CEVE   05368
CENTRO EXPERIMENTAL DE LA VIVIENDA ECONOMICA
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
CIRCUITO PRODUCTIVO INTERACTORAL.
Autor/es:
PEYLOUBET PAULA; MASSUH HECTOR; BAREA GERMAN; O´NEILL TOMAS; VERDINELLI TOMAS; FENOGLIO VALERIA
Lugar:
CORDOBA. ARGENTINA
Reunión:
Otro; II SEMINARIO IBEROAMERICANO DE CIENCIA Y TECNOLOGIAPARA EL HABITAT POPULAR; 2007
Institución organizadora:
CENTRO EXPERIMENTAL DE LA VIVIENDA ECONOMICA- CEVE-CONICET
Resumen:
El presente trabajo pretende aportar a una reflexión acerca del valor de la construcción del conocimiento. En este sentido se quiere repensar desde la perspectiva general de la epistemología (el cómo) y la axiología (el para qué – los valores)  la utilidad y razón social de la investigación ligada al hábitat popular. Las expresiones aquí vertidas son el corolario de diversas investigaciones y acciones realizadas por el equipo de autores en los últimos años. Sobre esas investigaciones y acciones se ha podido reconstruir una posición investigativa fundada en la lógica de la  utilidad social de la investigación que precisa de campos teóricos elucidantes como así también de campos empíricos transformables. La investigación en hábitat popular no posee ningún valor si no constata con evidencias reales que el conocimiento producido mejora situaciones iniciales. La investigación en hábitat requiere de una visión compleja y exige que los límites de su trayectoria no se piensen reducidamente. Hábitat es objeto, sujeto y entorno, y todas las relaciones que de ellos devengan junto a su historia. La investigación en este campo debe superar los límites arcaicos de la disyunción y reducción del paradigma de la simplificación, para dar a luz el paradigma de la complejidad en todas sus manifestaciones, profundamente culturizadas, fundando un modo de construir conocimiento colectivo, útil para la sociedad. Partiendo de esta posición, el conocimiento nunca debería poseer una axiología neutra, ya que se haya unido íntimamente al significado transformador de este. Es así como su génesis, su principio fundamental, es colaborar con las necesidades humanas y la resolución de sus problemas. Ahora bien, si la construcción de conocimiento, tal como se entiende en este trabajo, depende de valores culturales, es lógico pensar entonces que deben existir interacciones entre el saber y otras acciones humanas de fuerte impronta cultural. Según Pierre Bourdieu (1997[2003:136-137]) existen dos tipos de demandas dirigidas a los investigadores, que pueden proyectarse sobre quienes abordamos la problemática del hábitat, una es el saber qué hacer con los problemas explicitados y otra es contribuir a formular los no explicitados. Esta aseveración implica aceptar que la construcción del conocimiento posee un fin en sí mismo de utilidad respecto de su rol en la resolución de problemas. En el primer caso, consiste en atenerse a la demanda planteada y en el segundo caso es responder a las demandas potenciales o virtuales. En nombre de este último proceder se hizo “hablar” en muchos oportunidades a los pueblos, desvirtuando entonces la demanda potencial. Por otro lado solucionar la demanda planteada supone adherir a las capacidades culturales de quienes las plantearon. Dice Bourdieu: “…La opinión personal es un lujo. En el mundo social hay gente que “es expresada”, personas en nombre de las cuales se habla porque ellas no hablan, para las que se producen problemas, porque ellas no los producen…” (Bourdieu 1997[2003:138]). Es justamente esta desigualdad en la producción de opinión la que le designa una importancia superlativa a la responsabilidad que les cabe a los investigadores ya que les corresponde demoler los falsos problemas planteados por quienes ¡se les hizo hablar”, y formular al mismo tiempo problemas reales con la participación activa de quienes los tienen. Esta situación supone una acción concreta, organizada y con participación directa, sin intérpretes ni intermediarios. Es importante para ello establecer ámbitos de discusión libres, en los que la reflexión colectiva desemboque  en toma de posiciones públicas “empoderadas”, esto es, asumir el poder que emana de un constructo social específico, colectivo y verdadero. En este sentido, e introduciéndonos directamente en la problemática del hábitat popular y su relación con la pobreza, la investigación en este campo gira alrededor de las necesidades de ciertos sectores sociales, establecidas a partir de las carencias que estos sectores padecen expresados en un estado de vulnerabilidad frente al colectivo social. Bajo este enfoque el abordaje del problema, y toda la construcción de conocimiento inherente al mismo, ha sido fuertemente sesgado por esta unívoca y monopólica visión. Durante muchos años, y actualmente también, la posición se ha atrincherado detrás de una mirada economicista cuyo factor de transformación se ha centrado en la materialización de vivienda e infraestructura para los sectores pobres. El problema explicitado en ese sentido ha sido la falta de cobijo y seguridad material. La comunidad de investigadores ingenuamente ha adherido a este planteo y ha intentado fabricar respuestas solucionadoras al mismo. Pero en la actualidad se han producido otros enfoques alternativos que, revisando la ineficacia de las soluciones planteadas hasta el momento, han constatado que el problema no se resuelve aún, ni está en miras de poder resolverse, si se sigue con la misma visión en la construcción de la resolución del problema. Este nuevo enfoque alternativo se basa en la existencia de potencialidades en los sectores pobres, que aún bajo estados de vulnerabilidad y carencias, desarrollan satisfactores endógenos, producto de estrategias de sobre vivencia nacidas de la necesidad y de sus  potenciales creativos, propios de la naturaleza del ser humano. Su participación directa en la resolución de los problemas es sin duda entonces, una salida. Estas nuevas ideas precisan de un campo liberador que permita explicar el nuevo modo de comprender el problemas desde un nuevo planteamiento cognitivo y  cultural. Somos testigos de este cambio conceptual y estructural del abordaje en las investigaciones referidas a hábitat popular. Por otro lado, la incertidumbre, las no precisiones y el caos ya no operan sobre nuestros pensamientos como unidades capaces de abortar nuestras ideas. Son justamente el alimento de las nuevas concepciones. La maravilla de este tiempo, de construcciones colectivas y de transformaciones, se basa en la capacidad creativa del investigador (sujeto cognoscente) y de la participación activa del habitante (sujeto por conocer) discurriendo sobre la compleja problemática de hábitat en torno a los cambios en la realidad. Finalmente se está comprendiendo que el investigador debe ser parte de un hecho cultural, profundamente decidido a reencontrarse. Los escenarios de investigación deben abandonar los laboratorios y “tomar las calles”. El sector intelectual debe estar persuadido de que su producción necesariamente encuentra un nicho si responde al uso social. Hoy más que nunca somos testigos y podemos ser adherentes a la construcción de conocimiento de rango superlativo, honrado por la condición de utilidad social y consagrado a la búsqueda de un desarrollo integral centrado en el equilibrio entre el ser humano y su hábitat (PEYLOUBET. 2007).