INVESTIGADORES
MIE Fabian Gustavo
artículos
Título:
La paradoja de la esencia en la primera metafísica de Aristóteles. La teoría de las categorías y la distinción objeto-atributo
Autor/es:
FABIAN MIE
Revista:
DIáLOGOS
Editorial:
Universidad de Puerto Rico
Referencias:
Lugar: San Juan de Puerto Rico; Año: 2003 vol. 82 p. 83 - 107
ISSN:
0012-2122
Resumen:
La restricción de un primer tipo de predicados –que pueden responder a una primera pregunta por el ‘qué es’– a la substancia primera, tal como en Categorías tiene lugar, constituye una transición, desde los Tópicos hasta las Categorías, consistente con la posición original de la teoría de las categorías. Según la posición madura de las categorías, ellas tienden a desentrañar el problema suscitado en torno a la asunción de un concepto universal y abstracto de ser, demostrando que ‘tò ón’ no significa nada por sí mismo, no tiene sentido fuera de una combinación sintáctica de determinado tipo (cf. Metaph. V 5, 1017a 22 ss.; VI 2, 1026a 33 ss.; 4, 1027b 30 ss.; IX 10, 1051a 34 ss.; XIV 2, 1089a 26 ss.), ni constituye un nombre que posea un referente en la realidad (cf. Int. 3, 16b 22-25). Por el contrario, ‘tò ón’ significa una multiplicidad de formas de conexión proposicional y fuera de esa función no es nada determinado. Para el verbo ‘ser’ ni siquiera vale lo que para otras formas verbales, las cuales, empleadas fuera de toda combinación con un sujeto, alcanzan, no obstante, a tener un significado (cf. Int. 3, 16b 19-20), funcionando en ese caso análogamente a un nombre cuando las formas verbales substantivadas no indican el tiempo[1]. Otto Apelt concluyó, a partir de aquí, que tò ón tiene un significado copulativo[2]. A pesar de la existencia de interpretaciones contrarias, el significado originario de kategoría –que Michael Frede ha expuesto recientemente[3]– se pliega perfectamente a esta descripción. En Top. I 9 se clasifican distintos vínculos posibles[4] entre el sujeto y el predicado, es decir, distintas formas proposicionales en que pueden articularse los cuatro diversos tipos de significación que expresa todo enunciado. En cuanto las categorías clasifican tipos de preguntas genuinamente diferentes, ellas son irreducibles entre sí y no se subsumen como especies a un único género de predicado (Metaph. V 28, 1024b 15). Los predicados categoriales constituyen una clasificación hecha apelando a conceptos que explican el tipo lógico de las nociones incluidas en enunciados estándar, donde se dice algo de un objeto, tanto del objeto como tal (primera categoría) cuanto de ese algo (ti) tomado como la clase de entidad (tóde) que puede presentarse de distintas maneras (en su cualidad, en su cantidad, en su relación, en su tiempo y lugar etc.), y en ellas no como un ‘esto’ o como algo independiente y singular sin más, sino como aquello que precisamente da un soporte (hypokeímenon) a esas maneras de presentarse y las unifica en cuanto esas distintas presencias no son nada aparte de determinaciones del objeto. Profundizando esta vía se llega al problema de encontrar una relación que vincule todos esos tipos de predicados. Por lo antedicho, ese vínculo no puede ser explicado por la sinonimia. Los distintos usos de ‘es’ no reconocen una definición común, sino que, en su posición madura, Aristóteles llegará a formular programáticamente que hay tantos significados de ‘ser’, cuantos tipos de predicados diferentes existen (Metaph. V 7, 1017a 23-24, 27), y aclarará mediante la unidad referencial (pròs hén legómenon, cf. Metaph. III 2, 1003a 33; VII 4, 1030b 3; EN I 6, 1096b 27[5]) la naturaleza indeterminada de las propiedades accidentales en su relación con el sujeto, dentro de la primera metafísica. En este ensayo me propongo aclarar el planteo de la multiplicidad categorial en la primera metafísica aristotélica y la posición de la substancia primera en el orden de los conceptos con que allí se opera –en el siguiente parágrafo intento precisar mi propia tesis al respecto–. En cierto modo, aquí no hago otra cosa que replantear el viejo problema de la relación entre el tóde ti y el tí esti; a pesar de los múltiples y lúcidos tratamientos existentes, creo que esa relación puede ponerse un poco más en claro y, junto a ello, pueden mostrarse algo mejor los límites de la primera metafísica aristotélica frente a la posición madura de Metaph. VII recurriendo a una discusión del sentido que le cabe a la prioridad de la “substancia primera” a partir de los diversos significados de prioridad que Aristóteles reconoce. Parte de mi hipótesis al respecto es que Aristóteles opera, sin tematizar suficientemente, con un determinado concepto de prioridad en la noción de substancia primera[6], concepto que es, además, internamente consistente –contra lo que indica una opinión bastante aceptada[7]– tanto dentro de la primera metafísica, cuanto también en la relación que existe entre ésta y la posición madura de Aristóteles. Esto último debería contribuir en alguna medida a plantear con mayor exactitud en qué consisten las novedades que aportaría la metafísica madura. Para esto tendré que precisar las nociones de prioridad lógica y ontológica. Con ello aspiro a demostrar que la posición de la substancia primera es perfectamente consistente con el desarrollo de la teoría aristotélica de la predicación; así como también constituye, en la teoría de los compuestos accidentales, una alternativa al análisis platónico de las entidades. Con