INVESTIGADORES
MATTONI Silvio Luis
artículos
Título:
Murena y la exégesis del ensayo como profecía
Autor/es:
MATTONI, SILVIO
Revista:
Nombres, Revista de filosofía
Editorial:
Universidad Nacional de Córdoba
Referencias:
Lugar: Córdoba; Año: 1999 p. 265 - 279
Resumen:
Resumen:  "Las páginas de este libro componen una especie de autobiografía mental." Es la primera frase de El pecado original de América de H. A. Murena. Sin embargo, no es un libro que hable sobre el individuo, sobre lo privado, sino que más bien circunscribe la esfera del sujeto poniendo en crisis, dejando sin fundamento, aquello que lo habría constituido. Como su título deja entrever, El pecado original es un libro sobre los mitos, sobre los sujetos que fundan, sobre los silencios que imponen. Acorde a su materia, la escritura de Murena no puede más que tratarla rapsódicamente, es decir, ensayísticamente.   No se intenta hacer en ese caso una crítica o un análisis racional de la estructura del mito, sino que los propios textos que se publican se constituyen como mitos. "Son", dice Murena, "los mitos que me forjé para explicarme el juego de las fuerzas humanas y sobrehumanas", lo que desemboca en el estado de las cosas y en la ontología de una clase de sujeto. El juego de fuerzas en conflicto sólo puede dar cuenta de su complejidad en cuanto correlato de esos mitos, de esos fragmentos unidos por un pensamiento que Lévi-Strauss no dudó en llamar salvaje y que configuran un patchwork, huella de un proceso que recupera las sobras de la razón instrumental.   Por otro lado, el escritor de mitos se aparta de la organización sistemática. Las relaciones entre los distintos fragmentos no serán entonces de subordinación, sino de contigüidad, puros desplazamientos sin jerarquías. No obstante, resultarán para el lector como facetas de un único prisma. Lo mismo da que esa unidad sea vista como intuición o como idea, como sospecha inconclusa, abierta, o como telos predeterminado, noción que estaba en el origen de todas esas formas variadas. El ensayo puede ser leído de ambos modos: ya se percibe en él un atisbo constante pero interrumpido, que reclama de la lectura algo más que su aceptación, que incita a la interpretación y la prosecución de los ensayos en un infinito acercamiento a esa intuición recuperada y cuya pérdida no puede datarse con precisión; ya se reconstruye, al leerlo, un eidos, una imagen cuya fragmentación es una herida que la escritura habrá intentado sanar, aun cuando la cura efectuada no sirva más que para ese único caso.