INVESTIGADORES
HOCSMAN Luis
congresos y reuniones científicas
Título:
Relaciones mercantiles, antiguas y nuevas reciprocidades en comunidades andinas
Autor/es:
LUIS DANIEL HOCSMAN
Lugar:
Villa Giardino - Córdoba
Reunión:
Congreso; VII Congreso Argentino de Antropología Social; 2004
Institución organizadora:
Facultad de Folosofía y Humanidades. UNC
Resumen:
ANTROPOLOGIA RURAL Y REGIONAL RELACIONES MERCANTILES, ANTIGUAS Y NUEVAS RECIPROCIDADES EN COMUNIDADES ANDINAS Luis Daniel Hocsman UNC / UNVM ldhocsman@hotmail.com Introducción El presente escrito tiene como referente un trabajo etnográfico[1] desarrollado con población de los valles de altura de la Cordillera Oriental - extremo noroeste de Argentina -. De manera particular se trata de dos comunidades, San Isidro y Colanzulí[2] cuyos pobladores son campesinos - indígenas  "kollas". En tanto productores campesinos andinos, conforme las condiciones agro-ecológicas - consistentes en un fuerte gradiente altitudinal - se determinan ciertas disposiciones estructurales en su modalidad productiva, históricamente caracterizada por la utilización  de varios pisos ecológicos. Desarrollan una economía de subsistencia basada en actividades pecuarias a pequeña escala, que incluyen pastoreo en los pastizales de altura y trashumancia estacional, haciendo un uso integral de los recursos naturales de la alta y media cuenca del río Iruya y sus afluentes, contiguo a las poblaciones. De manera complementaria las unidades domésticas practican la agricultura en terrenos de suelos pobres y secos con pocas oportunidades productivas; pero en zonas de regadío  las prácticas agrícolas son intensivas. El espacio social agro-pastoril brevemente descripto, en su estructura y modalidad de funcionamiento y de reproducción no constituye un espacio aislado sino que forma parte de otras formas de organización socio-espacial de alcance  regional. Sus relaciones económicas con la ?sociedad global? se dan fundamentalmente a través de vinculaciones desarrolladas por medio de la integración con la economía de mercado. Estas relaciones de intercambio se materializan en la compra-venta de productos, la venta de fuerza de trabajo y el trueque en distintos ámbitos. En este último espacio hemos registrado una creciente intensificación de las relaciones de intercambio no mercantiles, las cuales juegan un papel destacado en el fortalecimiento de otras redes de organización social. Abordaremos estas relaciones partiendo de una caracterización del intercambio entre la producción campesina y la producción capitalista, a través de la institución del mercado en general, para luego presentar los distintos canales por los que se lleva a cabo el intercambio en las comunidades estudiadas. Relaciones de intercambio, procesos  y  aproximaciones conceptuales Las unidades campesinas se vinculan al mercado como vendedoras de parte de la producción doméstica, y como compradoras de otros elementos necesarios para su subsistencia, así como también de los insumos que le permiten garantizar la continuidad del proceso productivo. Como apunta Balazote, ?en este intercambio confluyen los productos generados en el sector campesino y las mercancías que provienen del ámbito capitalista; sin embargo, cada una de ellas es producto de una intencionalidad específica, portadora de una racionalidad propia y resultado de diferentes relaciones de producción? (1997: 152). La mercancía producida bajo relaciones salariales conlleva en sí misma la división entre trabajo necesario y trabajo excedente. Es una forma social que conduce a la inmediata valorización del capital (Trápaga Delfín y Gutiérrez Pérez, 1986). El trabajo excedente es el motor de su producción y el que en definitiva rige la lógica de su circulación. En el ámbito de la circulación dónde se manifiesta el principio a través del cual se fijan tendencialmente los precios de los productos que fluyen al mercado; es decir, el precio de producción de las mercancías. Merced a este, y debido a la competencia de capitales, se asegura a cada porción de capital una retribución proporcional, marcando una tendencia a la igualación de la tasa de ganancia. En este ámbito es la ley de valor[3] la que interviene no sólo en la fijación de los precios sino la distribución del producto social. El precio de producción de las mercancías se convierte así en el regulador del mercado "...y su medida está dada por las suma de los precios de los medios de producción