BECAS
RELVA Lisandro
libros
Título:
El archivo como política de lectura
Autor/es:
GRACIELA GOLDCHLUK; JUAN ANTONIO ENNIS; RAÚL ANTELO; MARÍA EUGENIA RASIC; ANA BUGNONE; JUAN PABLO CUARTAS; VICTORIA CALVENTE; PAULA CALVENTE; FLORENCIA BOSSIÉ; MÓNICA PENÉ; LISANDRO RELVA; LEA HAFTER; JUAN CRUZ PEDRONI; VERÓNICA STEDILE LUNA; VICTOR GONNET; VERÓNICA BERNABEI
Editorial:
Editions des archives contemporaines
Referencias:
Lugar: Paris; Año: 2023 p. 375
ISSN:
2-910050-63-7
Resumen:
Pensar el archivo como una política es proponer un movimiento, una promesa, una obra en construcción, un paradigma de creación, una pila de papeles-que-no-sirven-para-nada y por eso, precisamente, se nos hacen necesarios. Estas son algunas de las palabras fuerza que circulan por el libro. El archivo será también un astillero, un lugar para reparar y dejar listos los barcos que parten, porque más que llegar, un archivo es en este movimiento un punto de partida. Presentamos resultados provisorios de una conversación prolongada que parte de la idea de que los archivos en América Latina son un espacio en disputa. No sólo no está asegurada la preservación de los archivos ya constituidos sino que, para la literatura y el arte, en la mayor parte de los casos es necesario construirlos y es por eso, para eso, que proponemos una mirada activa, una política de lectura.Ya superada la imagen de los archivos como reservorios documentales inertes con una lógica de acumulación se presenta un problema que es a la vez ético y epistemológico. ¿Para qué vamos a los archivos? En literatura, por supuesto, sobrevuela aún la desconfianza frente a papeles que, al no haber sido destruidos por el autor de un libro, cargan la maldición edípica de ser potenciales asesinos de su progenitor. Si el libro se publicó y fue firmado, ¿qué hacen, en su sobrevivencia, estas escrituras sin padre? El desarrollo de esta pregunta queda a cargo de la escuela francesa de la crítica genética, reinventada en un territorio que, dada la precariedad en que se conservan sus documentos, no parece tener grandes parricidios por cometer. Sin embargo, algo del orden del patriarcado parece tambalear cuando la memoria del continente, en su aspecto más material, el de las huellas que vale la pena ser conservadas, puede ser intervenido por unas archivistas que de pronto dejan de ser auxiliares de investigación para tomar la iniciativa y pensar por sí mismas qué archivos se están mostrando y cómo.Leer desde el archivo, ejercer esa forma activa de la lectura, implica no sólo decodificar signos sino mirar, a un tiempo, el contenido del archivo y el archivo mismo en su estructura y en su materialidad. En tiempos de grandes proyectos de digitalización y minería de datos, significa considerar las diferentes corporalidades de que se invisten estos nuevos archivos y tomar decisiones conscientes, a sabiendas de que un soporte nuevo no implica de manera automática una nueva manera de leer. Convertir lo visible y lo que se lee en artefactos visi-legibles reflexionando sobre la relación entre lo dicho y lo mostrado, contribuye a recuperar afectos de la historia y de la cultura dejados de lado por narraciones que suelen utilizar los archivos para afianzar un poder, que van a esos archivos a buscar un reaseguro de lo que ya sabían, y entonces no encuentran nada. Por último, leer desde el archivo (y no sólo leer los archivos) implica también suspender el tiempo de la eficacia para optar por el tiempo demorado de la filología. Sólo una lectura minuciosa, que parta desde esa peculiar configuración que supone la reunión de materiales diversos bajo una consigna-ley que sabemos provisoria, hace posible advertir los anacronismos y discontinuidades entre cualquier historia general de un movimiento y el movimiento imperceptible a partir del cual esa historia comienza a agrietarse. En estas tareas estamos y desde este lugar iniciamos un diálogo, porque si algo nos enseñaron nuestros archivos a lo largo de tantos años de trabajo efectivo con estos artefactos siempre en formación, es que los efectos de una escucha son incalculables y que hoy podemos oír lo que en su momento, cuando la huella que recuperamos fue impresa o la palabra pronunciada, no podía ser escuchada-vista-leída porque su contexto era el porvenir.