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Desde el descubrimiento de los nanotubos de carbono (NTCs) en el año 1991 por Sumio Iijima, han despertado un considerable interés debido a sus propiedades estructurales únicas, gran área superficial, alta conductividad eléctrica y elevada estabilidad química y mecánica [1]. Estas características hacen que sean interesantes candidatos para muchas aplicaciones en electroanálisis, en particular en el desarrollo de sensores electroquímicos [2]. Sin embargo, uno de los problemas para preparar sensores electroquímicos basados en NTCs es su baja solubilidad en los medios acuosos usuales empleados para realizar determinaciones [3]. Existen diferentes estrategias que se han propuesto para superar este problema y un método para aumentar la dispersión de los NTCs es su modificación superficial a través de la funcionalización química, la cual, también facilita su interacción con las moléculas orgánicas y biológicas [4]. Los métodos tradicionales de funcionalización utilizan agentes oxidantes fuertes (ácido sulfúrico y nítrico) que pueden destruir la estructura sp2 de los NTCs y, por tanto, cambiar sus propiedades electrónicas [5]. Una estrategia para una funcionalización "suave" es el método de modificación covalente con polímeros, la misma consiste en el crecimiento del polímero a partir de las superficies de NTCs a través de la polimerización in situ de monómeros, iniciada por especies químicas inmovilizadas sobre las paredes laterales y los bordes de los NTCs [6]. El tipo de monómero usado, permite que el nanocompósito sea empleado en la construcción de plataformas para complejar selectivamente iones metálicos, formando un complejo polímero-metal [7]. El anclaje de diferentes iones en estas plataformas es muy interesante, ya que algunos muestran propiedades electrocatalíticas a bajo potencial redox, estas propiedades hacen que estos iones sean excelentes candidatos