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En esta contribución se analizan las visiones dominantes suscitadas en torno a la industria argentina, especialmente las referidas a la agroindustria azucarera y a las políticas proteccionistas que la garantizaban. En consecuencia, se concluye que, a fines del siglo XIX y durante la primera década del XX, el desarrollo industrial era considerado un signo promisorio del veloz crecimiento de la economía y de la sociedad argentina. Así, frente al espectacular desarrollo agropecuario, el desempeño de la actividad industrial se presentaba como una promesa incipiente que precisaba del respaldo efectivo del Estado, expresado en la implementación de aranceles protectores selectivos. Durante esta etapa, la industria azucarera adquirió gran visibilidad al conseguir tarifas específicas que posibilitaron, entre otros factores, el desarrollo de la agroindustria en el norte argentino, especialmente en Tucumán. Sin embargo, en la segunda década del siglo XX, al influjo del agotamiento del modelo agroexportador y de las adversas condiciones económicas creadas por el estallido de la guerra, la percepción dominante en torno a industria se modificó. En lo sucesivo, la actividad fabril fue considerada la principal responsable del encarecimiento del costo de la vida y de las malas condiciones de vida de las masas trabajadoras urbanas. En ese contexto, se configuró la intransigente impugnación a la industria azucarera, sindicada como un ejemplo de economía parasitaria. La política de azucarera de Yrigoyen, que solicitaba al Congreso la confiscación de la producción azucarera para rebajar el costo de la vida, fue tributaria de esta visión sustentada por la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista. El artículo explora también los componentes del discurso regionalista que se configuró como respuesta a lo que políticos e industriales tucumanos consideraron una agresión injustificada.