BECAS
VILLANUEVA MarÍa Lourdes
libros
Título:
Educación y Trabajo, miradas desde lo regional. Territorio y desigualdad de oportunidades
Autor/es:
ALVAREZ, MARIA VALERIA; MICHNUIK, NATALIA; VILLANUEVA, MARÍA LOURDES
Editorial:
El colectivo
Referencias:
Año: 2012 p. 175
ISSN:
978-987-1497-61-4
Resumen:
PRÓLOGO Este libro se enmarca y es producto del recorrido académico y reflexivo de los últimos seis años del equipo Educación y Trabajo de la Unidad Académica Río Gallegos de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, dirigido por el Dr. Juan Ruiz. En nuestro proyecto anterior, de Áreas de Vacancia (PAV) 153, denominado: Los procesos de enseñanza y de aprendizaje de los saberes socialmente productivos. Los saberes del trabajo, nos abocamos a analizar rasgos importantes de la dinámica territorial, psicosocial, educativa y laboral generada en Santa Cruz bajo la impronta de las políticas inscriptas en este sentido por parte del Estado Nacional, y ejecutadas a través de las empresas públicas Yacimientos Petrolíferos Fiscales y Yacimientos Carboníferos Fiscales . Particularmente estudiamos cómo los saberes socialmente productivos de los trabajadores de estas empresas generaron identidad y cohesión social, y cómo estos elementos y el tejido social fueron afectados por los modos en que la restructuración productiva se desarrolló en la región .En la investigación actual nuestras preocupaciones conceptuales se expresan en el PICT-Redes 1736/2006: Educación y trabajo. Estrategia para la reconstrucción de la trama social y productiva en la Argentina. Políticas Públicas Educativas en el retorno a la institucionalidad democrática (1984-2006). Los casos de las provincias de San Juan, Santa Cruz, Santa Fe y Buenos Aires. En ella nos propusimos explorar y comprender las condiciones en que se diseñan las políticas educativas vinculadas al mundo del trabajo, implementadas en la Patagonia Austral. En este sentido se considera su vínculo con la producción académica del período sobre el tema, las reestructuraciones productivas estatales y privadas acaecidas a nivel provincial y nacional, las directivas impartidas por el Ministerio de Educación de la Nación, y las demandas sociales existentes. Estas investigaciones han sido realizadas desde un enfoque transdisciplinar, que ha permitido enriquecer nuestra mirada sobre los problemas que nos ocupan en el campo de la educación. Es desde esta experiencia y desafíos que hemos desarrollado un seminario interno con especialistas del desarrollo local e invitado a colaborar en el libro a un colega del área de las ciencias sociales, cuyo aporte brinda elementos sustantivos y valiosos en este sentido. El Dr. Alejandro Schweitzer es un docente e investigador de reconocida formación y experiencia, que actualmente se desempeña tanto en las órbitas de la UNPA-UARG como del CONICET, al cual agradecemos su compromiso y participación para desarrollar un enfoque complejo de los problemas territoriales y los objetivos que nos convocan. La trayectoria académico-laboral del equipo ha permitido problematizar y visualizar los impactos psicosociales, educativos, laborales, etc. de las reformas neoliberales en Santa Cruz. Las mismas han implicado, como intentamos argumentar en este prólogo y a lo largo del libro, la acentuación de distintas desigualdades preexistentes y el debilitamiento de tendencias positivas originadas en décadas anteriores, generando profundos y aún pendientes costos sociales. En este nuevo escenario las políticas educativas, antes claves para ingresar al mercado laboral, son reestructuradas en función de intereses extrarregionales, mientras resultan pobre y selectivamente valoradas desde los empleadores como fundamentos de personal calificado. Entendemos que estas políticas no logran interpretar acertadamente los desafíos y dificultades en curso, por lo que aparecen desvinculadas de estrategias propicias para la construcción de respuestas superadoras de los mismos. Territorio y reconfiguración del modelo de desarrollo Aproximadamente y con distintos matices, hasta principios de la última dictadura militar, el Estado Nacional dirigió y realizó la explotación de los recursos hidrocarburíferos de la Patagonia Austral. Esta actividad fue acompañada de distintas políticas sociales (educativas, habitacionales, recreativas, laborales) que favorecieron y consolidaron el asentamiento poblacional en el territorio. Al interior de los mismos, fue impulsado un proceso de identidad contextual, donde la pertenencia a la empresa, el trabajo cotidiano y el estilo de vida compartido favorecieron la asimilación y apropiación por parte de los empleados y sus familias de sentidos asociados al engrandecimiento de la patria y la generación de soberanía en estas lejanas latitudes (Ruiz y otros, 2008). Si bien en este modelo las localidades mostraban escasa vinculación entre sí y más bien