La poética de la rosa: Modulaciones de la ficción histórica en María Rosa Lojo

MOLINA, HEBE BEATRIZ

Poéticas de autor en la literatura argentina (desde 1850), Volumen II

Corregidor

Lugar: Buenos Aires; Año: 2010; p. 165 - 226

Lojo elige con preferencia la ficción histórica, para poder imaginar la interioridad de sus personajes, esa que sustenta su accionar exterior político-social y que al mismo tiempo sirve de ejemplo de búsqueda personal: cada actor debe decidir su propio destino en medio de una situación sociopolítica particular, por lo que es afectado por la historia colectiva. Apreciamos que esta escritora revitaliza el género novela histórica ampliando la gama de recursos narratológicos tradicionales, particularmente por medio de la diversificación de los puntos y momentos de focalización desde donde se cuenta la historia. Estos enfoques novedosos permiten la consideración de aspectos casi desconocidos de algunos personajes de la historia argentina, en un intento por mostrar que el pasado es entendible desde distintas perspectivas. Las nuevas miradas cuestionan la historia oficial por el simple hecho de mostrar otras facetas de esa realidad polifacética, aunque no pretendan anularla necesariamente. La autora recoge historias  principalmente de la tradición oral y familiar, pero también escudriña en periódicos antiguos y textos historiográficos. Hemos elegido el símbolo de la rosa como metáfora de la poética de María Rosa Lojo porque la propia autora lo eligió desde los comienzos de su narrativa. Para ella, la literatura es una metáfora de la vida misma; y la vida es nacimiento, amor y muerte, es búsqueda del destino; en este camino, la literatura sirve de rosa de los vientos. La rosa simboliza ese proceso temporal de develamiento esencial y existencial que se desarrolla momento a momento, pétalo a pétalo; la lectura, en consecuencia, recrea el ritmo de apertura del capullo. La rosa simboliza la vida bella, esa que algún día se acaba y sólo deja un suave perfume en el recuerdo. Y el recuerdo (la memoria) perdura mejor si se la fija en la palabra escrita y en la semántica de un símbolo, en el que el mensaje queda dicho y queda invisible al mismo tiempo, para estimular la lectura develadora.