Notas sobre la poesía de Daniel Freidemberg

NANCY FERNÁNDEZ Y EDGARDO H. BERG

Hispanic Poetry Review

Departamento de Estudios Hispánicos de Texas A&M University

Lugar: Texas; Año: 2007

1531-0167

La poesía de Daniel Freidemberg –en algunos poemas de Diario en la crisis (1986) y, más particularmente, en Lo espeso real (1996) y en Cantos en la mañana vil (2001)-, mantiene una vinculación con la cotidianeidad, en el sentido de una escritura que es asumida como trabajo, en tanto elaboración del estilo y construcción del objeto: lo real. Esta es la perspectiva que toma su sintaxis, allí donde prevalecen los verboides, los infinitivos y el intento obstinado de nominación. Es así como la letra intenta abstraer una imagen, fabricar un concepto que consigne y registre lo real, en la supuesta garantía de un espesor o una gravedad. Desde esta perspectiva, la palabra poética será instrumento, ensayo precario, donde lo tangible dará paso a lo efímero y a la errática presencia del fluir cotidiano. Aún como caución fallida, el lenguaje intenta detener la fuga y enfrentar el límite que impone la conciencia. Un hecho insignificante, por nimio o casual que sea, puede perturbar nuestras frágiles seguridades presentes. En Freidemberg, pareciera como si el arte de hacer con la palabra, con la palabra poética, se gestara en el hábito de las prácticas diurnas y rutinarias. No obstante, siempre hay algo que se escapa: un suspiro, el canto de un ave nocturna, el ruido disonante de motores que pasan, manchas de musgos sobre una pared, el zumbido de una mosca, la puerta del ascensor que se abre o una imagen difícil de retener sobre un vidrio roto. En la dimensión real del acto poético, siempre hay algo que queda inaprensible, una frontera o un borde difuso entre la palabra y el objeto. Sin embargo, por todas partes, hay resonancias y ecos en sordina de un cuerpo o de una materia tocada: una voz, un canto, habita, allí donde la palabra pareciera no tener nada que decir. Entre los ruidos de la mañana y la crónica radial, la respiración doméstica y urbana. Y para moldear la materia es preciso seguir el acento de sus latidos, el nombre o su latencia que anida en la dificil búsqueda de la forma.  Testimonio y diario en crisis, fragmentos de una primera persona que persiste en el registro verbal, al modo de un cronista que se vuelve permeable con la materia que lo rodea, con los objetos que provocan el careo diario. Escribir, para Daniel Freidemberg, es, de algún modo, una marcha obstinada e infructuosa, que se asemeja al callejeo, es decir, a una caminata o a un itinerario urbano donde las pisadas intentan repetir un acontecimiento, que nunca sabremos si tuvo lugar: ese es el deslumbramiento repentino ante la proliferación cambiante e impredecible de la materia, o el brillo del enigma que llamamos mundo. Poéticas de la vida cotidiana se dice.