INVESTIGADORES
MATTONI Silvio Luis
artículos
Título:
Presencia de la suerte
Autor/es:
MATTONI, SILVIO
Revista:
Nombres, revista de filosofía
Editorial:
Facultad de Filosofía y Humanidades, UNCor
Referencias:
Lugar: Córdoba; Año: 2006 p. 111 - 119
Resumen:
Diderot publica entonces, en 1749, su Carta sobre los ciegos para uso de los que ven, donde se discute fundamentalmente el problema del origen de las ideas y la relación entre el pensamiento y las sensaciones. En esa carta, el futuro enciclopedista plantea objeciones a las conclusiones de Locke y de Condillac sobre el origen sensorial de las ideas. La caducidad de los seres y las cosas en Lucrecio, las combinaciones que surgen espontáneamente y luego se disuelven de manera absoluta son ejercicios del pensamiento para lograr la ataraxia, observar desde una lejanía, que sólo se aferra al instante presente, el caos multiforme del mundo, su permanente catástrofe. Para Diderot, en cambio, se trata de recordar que la moral, las leyes, las constricciones cristianas o monárquicas de la libertad son aleatorias; que todo es casual y por lo tanto nada es verdaderamente imposible, ni siquiera la felicidad humana, al menos en el instante que le toca vivir a este género en particular. Y lo que Bataille llamará la ?insubordinación de la materia? también intentará relacionar, vislumbrar la íntima conexión entre las metamorfosis continuas del mundo y los impulsos que conducen a la mayor libertad posible en lo social.             Precisamente, en mayo de 1947, Bataille publica un breve escrito en una revista. Se trata de una meditación cuyo título, ?La ausencia de Dios?, permite vincularla con la elaboración de esos diarios filosóficos que componen la ?Summa ateológica?. Allí la ausencia de Dios, imposible de expresar, se intenta sugerir a partir de diversas figuras, de imágenes y paradojas. Y quizás tenía razón Sartre cuando decía, acerca de libros como La experiencia interior, que Bataille era ?un nuevo místico?. Porque en verdad utiliza los procedimientos habituales de la literatura mística: siempre hay algo inexpresable que sin embargo impulsa una comunicación destinada de antemano a no poder ser entendida.             No se trata de entender entonces, sino de que otros puedan intuir, acaso revivir, por fuera del lenguaje, más allá de las imágenes puestas en juego, la experiencia imposible que es un acontecimiento, porque atraviesa el lenguaje pero no lo deja indemne. Sartre ponía el acento en el carácter evasivo, antirrealista de la experiencia a la que se refería la escritura de Bataille. Más bien deberíamos pensar que lo real, lo único que existe fuera de la burbuja lingüística y social, es esa experiencia, casi un exceso de inmanencia. Por lo tanto, importa menos que Bataille sea o no un místico, que retome esa tradición, aunque también lo hace con la filosofía, la sociología, la literatura, sino el hecho de que sea uno ?nuevo?, puesto que dice, forzando los límites del pensamiento y las palabras, una ausencia. Salgo de mí para encontrar no un sujeto trascendente o una eternidad ilusoria, sino la negra iluminación de mi propio abismo, inscripto en mi cuerpo. Como dijera el poeta argentino Héctor Viel Temperley, cuya experiencia también es un acontecimiento y que casi seguramente no leyó a Bataille: ?Voy hacia lo que menos conocí en mi vida, voy hacia mi cuerpo.?