respondían a centros de decisión extraterritoriales, en cada enclave se presentaba un tipo de sociedad salarial cercana al pleno empleo, donde los padres transmitían saberes y podían ser referentes de horizontes de vida para sus hijos. En este esquema cuyo centro neurálgico era la empresa, los lazos familiares actuaban como generadores de prioridades en relación al ingreso al mercado laboral y además, sin ser menor, los aprendices eran capacitados en organizaciones educativas especializadas y creadas con ese fin. Luego proseguían su calificación en el lugar de trabajo donde incluso los asalariados, en especial los experimentados, eran inducidos por diferentes mecanismos a idear re-composiciones técnicas novedosas o soluciones ad hoc a inconvenientes presentados en momentos de falta de insumos básicos del proceso laboral. Es por ello, que consideramos que los saberes del trabajo eran socialmente productivos de un histórico tejido social, excediendo ampliamente sus implicancias a la sola generación de rentabilidad. Particularmente a partir de las desregulaciones aplicadas desde 1989 se acentúa la redefinición de este modelo rentístico poniendo en tensión, resignificando o suprimiendo fragmentos o parte de las dinámicas económico-sociales preexistentes. Las empresas que controlan la explotación de los recursos naturales santacruceños, ya no se mostraban tan comprometidas con el desarrollo del territorio, sino que su principal objetivo se asocia a la eficiencia y generación de ganancias. Es por eso que crecerán el volumen y proporción de utilidades giradas al exterior, y será cada vez menor el que regrese a la provincia a través de inversiones -a pesar de lo cual se prorrogan las concesiones- o en forma de cánones, regalías y coparticipación. En el mismo sentido se inscriben la eliminación de las distintas políticas sociales, la reducción y tercerización de personal y la implantación de regímenes de trabajo donde el empleado permanece geográficamente alejado por lapsos temporales de distinta importancia de sus afectos cercanos. Esta reestructuración desarma la trama histórico-social que prohijó la empresa estatal y consiguientemente impacta profundamente en las dinámicas y trayectorias laborales, educativas, familiares, entre otras. Por otra parte se refuerzan aún más y se complejiza, las lógicas extraterritoriales que condicionan el perfil del territorio, en tanto una progresivamente mayor cantidad de firmas intervienen en la principal actividad económica ?la primaria-, siendo sus presiones corporativas muchas veces contempladas y favorecidas por segmentos de la clase política nacional y provincial. En este nuevo escenario, es el Estado quien redistribuye una reducida parte de la renta generada en la provincia a través de la obra pública, dinamizando el mercado interno, y quien absorbe directa o indirectamente a una proporción significativa de la fuerza de trabajo, que, ante la escasa diversificación productiva, no es empleada con el fin de no afectar la rentabilidad en los sectores más dinámicos. Por otra parte, frecuentemente la débil racionalidad de las políticas laborales aplicadas al interior de la administración pública, muchas veces también asociada a formas precarias de contratación, impactan negativamente en la calidad de las políticas estatales generadas. Reconfigurando la matriz del mercado de trabajo Es bajo este nuevo modelo que el mercado laboral se reestructura. Si bien la actividad primaria continua siendo la más dinámica en el Producto Bruto Geográfico , su impacto en términos de generación de empleo, por las razones esbozadas, es reducido. Tanto la demanda de las empresas dedicadas y asociadas a la explotación petrolera, como aquellas que desde los años 90 se dedican a la actividad minera a cielo abierto, no superan el 7% de la Población Económicamente Activa (PEA) (Fuente: Censo 2001). También importante, aunque menos significativa, es la pesca de ultramar; secundariamente continúa la tradicional actividad ganadera, pero su nivel de ocupación, además de estacional, es restringido. Por otra parte la actividad secundaria no resulta significativa en el PBG, sino que mayormente está asociada a la industria frigorífica que procesa productos del mar, también carne ovina y algunas pocas empresas textiles o metalúrgicas de escaso volumen y nivel de tecnicidad . La continuidad de su reducida incidencia en la estructura productiva y también en la ocupacional (14% de la PEA en 2001 ), da cuenta de que la restructuración de la explotación de los recursos naturales, no supuso una complejización de la matriz productiva provincial. Finalmente es la actividad terciaria , la que sin ser la más rentable, es la más importante en cuanto a creación de puestos de trabajo (70% de la PEA en 2001) . En su interior se destaca el sector público, y también la creciente actividad comercial (turismo y otros). En cuanto