Dictaduras, organizaciones y juicios en procesos históricos democráticos

LUDMILA DA SILVA CATELA

Córdoba

Congreso; X Reunión de Antropología del Mercosur; 2013

Universidad Nacional de Córdoba

Durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), las fuerzas de seguridad, secuestraron, torturaron, asesinaron y desaparecieron a ciudadanos argentinos de diversos orígenes sociales, edades y lugares de residencia. Hombres y mujeres fueron convertidos en ?enemigos?, en casi no-humanos y asesinados o desaparecidos en nombre de la nación, los valores cristianos y el anticomunismo. Mujeres embarazadas fueron mantenidas vivas en cautiverio hasta que sus hijos nacieran, para luego apropiarse de ellos y posteriormente asesinarlas. Miles de ciudadanos se exiliaron interna y externamente. La Justicia, los ministerios, las cárceles, pasaron a ser instituciones que, mayoritariamente, acompañaron este accionar clandestino del Estado. En cada provincia, pueblo o localidad la represión se hizo sentir en sus diversas formas y sentidos. Los años setenta son recordados como los de mayor violencia política y la última dictadura militar como la más sangrienta de la historia. Pensar, imaginar, suponer que toda esa experiencia podía quedar impune, habla del poder que creían tener las fuerzas represivas: fuerzas armadas, policía, gendarmería y civiles cómplices de ellos. Sin embargo, que esos crímenes no hayan pasado por el tamiz del olvido, está atado a la acción constante de hombres y mujeres que se movilizaron y movilizan frente al secuestro, las detenciones masivas, la desaparición de sus seres queridos. Pero también a un saber trágicamente acumulado. Desde inicio de siglo, la nación Argentina enfrentó diversas masacres a obreros, indígenas y campesinos. Frente a esas muertes, el silencio se rompió una y otra vez en nombre de la verdad y la justicia. La reacción vino de la mano de abogados, políticos o librepensadores que denunciaron y fueron construyendo una noción de alteridad, donde se instaló una ?baja tolerancia? frente a la muerte del otro. Sin embargo las experiencias previas no pudieron impedir la tragedia de la última dictadura, pero permitieron, desde mi punto de vista, una rápida reacción y la imposibilidad de que lo ocurrido se transforme en impunidad. La memoria, la justicia y el derecho a la verdad constituyen tres bloques ?duros? y un piso de compromiso social y político frente a la desaparición.