INVESTIGADORES
ENDERE Maria Luz
capítulos de libros
Título:
TEORÍA Y PRÁCTICA ARQUEOLÓGICA EN SUDAMERICA. ALGUNAS REFLEXIONES.
Autor/es:
CURTONI, RAFAEL PEDRO; ENDERE, MARIA LUZ
Libro:
Análisis, interpretación y gestión en la arqueología de Sudamérica
Editorial:
UNICEN
Referencias:
Lugar: Tandil; Año: 2003; p. 7 - 18
Resumen:
La disciplina arqueológica en la actualidad comprende -o debería comprender- tres grandes etapas interrelacionadas: el análisis, la interpretación y la gestión. Por análisis se entiende a los diversos métodos y técnicas con que cuenta el arqueólogo, que van desde aquellos utilizados para localizar sitios arqueológicos hasta los otros relacionados con aspectos tecnológicos, funcionales y espaciales de las evidencias propiamente dichas. Existen muchas estrategias de análisis y la selección de éstas están influenciadas tanto por las problemáticas de estudio como también por el tipo de paisaje que se está investigando. La interpretación tiene que ver con el carácter y con objetivo mismo de la arqueología, es decir con su interés por comprender y brindar significados de las objetos y comportamientos del pasado. Nuestra postura considera a la arqueología como una práctica material y social en el presente. Por ello la actividad interpretativa es un proceso continuo y la resultante es la construcción de conocimientos y narrativas sobre el pasado que no dejan de ser menos reales y auténticas por ser construidas (Hodder et al. 1995). En muchos proyectos de investigación la actividad arqueológica suele finalizar -o al menos considerarse concluida- cuando el producto de la interpretación es ofrecido para el debate al interior de la comunidad académica, para ser luego discutido y reconsiderado. Sin embargo, asumir la responsabilidad de las implicaciones prácticas de la disciplina constituye una parte importante e insoslayable de la actividad de los arqueólogos. Esto implica un cambio en la manera de percibir la gestión del patrimonio en el marco de la producción científica, que trasciende el ámbito académico y que comienza a cumplir un rol en la vida cotidiana de la comunidad en la cual se inserta. Tanto la teoría como el pensamiento son productos sociales y por lo tanto no pueden estar separados de las prácticas de la vida social (Hodder 1998). De esa forma, como actores sociales y a través de la praxis dejamos de ser meros observadores pasivos para constituirnos en participantes activos de la realidad que nos rodea.