a la incidencia del empleo público, si se considera que de acuerdo a las matrículas escolares la enseñanza es principalmente estatal, y también lo son gran parte de los servicios sociales y de salud junto al significativo peso de su administración, emerge que el Estado es el principal generador de empleo en Santa Cruz .Esta distribución poco equilibrada de la fuerza de trabajo entre distintos sectores económicos remite a la configuración, después de las privatizaciones, de un mercado con características duales. Grupos de empresas de sectores distintos introducen innovaciones tecnológicas orientadas a aumentar la productividad y reducir costos y que abren, relativamente, un horizonte de niveles de calificación más altos y remuneraciones más significativas para diversos segmentos de la pirámide laboral. Este comportamiento empresarial añade en sus efectos procesos de segmentación en el mercado laboral, expresados en la contraposición entre un creciente volumen de empleos inestables, flexibles y precarios, y una porción reducida de trabajos calificados, bien remunerados y estables (Ruiz, 2004). A modo de corolario de esta reconfiguración, junto con la equiparación a la baja de las condiciones laborales, se demanda mayor nivel de instrucción y calificación para los mismos empleos formales. Este panorama resulta en la emergencia de vínculos laborales más débiles que, de acuerdo a estudios realizados previamente en empresas asentadas en Río Gallegos , parecieran generar dispositivos comportamentales de desafiliación de los empleados más jóvenes con la firma donde trabajan. Los mismos, según la percepción de los empleadores, parecieran mostrarse notoriamente menos comprometidos que trabajadores de generaciones anteriores respecto al cumplimiento de la labor cotidiana y su aprendizaje (Guadix y Villanueva, 2009). Por otra parte hemos encontrado que quienes ocupan puestos estratégicos en las compañías han modificado su estimación sobre los títulos obtenidos en la educación formal y tienden a asumir una acción preferente para formar al personal más descalificado en la propia empresa. Lo cual implica una decisión que configura una ecuación novedosa para las políticas educativas en relación al mundo del trabajo, como desarrollaremos a continuación. Creemos que esta compleja situación tiene cierta correspondencia, dado su expresión histórica en la conformación del modelo económico provincial, al perfil esencialmente rentístico de la matriz productiva. El hecho de que la mayor parte de los recursos naturales extraídos se exporten en bruto, sin ser procesados o industrializados en la provincia, configura una demanda de trabajo escasamente calificada. De forma paralela a esta tendencia el sector público exhibe un crecimiento importante desde antes de las privatizaciones, aunque en alguna medida no se puede hablar tampoco de empleo calificado, sino que se aprecia sus rasgos familiares a lo señalado (Guadix y Villanueva, 2009). A diferencia del espacio atribuido a los empleadores para solucionar inconvenientes o innovar en parte del proceso laboral en el período de oro de las empresas estatales, de acuerdo a estudios realizados en los primeros años del 2000, los empleadores escinden la pirámide jerárquica y al proceso de trabajo, entre quienes diseñan, crean, piensan y quienes sólo ejecutan (Zárate y Artesi, 2004) . En este mercado la distribución del ingreso muestra rasgos y tendencias que la caracteriza como regresiva. De acuerdo a estudios realizados por parte de nuestro equipo, al menos en Río Gallegos entre 1990 y 2006 se redujo significativamente la participación individual y familiar de los dos deciles más bajos, mientras los dos deciles superiores de la escala se movieron en sentido contrario. De este modo el primero, considerando la participación en el ingreso de los individuos con ocupación, se contrajo un 14% y el segundo se incrementó en un 8,5% en este lapso temporal (Ruiz, 2009) Las nuevas dinámicas laborales que hemos intentado esbozar , se inscriben al interior de un mercado segmentado, conformando un patrón de fuertes desigualdades que se distancian de la posibilidad de constituirse en fuente de filiación y sentido, en tanto ya no se articulan con una construcción más colectiva que favorezca un desarrollo compartido. Por el contrario, muchas veces ante la ausencia de un horizonte común, donde anclar la experiencia biográfica y por tanto generar filiación con los otros y con el territorio, se sobredimensiona la visión de la individualidad en detrimento de los lazos solidarios (Guadix y Villanueva, 2009). Las políticas educativas o de cómo distanciar la educación del trabajo En la llamada ?edad de oro? de la etapa desarrollista, se produjo una específica relación entre los objetivos de la educación técnica y el perfil de la demanda de las empresas estatales. Sin embargo la misma presentaba niveles