consumidos más el precio de la fuerza de trabajo empleada, más la ganancia media del capital" (Bartra, 1982:91). Así, puede considerarse que los mecanismos por los cuales el capital intenta imponer su lógica resultan indirectos (Gutiérrez Pérez y Trápaga Delfín, 1986), dado que se llevan a cabo en el intercambio de mercado a través de los precios. Por tratarse de una economía de subsistencia, la cuál no se persigue la valorización del capital sino la obtención de determinados valores de uso que permitan la reproducción social de sus productores, previa mediación del dinero; la mercancía campesina ingresa en este circuito precedida de una intencionalidad distinta a la capitalista.[4] Las mercancías producidas por el campesino circulan en un mercado regido por los precios de producción, que se constituye en un espacio social "no neutro". El mercado aparece como mecanismo de intercambio desigual y fuente de transferencia de excedentes, en el cual los productos campesinos no pueden imponerse por su precio de producción. Como señala Bartra "el campesino es un productor que por regla general cede su mercancía por un precio inferior a su valor y a su precio de producción, porque a diferencia del capital, no puede dejar de vender por el hecho de no obtener ganancias y tampoco está en condiciones de transferirse a otra rama pues sus medios de producción no han adquirido la forma libre del capital" (1982: 85). Si para la empresa capitalista el límite es el precio de producción y por debajo de éste se retira del mercado, para la unidad doméstica el límite es el precio de costo o sea aquel que permita la reposición de los medios de producción empleados y la compensación de la energía desgastada como fuerza de trabajo. Como la unidad doméstica necesita proveerse de determinados bienes e insumos para asegurar su subsistencia, continúa el proceso productivo en condiciones que resultarían inaceptables para una unidad de explotación de tipo capitalista Chayanov (1974). Al situarse como comprador, el campesino debe pagar en el mercado precios próximos al de producción, que para la parte vendedora significan la obtención al menos de la ganancia media, pero también pueden superar este límite en la medida que se lleguen a imponer precios monopólicos. De esta manera, los comerciantes y acopiadores locales obtienen superganancias gracias al control exclusivo de las pautas de intercambio. Ninguna de las unidades domésticas de San Isidro o Colanzulí organizan su producción agrícola especializándose en algún producto. La posibilidad de contar con un excedente de producción hortícola y destinarlos a la venta depende de las buenas o malas cosechas. Cabe considerar que en la última década se ha intensificado la incorporación de cultivos con destino mercantil, como es el caso de la arveja y las habas, lo cuál ha producido cambios culturales en la producción, se modificaron las superficies de siembra de cada producto y también se han vinculado los campesinos mas directamente al sector comercial (intermediarios) y a los mercados. Circulación de productos en el espacio local. Los campesinos isidreños y de Colanzulí ofrecen sus productos en el mercado de Iruya [5] - la  localidad mas próxima a estos asentamientos poblacionales -, éstos son principalmente carne y, en menor proporción, productos agrícolas (frutas y verduras) además de artesanías. El mayor volumen de venta de carne se efectúa en el mes de marzo cuando los animales se encuentran más gordos. La Tabla Nº 1, nos permite ver la relación entre los productos ofrecidos y los respectivos canales y destino de comercialización. Rubros productivos Canales Destino Arvejas y haba Intermediarios Regional Papa y oca Intermediarios y trueque Local y regional Vacas Directo Local Corderos y chivitos Directo Local Artesanías Directo e intermediario Local y prov. y nacional Tabla Nº 1 Principales rubros productivos, canales y destino de la producción. La comercialización de la producción artesanal se realiza en el mercado regional y nacional por mediación de una Asociación de Artesanos local. Esta organización se ha desarrollado en dos períodos. El primero desde 1978 hasta principios de la década de 1990, en el cuál los productores de San Isidro aportaron el mayor número de miembros. La asociación tenía su sede central en Iruya, y había una especialización en la producción de acuerdo a la procedencia de cada artesano y la tradición productiva de la comunidad de