IIBICRIT   20447
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES BIBLIOGRAFICAS Y CRITICA TEXTUAL
Unidad Ejecutora - UE
libros
Título:
El Renacimiento. La vida cultural europea entre los siglos XIV y XVII
Autor/es:
NICOLÁSKWIATKOWSKI; NORA SFORZA; MARTÍN JOSÉ CIORDIA; MARIANA SVERLIJ
Editorial:
Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2020 p. 308
ISSN:
978-987-8363-39-4
Resumen:
Este libro es el resultado del esfuerzo de un grupo de investigadores que, formados en disciplinas diversas, han trabajado colectivamente desde hace varios años acerca de distintos aspectos del Renacimiento y sus proyecciones ambivalentes más allá de Europa. El punto de partida de esas indagaciones ha sido, por cierto, aquello que podríamos denominar, con Silvia Magnavacca, el "Renacimiento originario". Se trata de aquella época de la historia italiana que Jacob Burckhardt concibió como el umbral de los tiempos modernos. Los estados y la política de la península abrieron caminos hacia formas seculares y autónomas del estado, el desarrollo del individualismo en cuanto factor básico del cambio social, el redescubrimiento del mundo, del ser humano y de su inmanencia, el despuntar de nuevas sensibilidades sociales, artísticas y religiosas. Para el desenvolvimiento de esos procesos, fue fundamental la resurrección del saber, de las letras, la arquitectura y las artes de la antigüedad. Sin embargo, también reconocemos que ese mundo dinámico estaba cargado de contradicciones y, en consecuencia, que produjo una realidad cultural bifronte: de las tensiones entre el paganismo antiguo vuelto a la vida y el cristianismo medieval cuyos ecos aún se percibían, emergieron creaciones novedosas en varios ámbitos de la vida social y cultural. Es por ello que, también desde el inicio, incorporamos a nuestros intereses indagaciones respecto de otros espacios y tradiciones que no pertenecían, en sentido estricto, a aquel ?núcleo originario?, pero araron en surcos abiertos para descubrir horizontes nuevos. Así, nuestro libro refleja también el hecho de que, desde la expansión atlántica europea, las miradas recíprocas entre la vieja Europa y los nuevos mundos se diferenciaron, pero nunca dejaron de dirigirse las unas a las otras, de reconocerse emparentadas y en disputa, de sustentar variantes, a menudo conflictivas y mestizas, de una matriz común.