INVESTIGADORES
MILLAN Mariano Ignacio
congresos y reuniones científicas
Título:
Notas para un contrapunto entre los estudios acerca de los movimientos sociales y la acción colectiva y la teoría de la lucha de clases
Autor/es:
MARIANO MILLÁN
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Jornada; Iº Congreso Nacional “Protesta Social, Acción Colectiva y Movimientos Sociales”; 2009
Institución organizadora:
Universidad de Buenos Aires
Resumen:
<!-- @page { margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } --> Las posiciones dominantes dentro de la sociología han sido, hasta la época posterior al mayo francés, eminentemente adversas a la investigación sobre el conflicto social. Muchos autores han destacado, entre ellos los fundadores de la teoría sociológica no marxista del conflicto social como Dahrendorf, Coser o Bernard, que uno de los factores centrales para tal desatención de las ciencias sociales debe localizarse en el peso de lo que Giddens (1982) ha denominado el “consenso ortodoxo” del estructural funcionalismo. A partir de la obra de los autores mencionados, en tanto fundadores de la teoría sociológica sobre el conflicto, se inició una tradición científica no marxista para analizar tales fenómenos. Estos autores, sobre todo Coser y Dahrendorf, han sido los autores más relevantes en el proceso de asumir con la mayor profundidad posible para la sociología no marxista el problema empírico del conflicto. Ambos criticaron las concepciones del estructural funcionalismo, cada uno desde un punto de vista diferente, pero convergiendo en el intento de sostener el edificio ortodoxo agregándole una teoría del conflicto social en sus propios términos. Durante 1968 Theodor Adorno, en un curso introductorio a la sociología, efectuó una crítica profunda a las concepciones de tales autores señalando las características formalistas y con ello descriptivas e incapaces de explicar los conflictos sociales que derivaban de la obra de Simmel, su carácter naturalizador y eternizador del conflicto social, por ello su impronta inofensiva para el orden social y en consecuencia conservadora. En contraposición a esta sociología del conflicto, el marxismo siempre contó con una teoría de la lucha de clases, que nunca fue considerada como el único conflicto social pero si el principal. Esta teoría permitía, mediante el isomorfismo de sus categorías, profundizar en explicaciones a distintos niveles de abstracción a la vez que describir las luchas concretas. A partir de la radicalización de las luchas sociales hacia fines de la década de 1960, simbolizada por el Mayo Francés pero que abarca muchos otros procesos revolucionarios, la teoría social y el marxismo iniciaron un proceso de profundo debate interno y entre teorías, lo que dio lugar a una reconfiguración del pensamiento social de las décadas posteriores y a la ruptura del consenso ortodoxo. Esta ruptura tiene una expresión muy clara: el lugar central que tiene en la sociología no marxista (y también antimarxista) actual las elaboraciones acerca de los movimientos sociales y la acción colectiva. Las teorías que se ocupan de estos temas abarcan una diversidad enorme de autores y enfoques pero, siendo un tanto arbitrarios, podemos señalar que del lado europeo del atlántico norte predominó el interés por explicar la cuestión a partir de la identidad social de los participantes en las luchas y del lado americano el interés por la estructura de oportunidades políticas que hacían posible el desarrollo de los movimientos sociales. El presente trabajo sostiene que ambas vertientes del análisis contemporáneo sobre los movimientos sociales no poseen más que explicaciones ad hoc de los conflictos, que no tienen más que descripciones de los hechos con un lenguaje erudito, que no han avanzado mucho más en la formulación de una teoría científica de la conflictividad social que los pioneros (Coser y Dahrendorf) y que enfocan partes de la realidad haciendo esciciones que no se corresponden con el desarrollo del acontecer humano, tales como disociar la identidad social de las oportunidades políticas. En contrapartida, el marxismo se edificó como herramienta teórica y política gracias a su teoría de la lucha de clases. Son estos conflictos, que incluyen ambas dimensiones de las “oportunidades políticas” y la identidad, los que explican de modo predominante el desarrollo del acontecer humano.