disímiles de intensidad en diferentes localidades de la provincia y se habría generado luego de un período de insatisfacción de necesidades de empleados calificados. El Ciclo Superior de la Formación Técnica de Río Turbio (1969), que diera luego origen a la escuela ENET Nº 1 de Río Turbio Teniente de Navío Agustín del Castillo (1974), surgió con la intención expresa de responder a los requerimientos de personal especializado que presentaba YCF. En razón de esa necesidad social y productiva del enclave, sus egresados recibían el título de técnicos electromecánicos. Dentro de sus planteles docentes, se contaban ingenieros y técnicos de la empresa, que llevaban adelante prácticas de taller y materias teóricas durante el ciclo lectivo en la escuela, con pleno conocimiento de los procesos de trabajo que luego sus alumnos enfrentarían al incorporarse como trabajadores en los distintos sectores de la minería (Bazán, 2008). En el caso de la Escuela de Artes y Oficios (1941), luego Escuela Fábrica Nº 144 y finalmente Escuela Técnica Industrial Nº 4 José Menéndez de Río Gallegos (1969), de acuerdo a investigaciones previas (Michniuk, 2008), se carece de documentación que respalde que su creación respondiera a la pretensión explicita de atender a las demandas de las empresas públicas (o del mercado laboral en sentido amplio), posiblemente porque Río Gallegos era el centro administrativo y no productivo- de las mismas. Sin embargo, parte de su oferta respondía a los requerimientos de las actividades económicas dominantes en esa localidad y sus zonas aledañas obra pública, y actividades extractivas- a través de sus especialidades en construcción y tornería entre otros modos de imaginar la relación. En ambos casos, y posiblemente también en la escuela técnica de Caleta Olivia en el período, se transmitían saberes del trabajo desde un enfoque teórico y un saber práctico o saber hacer que suponían una retroalimentación entre los mismos. En esto sentido, se trataba de saberes extraídos de la inteligencia social disponible, que circulaban por la educación formal, pero también por las organizaciones laborales y las familias, y que luego podían ser ampliados y recreados a través de la vida del sujeto (Muñoz, 2008). Los mismos se constituían y operaban como fuentes de filiación y de sentido, tal como el ser técnico, experiencia social repleta de carga simbólica y generadora de identidad, propia de los egresados de escuelas industriales (Michniuk, op. cit). Luego de la provincialización de estas organizaciones escolares, y particularmente como efecto de la aplicación de la Ley Federal de Educación en 2002 en Santa Cruz, la formación para el trabajo tiende a considerarse como formación para determinados puestos de trabajo, definidos desde competencias particulares (Muñoz 2008: 169). De este modo las competencias se constituirán en el nuevo paradigma que expresa claramente el significado mercadocéntrico que deviene como forma de estructuración curricular de la educación técnica. Serán los empleadores, aunque no pudimos identificar referencias o estudios sobre sus demandas regionales, quienes tendrán un peso decisivo en cómo se delimitarán las orientaciones y los perfiles de los egresados. Este prisma recorta los saberes a los que acceden los alumnos, restringiéndose a aquellos que circulan por las fases de ejecución de los procesos de trabajo caracterizados desde la flexibilidad, segmentación y rotabilidad que imprime rasgos de obsolescencia dinámica que prioriza su valor de uso. Como resultado, la educación técnica ahora denominada Trayectos Técnicos Profesionales- se empobrece mientras individualiza a los sujetos, que ya no acceden a la dimensión generadora de tejido social de los saberes del trabajo sino sólo a aquella asociada a la rentabilidad empresaria. Entendemos que en este escenario se profundiza la desarticulación entre educación y mundo laboral, ahora sólo recortada a su esfera empleadocéntrica . Sin embargo, si la atención intelectual se posa de otros modos sobre lo que ciertos colectivos se afanan por mejorar podemos reconocer que esta tendencia, si bien es la dominante, no es la única. Esa otra mirada indica que la Escuela Agrotécnica de Gobernador Gregores constituye una interesante y valiosa experiencia que opera en sentidos diferentes, articulando y enriqueciendo de forma innovadora el vínculo escuela, comunidad y la formación para el trabajo y que ilumina la centralidad de los saberes del trabajo que potencian la riqueza e interdependencia de tareas. (Acconcia, 2008) .Asimismo es razonable reconocer, completando una aproximación a este compleja situación, que una muestra de empleados jerárquicos y dueños de empresas asentadas en Río Gallegos informa que, al momento de evaluar ingresantes con distinto grado de calificación, se valora la trayectoria laboral, la capacidad de trabajar en equipo, habilidades