origen. ?Hemos formado el grupo en el 78, había de Colanzulí que también los hemos integrado; hemos llegado a ser 45 personas que éramos artesanos... y hemos seguido luchando, hemos trabajado bien; hemos podido hacer muchas cosas, he aprendido así trabajando organizadamente hasta el 85 más o menos cuando se separaron los de Colanzulí. Ellos no podían comercializar su mercadería (hacían frazadas, que no se vendían tanto). Ya tenían un poquito de choque con nosotros porque lo de nosotros se vendía Entonces hicimos dos grupos, hasta el 90.... Teníamos una sociedad con los artesanos de la Puna de la provincia de Jujuy. Yo tenía que salir todas las veces, cada tres meses porque si no iba a la reunión no me pagaban ni me hacían pedidos, no me tomaban en cuenta. [6] Actualmente existe una nueva Asociación de artesanos formada por 16 miembros, todos pobladores de San Isidro. En tanto que en Colanzulí, la producción artesanal continúa realizándose de manera individual, tomando como centro de intercambio un local dependiente del Municipio de Iruya. En los procesos de producción y circulación  artesanal hemos registrado los siguientes elementos comunes: - Competencia con productos provenientes de otros mercados (fundamentalmente de Bolivia)[7]. - Dificultades para ubicar la producción una vez superado el nivel de consumo de la unidad doméstica; y aún cuando es emprendida con motivos exclusivamente comerciales. Uno de los testimonios registrados se refiere a las dificultades que actualmente tiene la Asociación de Artesanos, a fecha correspondiente al año 1999. ?Ahora somos 16 artesanos. Y ahora estamos estancados porque no nos pagan una deuda de allá de Buenos Aires, para poder movilizar el trabajo. Al INAI le hemos dado la mercadería y ellos nos ha vendido una parte y otra parte no la puede vender y está ahí; y nosotros decimos que no hagamos prendas hasta que nos paguen, y después de ahí arrancamos de nuevo ya ellos dirán que mercadería es para vender allá. El INAI nos aprobó un proyecto paro hasta hoy día no ha pasado nada. Nos iban a dar 10.000$, paro no han dado nada; yo ya he abierto la cuanta en el banco. Incluso tuvimos que poner 50$ para que nos abrieran la cuenta. Y como no hay eso, está paralizado. Ojalá, y eso tendría que ser ahora, que ya estamos en Junio, porque eso sale solo de mayo hasta agosto?. Otra dificultad consiste en que la producción local de lana para la provisión de insumos es insuficiente y de mala calidad; hasta 1990 artesanos agrupados compraban la lana para hilar en Abra Pampa (Provincia de Jujuy). En la actualidad lo hacen de forma individual. Si bien tanto San Isidro como Colanzulí son pueblos de excelentes artesanos tejedores, la mayoría de ellos debe comprar las dotaciones de lana para sus trabajos en Humahuaca, Abra Pampa o La Quiaca. Lo expuesto, no agota las posibilidades de intercambio de las unidades domésticas, sino que remite específicamente a los intercambios de mercado. El intercambio de productos entre las distintas unidades domésticas adquiere características totalmente diferentes al intercambio realizado entre los productores con los comerciantes e intermediarios de Iruya. En las economías domésticas estudiadas, se registra un importante grado de intercambios a escala local. Entre los pobladores se realizan ventas de carne, alfalfa, frutas y algunas verduras provenientes de las huertas familiares. Esas operaciones son muy esporádicas y las cantidades vendidas muy pequeñas. Tal intercambio es consecuencia de las distintas modalidades de encarar las actividades productivas. Como ya señaláramos, la composición demográfica de las distintas unidades domésticas resulta un factor de gran importancia en la diversificación de la producción. Los compradores pertenecen a unidades de explotación que de alguna manera se han especializado en la producción ganadera, mientras que los vendedores han ampliado sus actividades productivas incorporando el excedente relativo de su fuerza de trabajo en actividades tales como la huerta y la producción de frutas. Debemos aclarar que este tipo de intercambio no agota las posibilidades que tiene la unidad doméstica para obtener los bienes necesarios para su subsistencia y que por lo tanto no explica totalmente sus condiciones de reproducción. Para ello debemos considerar los intercambios intracomunitarios que forjan el entramado social de las distintas comunidades y parajes del área. Esto se fundamenta por una parte