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La margen occidental del Nilo funcionó como un espacio reservado para las prácticas funerarias que se evidencian en la construcción de tumbas reales y privadas, de templos de millones de años y de vías procesionales. Este área de culto resultaba intermitentemente dinamizada a través de la celebración de rituales y festividades que involucraban procesiones en las que participaba la realeza y actividades que se desarrollaban en torno a las tumbas privadas. Esta presentación tiene por meta analizar las expresiones del poder faraónico y de las elites gobernantes en la construcción del paisaje tebano, donde las acciones que lo dotaron de significación se habrían vehiculizado a través de la disposición de tumbas privadas y de templos de millones de años, entre los que se habrían establecido una red de conexiones simbólicas. Se espera que las hipótesis de trabajo derivadas de la distribución de estructuras arquitectónicas contribuyan a la comprensión de la toma de decisiones, en cuanto a la construcción, mantenimiento y destrucción de monumentos funerarios. Acciones que habrían terciado a favor de la selección de aquellos lugares en dónde los miembros de la elite construyeron sus tumbas y los faraones sus templos, en sintonía con la conformación y perduración de redes simbólicas. En este sentido, la distribución de construcciones -nuevas y desmanteladas- introduce una diferenciación entre sectores del espacio, resultando así una jerarquización del mismo, en donde la proximidad entre estructuras, la redundancia ocupacional y la intensidad de usos de lugares conforman indicadores arqueológicos de las interrelaciones entabladas entre individuos y corporaciones. Se sostiene, pues, que en el modelado de paisajes culturales los agentes productores, transformadores o destructores del registro arqueológico actuaron tomando decisiones, tanto individuales como colectivas, en función de sus rangos y de las relaciones de parentesco.