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La producción agrícola ha experimentado un uso creciente de productos fitosanitarios durante los últimos cuarenta años como consecuencia de la intensificación de los sistemas productivos. Esta tendencia ha permitido aumentar los rendimientos de las cosechas, pero por otro lado puede afectar negativamente al sistema productivo, incluyendo a los propios trabajadores. En nuestro laboratorio hemos venido trabajando en la determinación de la Exposición Dérmica Potencial (EDP) de los trabajadores del sector hortícola periurbano, en relación con la obtención de indicadores cuantitativos de riesgo (MOS: Margin of Security) y las diferentes variables críticas que afectan esta propiedad, como por ejemplo: la experiencia del aplicador y el tamaño y geometría del cultivo (1), (2). Estos indicadores son útiles porque permiten estimar las condiciones de seguridad durante la etapa de preparación y aplicación del producto fitosanitario desde la perspectiva del aplicador. Otro aspecto relacionado que también es interesante estudiar, es la distribución de los productos fitosanitarios aplicados entre los distintos sub-ámbitos asociados a este proceso: el propio cultivo, el suelo, el entorno y el aplicador. Dado que los suelos sometidos a actividades agrícolas pueden funcionar como reservorio de plaguicidas y sus residuos pueden circular entre la atmósfera, el agua y los organismos vivos; resulta valioso indagar acerca de la distribución de estos productos en el ecosistema. Si bien es de esperar que la mayor parte del producto rociado quede sobre las plantas de interés, las cantidades que pudieran quedar en el suelo productivo podrían ser importantes. En este trabajo se presenta el método de muestreo y determinación cuantitativa desarrollado para evaluar el balance de masa entre el suelo, el cultivo y la deriva, para el caso de la aplicación del insecticida deltametrina en el cultivo de brócoli.