en la relevancia de las relaciones de parentesco y en la fuerte presencia de intercambios de productos sin la intermediación del dinero (trueque). Tanto en San Isidro como en Colanzulí, algunos productos son trocados en ferias tradicionales como las de Yavi, Abra Pampa, Iruya y otras, en ocasiones festivas, aunque esta forma de intercambio, a ?grandes distancias?, tiende a desaparecer. No obstante, cabe destacar que  existen otras ferias "no tradicionales" cuya emergencia permite cuestionar la tendencia apuntada hasta años muy recientes. La misma se enmarca no solo en cambios a nivel de condiciones macroeconómicas como podría ser la relativa restricción en la monetización, producto a su vez de la retracción de demanda de trabajo asalariado sino, y/o paralelamente a aspectos organzativos de alcance inter-comunal y regional. Nos referimos a la "Feria Cambalache", desarrollada ininterrumpidamente desde el año 2001en la localidad puneña de Casillas (Jujuy). En estas ferias se intercalan de modo creciente productos comerciales, como comestibles, herramientas, utensilios, ropas, y hasta artículos electrónicos.[8] El trueque, implica básicamente que los participantes de la transacción consideran a los bienes que intercambian como equivalentes. Cuando se trata de alimentos (en los espacios locales, es decir cuando en la transacción no está implícito un intercambio a distancia y/o entre pisos ecológicos distintos, o entre otros subsistemas productivos) la equivalencia del trueque es bastante homogénea, intercambiándose por ejemplo 1 cordero limpio por ½ bolsa de papas, 1 de papas por 1 de maíz, o 1 de papas por 1 de naranjas. Sin embargo, las tasas de intercambio contemplan cierto margen de fluctuación, lo cuál indica que también existen espacios de negociación. También se producen intercambios con los asentamientos de las "tierras bajas" (poblacionales muy aisladas que se ubican en el pie de monte, sobre extremo oriental de las fincas). Dada su localización, muestran una correspondiente tendencia a la especialización económica según el micro-medioambiente de la zona en que se encuentran, mantienen también una articulación ligada a la actividad del trueque, basada justamente en la diversidad de usos y productos según pisos ecológicos, o, como se denomina, conservando aún los patrones de uso e intercambio de la antigua "economía vertical" andina, ya sea ?dentro? de familias que utilizan varios pisos ambientales, o bien ?entre? familias que producen en diferentes ambientes. En esta ultima modalidad, la más común, el trueque se produce entre familias que traen productos característicos de distintos ambientes: papas, habas, oca y charqui de los cerros; naranjas, limas, ajíes, madera y cañas del monte; sal y lana desde la Puna.[9] Por caso, los productores ganaderos de Colanzulí que llevan "invernar" a sus animales hasta San Ignacio (distante entre 2,5 a 4 días tierras abajo, según la característica y composición de la "tropa"), acostumbran a intercambiar con familias que habitan en las proximidades de Volcán Higueras tubérculos por cítricos. Así trocan en la proporción de 5Kg. de papas por 100 naranjas. O bien un pan de sal (a su vez procedente de la Puna) por 50 naranjas. Un "costal" (entre 10 y 12 Kg.) de otras variedades de papas por 250 naranjas. Otro ejemplo de trueque es el intercambio que se realiza en San Isidro con la ?gente del campo?. Así denominan los isidreños a pobladores de las tierras aún mas altas como Miyuyoc, Capillas, etc., (caseríos y puestos dispersos, situados sobre el piso de los 4.000 m.s.n.m., distantes a uno o dos días de caminata de San Isidro) que se dedican casi exclusivamente a la ganadería. Agrupados en caravanas[10] de una o más unidades domésticas bajan a intercambiar corderos ?abiertos? [11] por maíz, papa y otros productos agrícolas. Los viajes se desarrollan alrededor del mes de mayo, período en el cuál los corderos tienen más peso y hay mayor oferta de productos agrícolas. Se produce aquí una relación de intercambio extra-mercantil que no guarda relación con los precios que se rigen en el mercado regional. Un ?abierto? que en Iruya es vendido por 20 $, se lo cambia por una bolsa de maíz cuyo precio en el mismo mercado no supera los 8 $. Si tenemos en cuenta que cada comunidad y para el caso, cada familia de San Isidro o Colanzulí tienen mayormente acceso a los diferentes pisos ecológicos, y de esta manera pueden producir sus insumos alimentarios