CONICET | Buscador de Institutos y Recursos Humanos

La intensificación agrícola incrementó la productividad de los agro-ecosistemas, pero también tuvo impactos negativos sobre los ecosistemas. La pérdida de la biodiversidad es una de las consecuencias principales del uso más intenso de las tierras agrícolas, a la que se suma la homogenización de los paisajes rurales, las alteraciones en los ciclos biogeoquímicos y el aumento de plagas y malezas difíciles de manejar. Las iniciativas actuales para paliar los efectos negativos de la agricultura buscan que la intensificación sea ?sustentable? o ?ecológica?. Bajo la opacidad de esta denominación se albergan dos visiones de la agricultura, las que contrastan en sus puntos de vista y propósitos. Una de las perspectivas se enfoca en el diseño de sistemas agrícolas más productivos y eficientes en el uso de insumos basados en tecnologías y prácticas de manejo con bajo impacto ambiental, principalmente con menores riesgos de contaminación del agua con nutrientes y reducciones en las emisiones de gases con efecto invernadero. El otro enfoque se centra en los procesos ecológicos asociados con los servicios ecosistémicos de la biodiversidad, como por ejemplo la polinización y la regulación biológica de plagas. La primera posición es la más difundida entre los investigadores en agronomía, ecofisiología de cultivos y manejo de la fertilidad, entre los que prima un enfoque experimental centrado en las escalas de cultivo y lote agrícola. La segunda perspectiva está generalizada entre los ecólogos que hacen sus investigaciones en ambientes cultivados, donde el foco está puesto en los ambientes semi-naturales y en la escala de paisaje. El objetivo de esta presentación será explorar las complementariedades y sinergias entre ambos enfoques, tanto para conciliar posturas aparentemente contrastantes, como para contribuir a la construcción de una perspectiva integral que considere la amplia diversidad de sistemas agrícolas implementados en Argentina.