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Una vez más vemos a los zombis aparecer con toda su ominosa fuerza en la escena cultural contemporánea. Comics, relatos escritos, mangas, series televisivas y producciones cinematográficas, videojuegos, bandas de rock, y otros tantos productos de las industrias del entretenimiento orientados preferentemente hacia jóvenes adolescentes y niños, se poblaron de ?muertos vivos?. En Córdoba, desde hace dos años, tenemos una ?Marcha Zombi? o ?Zombi Walk? y una ?Zombi Fest?.Ya contamos con nuestra primera novela zombi: ?Letra Muerta? de Guillermo Bawden y Cezary Noveck publicada por Fan Ediciones y Llanto de Mudo en 2012 y también un videojuego de estrategia donde el Apocalipsis comienza con la llegada de una partida de fernet contaminado a un baile de Cuarteto. Para muchos, las escenas de saqueos y formación de patrullas de civiles armados en medio del autoacurtelamiento de los efectivos policiales provinciales que se dieron en las calles cordobesas los primeros días de diciembre de 2013, eran demasiado semejantes a un episodio de ?The Walking Dead?. Feos, sucios, y malos, los zombis invaden el presente Atento a esa emergencia Z en la cultura actual, quiero presentar en este escrito algunas observaciones, reflexiones e ideas en pos de los ?Zombies Studies?, un campo de estudios que no existe más que como posibilidad. Si la Antropología es la ?Ciencia del Hombre?, esta nueva ciencia se ocuparía de los ?muertos vivos? como la Paleontología se ocupa de los restos fósiles. ¿Qué pueden decirnos esos cuerpos cuyo estatuto de humanos se encuentra en discusión sobre nosotros: los ?vivos vivos?? ¿Cómo imaginamos a quienes regresaron de la muerte provistos de la capacidad de destruir nuestras certezas más absolutas? ¿Qué nuevas definiciones de lo humano emergen a partir del nacimiento del zombi? ¿Qué tendrán que ver los zombis con las mutaciones del capitalismo, las políticas de gobierno y los nacionalismos poscoloniales y posrevolucionarios contemporáneos? ¿No somos todos un poco zombis en tanto sujetos de un capitalismo neoliberal donde el valor económico y moral de la fuerza de trabajo se encuentra devaluado al mismo tiempo que el orden financiero se autonomizó cada vez más de la producción y el consumo se transformó en el ritual fundamental para la producción de identidades? [1] En 2012 y 2013 observé y registré esos eventos junto con Mónica Jacobo y María Cecilia Díaz como parte de nuestras tareas de investigación en el marco del Proyecto ?Subjetividades contemporáneas: Cuerpo, erotismo y performance?.