INVESTIGADORES
QUINTANA Ruben Dario
capítulos de libros
Título:
Del paisaje natural al paisaje cultural: la intervención antrópica del Bajo Delta Insular del Río Paraná
Autor/es:
QUINTANA, RUBEN DARIO
Libro:
El Patrimonio natural y cultural del Bajo Delta Insular. Bases para su conservación y uso sustentable
Editorial:
Aprendelta/Convención Internacional sobre los Humedales (Ramsar, Irán, 1971)
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2011; p. 171 - 177
Resumen:
  El naturalista francés Alcide D´Orbigny desembarcó en Buenos Aires en Enero de 1827 y remontó el río Paraná hasta Corrientes. Las impresiones de este viaje fueron plasmadas en su libro “Viaje por América Meridional”, en el cual señalaba que “entre el Paraná de las Palmas y las barrancas de San Isidro o del Tigre se extiende un gran número de islas más elevadas, cubiertas de montes de durazneros o naranjos entre los cuales corren muchos canales denominados caracoles, debido a los innumerables meandros que describen”. Este relato muestra que las islas del Bajo Delta Insular se encontraban colonizadas muy tempranamente y que eran utilizadas para el cultivo de plantas frutales, una actividad productiva que caracterizó a esta primera fase de ocupación del territorio. El primer intento de colonización occidental de la zona de islas propiamente dicha del que se tiene noticias estuvo a cargo de los jesuitas, quienes efectuaron las primeras plantaciones de frutales que luego abandonadas se naturalizaron (Galafassi, 2004). Si bien el europeo ingresa a las islas hace un poco más de 200 años, las primeras intervenciones de magnitud tienen lugar recién a mediados del siglo XIX, cuando los pobladores costeros comienzan a realizar constantes incursiones para proveerse de frutos y leña o para instalarse en las islas. La primera noticia formal de su presencia data de 1818 y en 1840 ya se encontraban muchos “carboneros” quienes obtenían leña de los bosques de las islas. De esta forma, ya en 1857, la tala del “monte blanco” y su sustitución por plantaciones de árboles y viviendas, constituía una actividad de gran importancia (Debenedetti, 1973). Muñiz (1918) menciona la existencia de frutales y otras especies cultivadas sobre las márgenes de diferentes ríos y arroyos, lo que documenta la presencia en el siglo XIX de habitantes de origen europeo. La fruticultura (Fig. I), como primera actividad productiva desarrollada en las islas durante esa época, llegó a abarcar importantes superficies.