INVESTIGADORES
NASTRI Javier Hernan
capítulos de libros
Título:
Comentarios sobre la Sección I "Construcción del escenario prehispánico"
Autor/es:
NASTRI, JAVIER
Libro:
El hábitat prehispánico. Arqueología de la arquitectura y de la construcción del espacio organizado
Editorial:
EdiUnju
Referencias:
Lugar: San Salvador de Jujuy; Año: 2010; p. 112 - 115
Resumen:
<!-- /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";} @page Section1 {size:612.0pt 792.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:36.0pt; mso-footer-margin:36.0pt; mso-paper-source:0;} div.Section1 {page:Section1;} --> Aunque el dato arquitectónico ha tenido gran protagonismo en la arqueología del NOA desde por lo menos el último lustro del siglo XIX, su papel en las interpretaciones desplegadas en los distintos momentos de la historia de la disciplina, ha sido variable. Desde el relevamiento de la Loma Rica de Shiquimil, en 1876, y las primeras referencias arqueológicas de Lafone Quevedo sobre las ruinas de Quilmes, a comienzos de la década siguiente, la arquitectura indígena del NOA ha impresionado vivamente a los investigadores. Pero partiendo de este interés no resultaron interpretaciones de un alcance proporcional al mismo. Si bien es cierto que el dato arquitectónico fue el disparador del primer problema planteado en la arqueología del NOA a fines del siglo XIX -el de la correspondencia de las ruinas de piedra con las sociedades encontradas por los conquistadores españoles (Nastri 2004)-, a excepción del trabajo de Ambrosetti en Quilmes, el dato arquitectónico no constituía una fuente de información primordial para la interpretación del pasado; sólo constituía un rasgo a ser medido y descripto. El momento de quiebre, más allá de algunos intentos infructuosos llevados a cabo en las décadas del 30 y 40, por autores tales como Serrano y Márquez Miranda, estuvo dado por: en primer lugar, el reconocimiento de la arquitectura formativa, principalmente desde fines de los años ´50 por parte de Rex González en Hualfín, Tafí y el Campo del Pucará; y, en segundo lugar, por la contribución de Madrazo y Otonello (1966), en la cual introdujeron una terminología específica para referirse a la relación entre las unidades de vivienda: la aglomeración.