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Si nos remontáramos a los orígenes de la especie humana, la transformación de poblaciones nómades cazadoras-recolectoras al sedentarismo fue debida a la aparición de la agricultura, en donde la propagación de las plantas dio garantías para la producción de alimentos en forma continua en el tiempo. La antigua Mesopotamia, actual Irán, fue uno de los escenarios de estos acontecimientos en los albores de la civilización. La propagación vegetal al cabo de miles de años, acompañó al mejoramiento genético de diferentes especies, a través del proceso de domesticación con la meta de aumentar la producción y la calidad de los alimentos, junto con la generación de técnicas que permitan una fácil reproducción. No es casual encontrar en textos milenarios especies de fácil propagación que se han desarrollado por vastos territorios, como son la vid, el olivo y la papa. Se cree que las primeras civilizaciones han vasado su dieta en estos cultivos, casualmente todos de propagación agámica; mientras que el conocimiento para la propagación por semillas, con el complejo proceso de germinación, es probable que se haya desarrollado tiempo después.La propagación vegetal debe ser entendida primeramente como un arte, en donde el ejercicio continuo de generación tras generación, llevaron sus conocimientos hasta la actualidad. La Fisiología Vegetal pudo encontrar algunos de los mecanismos y engranajes ocultos a simple vista, los cuales ya se evidenciaban en la experiencia y el acervo cultural de muchas civilizaciones, materializados en la práctica.

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