básicos, debemos profundizar en la búsqueda de lo que motiva este tipo de intercambio. A nuestro entender esta relación tan dispar en términos monetarios y en relación con un mercado tan próximo como el de Iruya, se debe a que intervienen un circuito más amplio de contraprestaciones. El análisis de Mayer (1982) para un caso similar de trueque entre campesinos de Pasco (Perú) orienta una hipótesis explicativa de este tipo de intercambio, en que el comprador y el vendedor son propietarios de sus productos y realizan la transacción con fines inmediatos de consumo es decir que no participan intermediarios. Según el autor ?Las tasas de intercambio tienden a mantenerse constantes más allá de las variaciones y/o tendencias inflacionarias del sector monetario. Las relaciones entre el comprador y el vendedor son personales, de larga duración y están regidas por una serie de convenciones sociales mutuas. El dinero a su alcance es limitado y así resulta obvio que se lo reserve para comprar productos manufacturados (...) Por último, aún para quienes ofrecen los corderos evita ofrecer su producto a un acopiador de Huánuco (...) El trueque les permite tener un mayor control en la economía local, sin las implicancias de la intervención del dinero? (Mayer, 1982: 90-93). Podría agregarse que las convenciones de las que habla Meyer son la garantía en última instancia de la continuidad de relaciones de intercambio orientadas a la reproducción de la vida y por lo tanto se sostiene como estrategia frente a los vaivenes del mercado. Descuidar esta relación podría resultar inconveniente ya que en otro momento la variación en la relación de precios puede desencadenar la imposibilidad del aprovisionamiento requerido[12]. Aunque en paulatina declinación, el trueque constituye aún un mecanismo importante en el intercambio. La coexistencia de trueque y compra/venta indica la compleja relación que existe en el intercambio entre elementos comúnmente tratados como "tradicionales" y otros desarrollados ya en la esfera de una economía capitalista. Esta combinación en grado variable indica una mayor flexibilidad en la concretización de transacciones, permitiendo a su vez obtener una mas amplia gama de productos. En el marco de una complementariedad económica, por constituir una modalidad mas dentro de una gama de estrategias productivas y de intercambio, el trueque implica entonces "un relacionamiento moral simétrico gobernado por sanciones morales" (Göbel, 1998:867). El trabajo como medio de cambio Reseñadas las características de los intercambios de productos al interior y fuera de la comunidad como los apuntados, destacamos otras modalidades de intercambio en que interviene el factor trabajo y que indudablemente adquiere gran relevancia en diversos procesos productivos. Estos pueden tener carácter de venta de fuerza de trabajo, o bien como otros emprendimientos asociativos, actividades en el ámbito de las relaciones de parentesco, la cooperación simple, la mediería, etc. El grupo doméstico solo adquiere fuerza de trabajo en determinadas etapas del proceso productivo, y cuando resulta factible evita las relaciones salariales, incorporado la mano de obra de parientes y vecinos, conformando un sistema de prestaciones y contraprestaciones. Sin embargo estos mecanismos recíprocos sufren limitaciones dado que en muchos casos parientes y vecinos comparten las mismas modalidades productivas y se encuentran, por lo tanto en las mismas etapas del proceso de trabajo. Debido a esto, no solo se encuentran impedidos de prestar ayuda, sino que en ocasiones, también deben recurrir a la contratación de trabajo asalariado. Lo apuntado se asocia además a que ?la unidad doméstica tiene una disposición inelástica de la fuerza de trabajo dado el carácter familiar de la producción? (Balazote, 1995: 171).