INVESTIGADORES
ESPERON Juan Pablo Emanuel
capítulos de libros
Título:
El acontecimiento y el planteo deleuziano del problema de la diferencia
Autor/es:
JUAN PABLO E. ESPERÓN
Libro:
Acontecimiento y creatividad en la filosofía de Gilles Deleuze. Un nuevo modo de sentir y percibir
Editorial:
PROMETEO/Universidad Nacional de la Matanza
Referencias:
Lugar: San Justo; Año: 2016; p. 39 - 64
Resumen:
Se dice que Deleuze es un filósofo posmoderno, entre otras cosas, porque postularía una suerte de anarquismo filosófico en el que no habría fundamentos dados y afirmaría una filosofía de la multiplicidad y la diferencia. Sin embargo, en la filosofía deleuziana se desarrolla una ontología que no debiera ser prejuzgada ni menospreciada sin dar cabida a sus propios argumentos. Con respecto a esto hay que decir, en primer lugar, que a través de la lectura y apropiación de algunos pensadores marginales en el relato ?oficial? de la historia de la filosofía, tales como Hume, Spinoza o Bergson, Deleuze lucha por liberar al pensamiento de toda la lógica reduccionista y binaria que rige la tradición filosófica occidental. Dicha historia oficial no deja de limitar al pensamiento en tanto búsqueda de un fundamento absoluto que justifique lo ente en general y a sí mismo, conforme a lo afirmado en el capítulo anterior. Pues, Deleuze logra mostrar que la realidad del ser es diferir y no fundamentar. En segundo lugar, Deleuze pone todo su esfuerzo en elaborar una ontología inmanente, en la que el ser es liberado y desarraigado de su condición y estatus de fundamento de lo ente, lo que conlleva subsumirlo en el devenir. Deleuze, del mismo modo que Heidegger, denuncia que el problema de la irrupción de la diferencia ha sido despreciado y marginado de las reflexiones filosóficas occidentales, porque lo diferente vendría a representar al pecado, la falta y la caída en la tradición judeo-cristiana, o lo monstruoso y al enemigo desde un contexto moral y político. En definitiva, la diferencia es identificada con todas aquellas fuerzas que representan al mal, lo extraño y lo peligroso. Pero llegados a este punto, Deleuze vuelve a plantear el problema que ya había mostrado Heidegger, i. e., por qué hay diferencia, cómo pensar la diferencia en cuanto tal sin fundamentarla en la identidad. Para Deleuze, ni la fenomenología ni la dialéctica han sido capaces de pensar la diferencia dado que ésta se manifiesta como plena afirmación, sin ninguna referencia a un fundamento que unifique las diferencias, pues pensar la diferencia implica no reducirla o conducirla hacia una instancia superior que supere tales diferencias. En definitiva, el problema que vuelve a actualizar el planteo deleuziano es: ¿cómo pensar una realidad que se efectúa y expresa como diferencia, cuyos caracteres distintivos son el movimiento y la contingencia? Y este problema conlleva a experimentar nuevos modos de pensamiento que rompan los presupuestos de la representación que subordina siempre lo diferente a lo idéntico. Podemos adelantar aquí que esta experimentación es llevada adelante por Deleuze a partir de su tesis sobre la univocidad del ser. Esta tesis no significa que haya una primacía o una reducción a un principio o unidad que explique la univocidad del ser sino que para Deleuze ?lo esencial de la univocidad no es que el ser se diga en un solo y mismo sentido. Es que se diga, en un solo y mismo sentido de todas sus diferencias individuantes o modalidades intrínsecas?. El encuentro con Spinoza y Nietzsche es decisivo para ello, pues es sabido el gran interés que las obras de estos pensadores despiertan en el pensamiento deleuziano a la vez que lo potencian . Dos motivos confluyen en ello: en primer lugar, tanto la filosofía de Nietzsche y como la de Spinoza le permiten a Deleuze vislumbrar los límites y el dogmatismo que asume la tradición filosófica occidental al ocuparse de la cuestión del fundamento como último peldaño o escalón al que el pensamiento, a través de la deducción o la dialéctica, pudiera llegar, y así conocer la esencia del hombre, de la vida, del espíritu, de lo absoluto o de cualquier ámbito de lo real. Por otro lado, tanto en Nietzsche como en Spinoza, Deleuze encuentra las armas que le permiten luchar contra la concepción del ser concebido como totalidad o como fundamento de lo ente en general; aquellos filósofos le brindan herramientas para poner en marcha esta empresa que niega que el pensamiento sea una acción autónoma, como así también niega que se pueda pensar por sí mismo (al modo cartesiano). Por el contrario, el pensamiento está siempre condicionado por relaciones de fuerzas tanto extrínsecas como intrínsecas. Puede adelantarse aquí que el pensamiento depende siempre de fuerzas que se apoderan de él. Por ello, Deleuze reivindica, apropiándose de las posiciones de Spinoza y de Nietzsche, una nueva praxis filosófica que tiene como ejes centrales las nociones de diferencia y acontecimiento, y que le permite evaluar el sentido de las fuerzas que constituyen a los cuerpos, interpretando las inter-relaciones y las conexiones tanto cualitativas como cuantitativas que entre las diferentes fuerzas se establecen.