comunicacionales, y secundariamente el nivel educativo logrado. No obstante lo cual se critica que las dificultades de los operarios para desarrollar su tarea se originan en debilidades de la formación adquirida en la educación formal, sin dar mayores precisiones sobre esta percepción. Por ello, pareciera que se prefiere capacitar a este personal -en apariencia para tareas de reducida complejidad- en la propia compañía. De este modo se genera una difícil situación para los trabajadores jóvenes menos calificados, que sólo podrían acceder a trabajos precarios, por no tener experiencia, aunque tampoco ésta les permitiría calificarse. Mientras estas contradicciones resultan indicadores de debilidades históricas para pensar el vínculo educación-trabajo-producción en la concepción de las políticas públicas especificas, se puede señalar que éstas operan en sí mismas como trabas para poder construirla (Alvarez y Michnuik, 2009) e incluso optimizar el mismo proceso de producción. Otras razones y preocupaciones históricas La reconfiguración del modelo de desarrollo, aunque manteniendo su sentido rentístico, significó una mayor especificación de la matriz de la dinámica social y de los sentidos atribuidos al territorio en relación con el capitalismo en la primera década del siglo XXI que estimula la descontextualización de los procesos de identificación. En este punto entendemos que, si bien la racionalidad que orienta a las empresas no presenta un compromiso social significativo, debería o podría ser el Estado quien establezca las orientaciones macroestructurales en este sentido. Pero es precisamente su función legitimadora del nuevo modelo de regulación por el mercado -aunque por supuesto no es la única- a través de de los mecanismos de distribución de la renta, la renovación de concesiones, la generación de infraestructura, entre otros elementos, la que reduce esta posible potencialidad y las posibilidades de desarrollo alternativo. En el actual escenario las múltiples empresas que poseen concesiones en el territorio sobreexplotan el valor de uso del suelo por mediación de sentidos instrumentales del capitalismo globalizador, que se muestran escasos de compromiso con las colectividades afectadas y, en suma, con las generaciones contemporáneas y posteriores. La minería, como nueva actividad desarrollada a partir de los años 90, acentúa rasgos importantes de las tendencias de desintegración económica preexistentes y no propende acciones que equilibren esas tendencias. De este modo se profundizan aún más los procesos de segmentación territorial, y de lógicas exógenas que gobiernan la dinámica socioeconómica y el hábitat regional y que establecen las condiciones e insumos desde donde pude pensarse la formación para el trabajo. Es aquí donde se presenta un desafío de modernización en términos de generación de oportunidades desde el Estado. Creemos que debe asumirse críticamente la deuda en un tipo de políticas de formación para el trabajo que supere la impronta empleadista que hasta hoy condiciona las decisiones en el sector. De modo que se amplie la estrategia para abordar las características duales del mercado laboral, la polarización entre un pequeño grupo con formación especializada y una mayoría descalificada y precarizada, que parecieran operar como principio interviniente en la generación de estas políticas. Sería desafortunado aceptar que un segmento de la población pueda accede a educación de calidad, mientras un volumen significativo de la matricula escolar no logra concluir el nivel secundario. Acontecimiento que alimenta la actitud hacia una escuela que no resulta atractiva o no es valorada como espacio formativo por muchos jóvenes para desarrollar sus calificaciones, y de acuerdo a nuestras investigaciones, tampoco es reconocida por ciertos empleadores. De este modo se limitan las condiciones existentes que permiten innovar o complejizar procesos productivos, al generarse un vacío en la continuidad de especialización entre los expertos y los operarios. En este escenario, ante la ausencia de proyectos comunitarios/colectivos de largo plazo, el trabajo pierde anclajes y significados contextuales que lo debilitan para generar trama social. Por tanto, posiblemente asociados a un mercado regional con fuertes desigualdades, se desarrollen procesos que potencien la trama de fragmentación de lazos sociales solidarios. Frente a esta situación las políticas públicas ?laborales y educativas especialmente- podrían reorientarse hacia el empoderamiento de la sociedad civil, que aún conserva la heteronomía del Estado propia de la etapa desarrollista. Y es aquí donde creemos que el saber intergeneracional de prácticas y políticas preexistentes, la memoria histórica de los procesos descriptos, podría operar como acervo de conocimiento para enfrentar estos y otros desafíos en el contexto actual. Los autores, noviembre 2011