esto último espero contribuir a un más nítido posicionamiento histórico del aporte que representa la teoría aristotélica de las categorías. La alternativa aristotélica recién mencionada está basada en la distinción de diversos sentidos de ‘primero’; distinción que se realiza a partir de un rechazo de las metodologías platónicas (universalizante y elementarizante), debido a varias dificultades existentes en su combinación[8]. Finalmente, esta crítica conduce a algunas reformulaciones obligadas en la teoría de la predicación. El tema de la teoría aristotélica de la predicación indica, ciertamente, un amplio campo de aspectos y problemas, pero aquí sólo consideraré esos aspectos restringidamente y en la medida en que conciernan al principal tópico de este estudio[9]. [1] Éste es, efectivamente, el fundamental punto de vista aristotélico, desarrollado en toda su producción madura; por él se rechaza la ontología platónica sustentada sobre una noción universal o genérica de ‘ser’, que trata a este término como un nombre para una cierta clase de entidades específicamente determinables. A consecuencia de ello, el platonismo está forzado a hablar de ‘grados de realidad’ (más o menos real, mâllon/hétton ón, óntos ón, y los adjetivos usados para referir a propiedades de las cosas sensibles, expresados regularmente en grados comparativo y superlativo) para hacer espacio, dentro de lo real, a las imágenes sensibles, y distinguir de ellas a las ideas, entendidas como cosas que, aun cuando su propiedad se aplica a los particulares, son más F que ellos. Ésta es la única vía posible para quien opera con un concepto unívoco de ser, según el cual no son concebibles entidades más que de un único y mismo tipo. Platónicamente, todos los enunciados tienen la única forma X Es F, o sea, F define a X, F es una entidad (una idea) de un tipo homogéneo a G, H, I etc. Una consecuencia de esta univocidad –que pone ante su propio límite a la forma general del enunciado platónico antes mencionado– es la imposibilidad de identificar e individualizar las cosas sensibles en la medida en que ellas no son (sin más o complemetamente) F. En su caso habría que hablar de una atribución accidental sin opción (‘x Tiene/Posee F’). Sobre los ‘grados de realidad’ cf. Vlastos [1965]; Bröcker [1959]; Kamlah [1963], espec. I-III. La ruptura con esta posición está en el origen de la teoría de las categorías y, por tanto, es programática en Metaph. VII 1. Esa ruptura teórica da lugar a la reformulación de la pregunta tradicional ‘¿qué es el ente (ón)?’ en la nueva pregunta ‘¿qué es la ousía?’ (1028b 2-4), cuestión que es el producto de la aplicación de un tratamiento categorial a todos los candidatos al ser –es decir, una elaboración resultado de la semántica del pròs hén legómenon, de Metaph. III 2–, que habían sido propuestos por los filósofos anteriores. La nueva pregunta aristotélica implica también que hay un primer sentido de ser y otros derivados, solamente explicables por su referencia a aquél, y cuya característica principal es que contienen, en su propia determinación, una mención a la entidad primera. Uno de los resultados de este cambio de posición consiste en que Aristóteles no elabora una ‘metafísica graduada de los elementos’ –tal como es un patrón común a las teorías de los preplatónicos y de Platón mismo junto a algunos escolarcas de la Academia antigua– al intentar responder la pregunta por las causas y los principios (cf. Metaph. I 1) de los entes. Aristóteles plantea, en cambio, una metafísica donde el sentido de la interrogación por lo primero es totalmente otro; esa interrogación se responde a través de la teoría de la substancia. Algunos textos donde Aristóteles afirma que el ser no es un concepto genérico y que no refiere por sí mismo a ninguna entidad son Metaph. III 3, 998b 22.; 4, 1001a 5-6; VII 16, 1040b 18; VIII 6, 1045b 3-7; X 2, 1052b 23; XI 1, 1059b 27-33; APo. II 7, 92b 13 ss.; cf. también Alex. in Metaph. 242, 5-6 (‘ser’ y ‘bueno’ se hallan entre los ‘(términos) dichos en referencia a un (significado primero)’, pròs hén legómena). [2] tò eînai y tò ón se usan sinónimamente, y tò eînai es el esti de la cópula; cf. Metaph. X 2, 1054a 13 ss.; IV 2, 1003b 26 ss.; APr. I 1, 24b 16 ss.; Ph. I 2, 185b 30; Bonitz, Index aristotelicus [19552], 220b 52-56. [3] Cf. Frede [1987a]. [4] El texto de Top. I 9 no da la impresión de que el autor hubiera pensado que sería imposible añadir otras clasificaciones de formas de vinculación lógica entre sujeto y predicado. Sobre el problema de la completud de las categorías y la historia de su interpretación cf. espec. Oehler [1997], Einleitung, passim; Kapp [1920], 245 n. 32 (indiferencia de Aristóteles ante la cuestión de la completud de las categorías). [5] Cf. Ross [1958], II, com. a Metaph. III 2, 1003a 33; y espec. Owen [1960]. [6] Cf. infra 6.-8. [7] Me refiero a la posición de Owen [1960], contra algunos de cuyos resultados se manifestó convincentemente y en detalle ya Vigo [1989] y [1990]. Parte de las correcciones a efectuar a Owen consisten en aclarar los distintos significados de prioridad, pues lo que Owen llama “prioridad natural” no resulta del todo transparente desde el punto de vista conceptual, ni se corresponde totalmente con las distinciones de Aristóteles. [8] Cf. infra Apéndices II y III. [9] Todo el problema de la predicación de la forma a la materia queda fuera de esta consideración por pertenecer a la metafísica madura.