRANDA
Lugar:
Lyon
Reunión:
Congreso; Renouveau conciliaire et crise doctrinale. Rome et les Églises nationales (1966-1968); 2016
Institución organizadora:
Laboratoire de Recherche Historique Rhone Alpes- LARHRA
Resumen:
Semper Idem fue el lema del escudo episcopal del cardenal italiano Alfredo Ottaviani; para los años sesenta, esa fórmula habrá de convertirse en toda una declaración de principios. Ottaviani se identificó con una consigna que transmitía una imagen de la Iglesia Católica inmutable y ahistórica, en una decisión cargada de consecuencias. Consagrado cardenal en 1953, por el papa Pío XII, Ottaviani ocupó importantes puestos en la curia romana, desde donde maniobró para resistir los embates más radicales provenientes del ímpetu reformista y renovador del Concilio Vaticano II. De hecho, cuando en 1959, el papa Juan XXIII anunció la celebración de un nuevo concilio ecuménico, rápidamente la noticia despertó enormes expectativas en todo el orbe católico (incluso entre los no católicos fue bien recibida). Se esperaba que los cambios que la posguerra había traído en Occidente se vieran reflejados en la Iglesia, que no tardaría en adoptar todos los rasgos que, más tarde, se conocerían bajo el adjetivo postconciliar: un clero más cercano a la voz y al sentir de los fieles, más sensible a los problemas de la gente común ?más "en el mundo"? y un catolicismo más dispuesto al diálogo con otras confesiones e ideologías, sin tantas rigideces disciplinares como antaño. No obstante, próximo al tradicionalista Marcel Lefebvre, Ottaviani no sólo polemizó en las sesiones del Concilio frente a los obispos renovadores, sino que además hizo uso de su lugar en la curia ?era pro prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el remozado nombre que en 1965 recibió de Paulo VI el Santo Oficio, el antiguo tribunal de la Inquisición? para presionar sobre la Iglesia universal en pos de evitar desviaciones en la "correcta" interpretación del Concilio Vaticano II, como se puede advertir a través de su carta del 24 de julio de 1966, distribuida urbi et orbi a las conferencias episcopales católicas, donde se pedía "colaboración" para evitar tales errores.