INVESTIGADORES
PODERTI Alicia Estela
libros
Título:
Brujas andinas. La hechicería colonial en el Noroeste Argentino
Autor/es:
PODERTI, ALICIA ESTELA
Editorial:
Consejo de Investigación Universidad Nacional de Salta,
Referencias:
Lugar: Salta; Año: 2002 p. 156
ISSN:
978-987-99460-7-7
Resumen:
En el tranquilo Tucumán colonial existían mujeres que estaban condenadas a la muerte de antemano por las creencias que practicaban. Eran las brujas que habían hecho pacto con el demonio y de esta forma convertían a la hechicería -temida y con distintas adhesiones- en una nueva cosmovisión paralela a la religión imperante. Esa práctica social aterró a los poderes de la época que se defendieron atormentando y asesinando a las mujeres transgresoras.­ La criminalística de aquellos años investigó el delito de hechicería casi sólo en mujeres que eran marginadas como las esclavas, negras y otras sospechadas por su práctica sexual. El poder religioso y político se esmeró en gesto administrativista en documentar jurídicamente los fallos de pena de muerte y los mandamientos al "potro de tormentos" al que eran enviadas las rebeldes mujeres. Todo este escenario que involucra a la hechicera de la región, es el resultado de una necesaria investigación sobre el pasado que recoge el nuevo libro de Alicia Poderti, "Brujas andinas. La hechicería colonial en el noroeste argentino", editado por el Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta.­ Como muestra de los textos jurídicos del latrocinio hay en el libro un anexo dividido en dos partes. Una se titula "Expediente criminal obrado contra una negra esclava, por hechicería (1703)" y la otra "Querella presentada por Juan Barraza contra Julián Barraza, por heridas que le ocasionó e imputación que le hizo de hechicera (1750)".­ La autora -historiadora y escritora- crónica el fenómeno de la caza de brujas dentro del ambiente inquisitorial. Por medio de descripciones culturales y recuperando la comprensión del detalle para explicar lo principal, colocó en el centro de la reflexión a la brujería como chivo expiatorio de una sociedad represora. Poderti va más allá  y en su investigación rescata y profundiza la historia genérica al afirmar en su libro lo particular: "cada grupo social tiene un concepto de mujer que proviene de su andamiaje histórico y cultural. Una de las constantes en la cultura occidental-patriarcal es la asignación de roles pasivos a las mujeres, y, al mismo tiempo, la presencia de un componente que subraya las características siniestras y demoníacas del genero femenino". O sea que en nombre de la estigmatización de un género está  la justificación de la tortura y el crimen de personas marginadas. Para la autora estas situaciones "han obligado a las mujeres defenderse de la mentalidad autoritaria" sin poder combatir las "falacias del orden que las segregaron en todos los tiempos".­ Intencionalmente el ensayo, al examinar una abundante bibliografía sobre la represión a las brujas, reivindica la tolerancia y a la mujer víctima de los patrones patriarcales que le negó no sólo la igualdad con el hombre sino que también le prohibió la existencia de ideologías diferentes. Al rechazar la diversidad, el poder se arrogó la pena de muerte para la bruja.­ Los sucesos analizados por Poderti acontecieron al siglo siguiente en que otra cacería había dejado una marca endeble en la historia mundial de la represión y la tortura. Son los hechos de la ciudad  de Salem, vecina a Boston, en los Estados Unidos. Una esclava del Caribe, Tituba, fue acusada de inducir a que el demonio ocupe el alma y el cuerpo de 150 mujeres de Salem. Tituba estaba dedicada al vudú. La tortura a mansalva arrancó supuestas confesiones que en 19 de las "brujas" terminaron en condena a muerte. Las otras acusadas salvaron el pellejo por que los jueces machistas y contra la condición femenina debieron revisar luego los procesos penales levantando los cargos para que se sigan detenidas. Poderti, historiadora y escritora con un vasto trabajo intelectual salteño, en esta nueva investigación eleva algunos paradigmas sobre el discurso político y religioso a un ordenamiento teórico-cultural. Deduce que el poder ha justificado la criminalización de la hechicería por el gran temor al daño que pueda hacer el demonio a través de su portadora más representativa, la bruja. ­ En el ensayo se consideran las razones de predicamento moral que tenían las hechiceras en los hombres coloniales, que buscaban en ellas poderes eróticos, omnipotentes y los atributos de dominio sobre el mundo y las personas.­ La autora recuerda que los casos de brujería andina eran juzgados bajo criterios específicos por un Tribunal de "Extirpación de las Idolatrías". Ese tribunal tenía en cada región o ciudad un comisario que informaba sobre los posibles hechos de brujería. Había un control social para mantener "a raya" la chusma.­ El libro es un pedazo de historia que avergüenza al pasado de la humanidad que cometió tanta injusticia con las mujeres humildes y de pensamiento mágico. Fueron los siglos donde la ciencia y la técnica todavía balbuceaban, sobre todo la medicina. Las brujas ofertaban (¿hoy no lo siguen haciendo en forma más permisible?) la administración de la diversidad terapéutica sobre el cuerpo y la mente y también aseguraban ayudar a la búsqueda de la inmortalidad. Poderti dice que popularmente se les adjudicaba "el poder de causar enfermedades, impotencia, locura y muerte" con la creencia que propiciaban relaciones sexuales extralegales.­ Libro breve pero polémico e incitador a recorrer la abundante bibliografía sobre las distintas ideas y opiniones con que la brujería impactó en la colonia. Lo lamentable de estos sucesos es que la humanidad no aprendió de una vez por toda la lección. Sufre de una amnesia parcial, entendió que no hay porqué reprimir a la bruja pero no se olvidó de la tortura. En muchas partes y por otros cargos aún sigue el uso para el enemigo del potro de los tormentos físicos y psíquicos.­(Extracto del comentario del Lic. en Psicología Rodolfo Ceballos, Univ. Católica de Salta).