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La validación requiere una serie de procesos interrelacionados. Es un proceso experimental: reactivos y protocolos se optimizan mediante experimentación para detectar el analito con exactitud y precisión. Es un proceso relativo: la sensibilidad y especificidad diagnóstica se calculan en relación con los resultados de pruebas obtenidas a partir de poblaciones de animales de referencia de la infección conocida ó estado de exposición. Es un proceso condicional: la clasificación de los animales en la población como infectados o no está condicionada a lo adecuada que sea la población de animales de referencia utilizados para validar el ensayo; predicciones precisas sobre el estado de infección de los animales según los resultados de la prueba (PV y el PV-) están condicionadas a la verdadera prevalencia estimada de la enfermedad ó infección en la población objetivo. Es un proceso incremental: la confianza en la validez de un ensayo aumenta con el tiempo cuando el uso confirma que es robusta, como lo demuestran los resultados exactos y precisos. En el análisis también se pueden lograr niveles crecientes de validez, ya que se actualiza y amplia por la adición de poblaciones de referencia de estado de infección conocido. Es un proceso continuo: el ensayo sigue siendo válida sólo en la medida que continúa proporcionando resultados exactos y precisos como lo demuestra la verificación estadística. Por lo tanto, el trabajo requerido para la validación de pruebas de diagnóstico de las enfermedades infecciosas no termina con una serie limitada en el tiempo de los experimentos sobre la base de unos pocas muestras de referencia: para asegurar la validez de los resultados de pruebas de un ensayo requiere un continuo monitoreo y mantenimiento de la prueba, a lo largo del tiempo y con revalorización de sus características de rendimiento para cada población en la que se aplica.