Unas palabras finales

AMELA GARCÍA, M. T.

Familia Passifloráceas. Plantas silvestres de Buenos Aires. Especies vegetales para jardinería, biocorredores y restauración ecológica

Universidad de Belgrano

Año: 2023; p. 42 - 42

Si recorremos la ciudad con atención percibiremos que algunosseres pugnan por recuperar su lugar. Cemento, zinc y asfaltose ofrecen hostiles a la vida silvestre. Para el reino vegetal,cada grieta se convierte en una oportunidad donde instalarse.Varias especies vegetales muestran esta capacidad, quien diríaobstinación o perseverancia, por volver a sus pagos. Lapasionaria es una de ellas en Buenos Aires.Dispersadas por pájaros frugívoros, las semillas delmburucuyá o pasionaria son llevadas a todos los rincones, enparticular debajo de las perchas donde se asientan estosanimales. Una secuencia de fotografías en los sitios de arribode estas simientes nos permitiría ver una película maravillosa,donde un vegetal estilizado crece sin cesar. Despliega tallosalargados y sus zarcillos se enroscan a cualquier soporte pormás mínimo que sea. Escalan con una gracia coreográfica.Pero este escenario urbano tiene un detalle llamativo, por nodecir preocupante. La mayoría de las pasionarias porteñascrecen espontáneamente y muy pocas son cultivadas porhumanos. Tenemos aquí una de las plantas nativas más bellase interesantes del planeta, pero no las tomamos en cuenta. Suabundancia local se la debemos más al zorzal y otras avessilvestres que a jardineros y paisajistas. ¿Qué está pasando?En este fascículo tratamos las Pasifloráceas, la familia botánicade las pasionarias, que tienen tres especies nativas en la regiónmetropolitana de Buenos Aires.