Utopía y atopía: el lugar del lenguaje y el lenguaje como lugar en "Oceano mare" de Alessandro Baricco

ARCE, RAFAEL

Santa Fe

Congreso; XIX Congreso de Lengua y Literatura Italiana de A.D.I.L.L.I.; 2003

Universidad Nacional del Litoral

La posada Almayer no se deja leer ni como símbolo ni como metáfora. Si en la novela se erige en algún momento como lugar es solamente para espacializar el tiempo, el silencio, el acto de escribir. El tiempo se torna sustancial, material, adquiere densidad. Esta materialidad es la del puro transcurrir del texto. Paradójicamente, la cualidad tópica de la posada es negada: espacialización sin espacio, este contra-lugar tapa un hueco, una carencia, un vacío. La posada Almayer sería un límite, un lugar de borde. El último capítulo cristaliza el otro borde: el de la historia. La aparición del escritor permite entrever la novela como la historia de una historia. Ahora bien, la jerarquía es imposible por la misma inteligencia de la narración. Al estar el escritor incluido en la historia, el giro del último capítulo permite entablar un juego de espejos donde el permanente reenvío no deja distinguir el reflejo de la imagen verdadera. El escritor escribe la historia, pero como personaje tiene para la mirada de los otros estatuto textual o, mejor aún, lingüístico. Lo funcional del capítulo es su mirada sobre el otro espacio: el textual, dibujado (trazado) por una escritura que no cesa de vaciar la historia. Esta consideración del texto como espacio es la mirada filosófica sobre el lenguaje y sobre la poesía. La narración se convierte así en decir