IGEHCS   24394
INSTITUTO DE GEOGRAFIA, HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Naturaleza y deconstrucción de la dependencia
Autor/es:
ANAMARÍA FERNÁNDEZ EQUIZA
Lugar:
Bariloche
Reunión:
Jornada; IX Jornadas de Economía Ecológica; 2019
Institución organizadora:
Universidad Nacional de Rio Negro. Sede Andina- Asociación Argentino-Uruguaya de Economía Ecológica-Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (UNRN-CONICET)
Resumen:
NATURALEZA Y DECONSTRUCCIÓN DE LA DEPENDENCIA EN AMÉRICA LATINA Dra. Ana María Fernández - Facultad de Ciencias Humanas- UNICEN-IGEHCS(CONICET/UNCPBA)Antes de que llegara Colón a nuestro continente, diversos pueblos originarios vivían aquí con sus formas de organización social y productiva, pluralidad de culturas y de saberes. La conquista de América significó para muchos autores el inicio de la economía mundo. La codicia de oro y plata, divisas de la época, motorizó la colonización. Modelo Potosí.Luego de las declaraciones de independencia, fueron las estructuras del libre comercio las que sostuvieron el intercambio desigual por el cual América Latina proveyó a los centros de materias primas y minerales, producidas con trabajo mal pago. A cambio, recibía las divisas necesarias para comprarles sus productos industriales y pagarles las utilidades y préstamos que permitieron construir la infraestructura necesaria para usufructuar nuestros territorios. Los excedentes europeos de bienes, personas y capitales pusieron a los territorios de América Latina dentro del círculo de la economía internacional, proveyendo alimentos baratos para poder disminuir sus salarios y consolidar su competitividad. Fluidez en divisas y países ricos con gente pobre. Modelo granero del mundoA mediados de siglo XX, el desarrollismo demostró que la especialización primaria aumenta la desigualdad, que ningún país se desarrolla apelando a la venta de recursos naturales. Así, imaginó caminos propios para llegar al mismo lugar: su ideal de desarrollo se mira en el espejo de los centros. Valorando los intentos podemos volver a preguntar ¿Qué es independencia? ¿De qué? No sólo de otros países y de las corporaciones, también de las ideas que colonizan nuestras formas de pensar un proyecto hacia el futuro.Hoy, los resultados sociales y ambientales de los modelos de desarrollo de los países centrales muestran inestabilidad, destrucción de capacidad de carga planetaria, exclusión y concentración de la riqueza reproducida por el secuestro democrático, una cooptación de los sistemas de representación por parte de las elites. En la economía mundo actual, niños mueren en las minas de África manejadas por transnacionales, naufragan en balsas de inmigrantes, reciben bombas sobre sus cabezas y son obligados a caminar hacia un mundo que les cierra las puertas. Cosen zapatillas y levantan las cosechas que las transnacionales venden. Millones viven en los barrios segregados de las ciudades dominadas por el mercado inmobiliario. La brutalidad y la crisis humanitaria no son la excepción sino el resultado de un sistema que se pretende como el referente en términos de desarrollo. Así, la inserción internacional de nuestro país no puede ser la mera integración acrítica al mundo.Las nociones de progreso y desarrollo imitativas de los centros que predominan en nuestro imaginario social y personal son autodestructivas y antidemocráticas pues están basadas, producen y se retroalimentan del aumento de la desigualdad social y ambiental. Por eso, pensar la independencia en el siglo XXI es no sólo pensar como nos insertamos en el mundo sino como lo transformamos.Deconstruir la dependencia no sólo requiere la lucha con los poderes fácticos externos e internos que defienden el status quo que los beneficia. Requiere un proyecto alternativo, orientado estratégicamente de acuerdo a un modelo propio. En este sentido, no se trata de elegir un camino distinto para llegar al mismo lugar sino de elegir adónde queremos ir, cómo queremos vivir y de qué manera nos organizamos para lograrlo. La autodeterminación de los pueblos es lo que construye independencia. Independencia es una construcción social, cultural y política, no exclusivamente económica, y supone una fuerte disputa con quienes reproducen y amplian su poder consolidando la dependencia. NO HAY INDEPENDENCIA SIN NATURALEZALa competencia y la búsqueda de un aumento ilimitado de la productividad como motores de la economía llevan inexorablemente a un aumento del ritmo de extracción de recursos y devolución de residuos que vulnera los ritmos de la naturaleza. Y ese crecimiento de la productividad, lejos de significar un menor sacrificio para los trabajadores y menos horas de trabajo, implica la destrucción de empleo, la intensificación del trabajo para quienes lo tienen y la incertidumbre y la precariedad para los ciudadanos que van siendo excluidos o incluidos marginal y precariamente.Al mismo tiempo, la apropiación privada de medios de producción y el creciente cercamiento de bienes comunes por parte de los sectores más concentrados y transnacionalizados recorta los medios disponibles por fuera del mercado de trabajo, imprescindibles para sostener experiencias de autogestión. La apropiación de tierras, el patentamiento (desde semillas hasta diseños de bordados ascentrales, pasando por conocimientos generados con esfuerzo público) la privatización de servicios públicos, son algunos de los ejemplos de desposesión de factores de producción.Los marcos jurídicos reformados a favor del capital, dificultan la producción para la independencia. Basten como ejemplos las dificultades para la recuperación efectiva de fábricas, la creación y sostenimiento de pymes, la financiación genuina de proyectos productivos orientados a satisfacer necesidades reales o los obstáculos a la gestión estatal o cooperativa en muchos sectores, los impedimentos al control de condiciones laborales y ambientales para grandes empresas y/o a las condiciones de oligopolización. El neoliberalismo es una maquinaria de desindustrialización y privatización de nuestros recursos y un proceso permanente de concentración.América Latina, para la economía mundo actual es un conjunto de espacios donde obtener mano de obra formada presionada al abaratamiento, ambientes de negocios con crecientes beneficios fiscales y sobre todo, un reservorio gigantesco de recursos naturales estratégicos en disputa. La forma de obtenerlos incluye la instalación de megaempredimientos para lo cual diseñan y financian desde los marcos jurídicos hasta la infraestructura que los viabiliza. Agua, energía, tierra, minerales, biodiversidad y culturas colocadas dentro del mercado mundial a través de las corporaciones y la consolidación de los instrumentos para su creciente mercantilización. Los argumentos legitimadores son la integración al mundo y nuestra necesidad de divisas. Varias décadas de aplicación de este tipo de inserción internacional muestran que las inversiones extranjeras, lejos de resolver los problemas externos significan transferencia de capacidades nacionales y naturaleza al exterior al mismo tiempo que, salida de divisas por la remisión de utilidades, extranjerización del stock de capital local y endeudamiento externo. Todo esto sin contar los flujos de divisas fugados. Por la puerta abierta para que lleguen los capitales se van naturaleza, valor producido mal pago, conocimientos creados con esfuerzo público y ganancias. Mientras, quedan pasivos ambientales, deudas socializadas y territorios reconfigurados al servicio del capital extranjero.Nuestra historia nos muestra la persistencia de un proyecto de integración acrítica y dependiente sustentada en la alianza de grupos dominantes nacionales con el capital transnacional, basados en una lógica rentística. Son estos los que han boicoteado y truncado todo intento de desarrollo basado en una mayor autonomía nacional, diversificación económica e inclusión social. Por eso, la construcción de independencia es no sólo en relación al sistema internacional sino al interior del país y la región. Son enemigos de la independencia quienes destruyen las capacidades de producir lo que necesitamos, de crear conocimientos de acceso público, de consolidar procesos de construcción de un proyecto estratégico, de conocer y gestionar nuestros propios recursos. Son enemigos de nuestra independencia quienes degradan la autoestima de nuestros pueblos, quienes banalizan nuestras culturas, quienes niegan los derechos de los ciudadanos y se apropian de los bienes comunes. Aunque todo esto parezca obvio no lo es en un país, un subcontinente y un mundo donde todavía impera la falacia económica de la cual nos hablara Polanyi, aquella que confunde una de sus formas, el mercado, con todas las formas posibles, un mundo donde reina el pensamiento económico neoliberal al servicio de la codicia y la acumulación por desposesión.En síntesis:-Desde la colonización el rol impuesto a América Latina ha sido la provisión de recursos naturales y trabajo barato a los centros.-La necesidad real o producida de divisas al interior de nuestros países es la llave económica para imponernos la dependencia.-Las ideas de "progreso" y "desarrollo" son la llave cultural para imponernos la inserción en un sistema que funciona a base de desigualdad social y ambiental-La dependencia es un proyecto lucrativo para una parte de nuestras sociedades por eso la lucha por la independencia se dirime como disputa entre proyectos de país. Deconstruir la dependencia no se hace sólo con ideas, pero las necesita para construir nuevos posibles. En este sentido, es imprescindible reconocer la interdependencia de los seres vivos y la tierra. Esto significa tener presente que siempre usamos ecosistemas y poner en cuestión una superestructura jurídica con categorías que no sólo no dan cuenta, sino que obstaculizan la regulación necesaria del uso de la naturaleza. El relevamiento y gestión conjunta de los recursos naturales a escala sudamericana, el uso de una divisa regional y una mayor complementariedad podrían aportar a disminuir la restricción externa, propender a un comercio internacional más justo y sobre todo a fortalecer la defensa de bienes comunes y poner límites a la mercantilización de la naturaleza. Solidaridad como principio organizador: "esfuerzo propio, ayuda mutua", democratización económica y producción para satisfacer necesidades reales, pueden ser pilares de un proyecto independiente, que es posible con unidad y soberanía popular.