[13] El pago de algún jornal puede ser utilizado para suplir la ausencia circunstancial de hijos o del cónyuge, o bien cuando la extensión de tierra supera la capacidad de trabajo del grupo doméstico; y sólo en casos en que tales requerimiento no pudieran ser cubierto por prestaciones entre parientes o amigos. Debemos aclarar que el empleo de mano de obra extra-familiar sucede solo excepcionalmente, dado que el modelo campesino se basa precisamente en la abundancia del factor trabajo frente a la escasez de los factores tierra y capital. Las principales instancias de intercambio de trabajo se producen en las actividades inherentes al mantenimiento del sistema de riego, la reconstrucción de los senderos que comunican los distintos sectores del ?pueblo? y algunas actividades pecuarias como la señalada y el baño de animales, oportunamente detallados. Un caso particular de intercambio de trabajo es el que se realiza a modo de trabajo cooperativo de gran intensidad en la demanda de hora/hombre es el que se manifiesta frente a emprendimientos tales como la construcción de represas y tomas de agua, canales de riego. En estos casos la organización del trabajo suele desarrollarse en los ámbitos colectivos como el Centro Comunitario Finca Potrero y el Consejo Kolla Finca Santiago[14], con la formación de comisiones especiales. Otra modalidad de intercambio de trabajo es la "mediería" como forma de contraprestación que consiste en que un productor se compromete a cuidar animales ajenos, y en virtud de lo cuál se obtiene como retribución la repartición en partes iguales de las crías. Esta modalidad se presenta entre los productores de San Isidro y puesteros del ?monte? (tierras bajas del Este) mediante el cuidado de vacunos durante la invernada; y entre vecinos de San Isidro que por diversas motivos (migración estacional o superposición de diferentes procesos productivos). La existencia de vínculos recíprocos, que en algunos casos se institucionalizan mediante el compadrazgo, se expresa en préstamos y favores que resultan de muy difícil medida. No es posible responder en términos de equivalencia, pero sin duda quien brinda una prestación esta iniciando y esperando al mismo tiempo una contraprestación. En este intercambio recíproco nada se especifica acerca de como y cuando se devolverá el favor, nada se aclara de "cuanto" será lo retribuido; sin embargo, el compromiso entre ambas partes ha sido fuertemente establecido. Al contemplar las relaciones de intercambio tanto de productos en de origen campesino como de mano de obra campesina, frente a los productos y precios sancionados y originados en el mercado capitalista, se alude a un proceso identificable tanto en la relación capital/asalariado como en la relación capital/producción doméstica: se trata básicamente de un proceso de subordinación y explotación del proceso de trabajo y a su inclusión dentro del proceso de valorización del capital. Estas relaciones, con mediaciones específicas están contempladas en la categoría de subsunción del trabajo al capital, más allá de sus variantes formales y reales.[15] Las categorías apuntadas configuran un horizonte conceptual desarrollado por autores como Bennhold-Thomsen (1977), A. Bartra (1982 ), Gutiérrez Pérez y Trápaga Delfín (1986), Stoler, A. (1987), Trinchero, Piccinini, Gordillo (1995), quienes consideran respecto a los mecanismos y mediaciones entre en sector campesino y la ?sociedad global? que la historia ha mostrado que en el agro el capital puede establecer formas de dominación del trabajo que siendo similares a las propias de la subsunción directa, tienen una forma distinta de manifestarse, básicamente a través de mecanismos indirectos que se sostienen en el carácter no-capitalista del proceso laboral domestico: la compra y venta de productos, la contratación de su fuerza de trabajo y el otorgamiento de créditos. Hasta aquí hemos reseñado como a través del intercambio de mercancías en el mercado formador de precios, el trabajo campesino se subsume a la lógica del capital. Consideramos que el conjunto de la producción agrícola es un subsistema, el cuál se complementa con un componente importante en la economía de las familias campesinas estudiadas: los denominados ingresos extra prediales. En éste ámbito y en un marco relacional situamos la venta de fuerza de trabajo establecida entre los pobladores de las Fincas El Potrero y Santiago y el mercado de trabajo estacional de la región. Antiguas y nuevas relaciones de intercambio. Red Puna, final abierto. Las economías domésticas analizadas se vincularon históricamente con el sistema de plantación/ingenio azucarero mediante la venta estacional de fuerza de trabajo; sistema que incorporara - desde la década del 70- un importante proceso de mecanización de la zafra azucarera en los ingenios de Salta y Jujuy. Estas modificaciones estructurales produjeron cambios que afectaron de forma directa a la dinámica de reproducción social de los sectores domésticos, en dos direcciones. En primer término, la disminución de la demanda de mano de obra estacional por parte del