INVESTIGADORES
KLIGMANN Debora Myriam
congresos y reuniones científicas
Título:
Anfisbenas y ¿algo más?: contribuciones de la química orgánica a la arqueología del ritual
Autor/es:
KLIGMANN, DÉBORA M.; MAIER, MARTA; DÍAZ PAÍS, ELENA
Lugar:
Mendoza
Reunión:
Congreso; XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina; 2010
Institución organizadora:
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad Nacional de Cuyo y INCIHUSA - CONICET
Resumen:
Durante el análisis geoarqueológico de los sedimentos hallados dentro de una vasija de cerámica antropomorfa procedente del sitio Tolombón (departamento de Cafayate, sur de la provincia de Salta), se observaron varios restos faunísticos de muy pequeño tamaño (menores a 0,5 cm). La vasija, de estilo Santamariano, estaba cubierta por un puco de estilo Famabalasto negro grabado (Williams 2003). Luego de tamizar y triar dichos sedimentos se recuperaron 6884 especímenes de anfisbenas (Squamata, Amphisbaenidae), correspondientes a un número mínimo de 21 individuos. Las anfisbenas, llamadas vulgarmente “lagartos gusano”, “víboras ciegas” o “víboras de dos cabezas”, son reptiles sin extremidades, alargados y más bien pequeños, que viven enterrados. Son animales solitarios que se alimentan de hormigas y termites (Albino y Kligmann 2009; Kligmann y Albino 2007; Kligmann et al. 2010). Resultó llamativa la presencia de casi todas las partes esqueletarias de las anfisbenas así como el excelente estado de preservación del material, teniendo en cuenta su extrema fragilidad. Los resultados de los análisis efectuados (taxonómicos, eco-etológicos, tafonómicos y contextuales), sumados a un estudio detallado de los posibles agentes y/o procesos de acumulación, indicaron que este conjunto de microvertebrados era resultado de la acción antrópica intencional, probablemente con fines rituales-ceremoniales (e.g. una ofrenda) (Albino y Kligmann 2009; Kligmann y Albino 2007; Kligmann et al. 2010). Como una vía complementaria para corroborar el carácter ritual de esta acumulación decidimos recurrir al análisis físico-químico de los sedimentos que contenían los restos de las anfisbenas. Un primer acercamiento incluyó la medición de color, pH y fósforo en muestras tanto del interior como del exterior de la vasija. Las diferencias entre ambos conjuntos de muestras se observaron principalmente en el fósforo, con un valor promedio de 180 ppm para las muestras del interior y de 33 ppm para aquéllas del exterior. Esta disparidad nos llevó a proponer distintas hipótesis para dar cuenta de los valores obtenidos en la vasija: a) podrían ser consecuencia de la descomposición misma de las anfisbenas, b) podrían deberse a la existencia de un párvulo que en algún momento del pasado fuera trasladado a otro lugar y/o c) podrían ser el resultado de la depositación de materiales orgánicos que acompañaran al conjunto faunístico como parte de la ofrenda. En otro sitio del NOA (Alero 12, Catamarca) se recuperó un conjunto de microvertebrados -lagartijas, de tamaño superior al de las anfisbenas aquí analizadas- siendo bajos los valores de fósforo registrados en los sedimentos de la unidad que lo contenía (Kligmann 2003, 2009). Por lo tanto, en el caso de los sedimentos de la vasija cerámica de Tolombón podemos proponer que los altos niveles de fósforo registrados no son el resultado de la descomposición de las anfisbenas per se. Esto se debe que la cantidad de materia orgánica aportada por dichos animales no es suficiente para dar cuenta de los valores obtenidos. Así, queda descartada la hipótesis a). El hecho de haber encontrado en otro sitio tardío del NOA (La Mesada de Carrizal, Catamarca) (Onaha et al. 2001; Tobisch et al. 2005) restos óseos de varias anfisbenas dentro de una vasija cerámica acompañando un párvulo refuerza la idea del carácter simbólico de estos hallazgos. Si bien en nuestro caso particular los restos faunísticos no estaban asociados con un párvulo, esto no significa que el mismo no hubiera existido. En el NOA hay varios registros de entierros secundarios por lo que, al comenzar el análisis, se pensó que la vasija de Tolombón podría haber contenido un párvulo en algún momento del pasado y que luego el mismo hubiera sido trasladado a otro sitio. De ser así, se deberían registrar valores más altos de fósforo dentro de la urna que fuera de ella, como producto de la descomposición parcial o total de las partes blandas del individuo en cuestión. Si bien los resultados del análisis sedimentológico preliminar realizado por dos de nosotras podrían apoyar la hipótesis b), ésta no es la única explicación posible dado que otros materiales orgánicos depositados dentro de la vasija -hipótesis c)- también podrían haber incrementado el contenido de fósforo en este sector del sitio. Dichos restos podrían corresponder a vegetales con propiedades alucinógenas (e.g. cebil), bebidas fermentadas (e.g. chicha) y/o fluidos corporales de origen animal y/o humano (e.g. sangre, saliva, orina) (ver hallazgos mencionados en Bugliani et al. 2009 y VanPool 2003 a modo de ejemplo). A fin de corroborar o refutar las hipótesis b) y c), los sedimentos recuperados tanto dentro como fuera de la vasija fueron sometidos a análisis químicos complementarios. En esta segunda etapa se utilizaron técnicas específicas de la química orgánica (e.g. espectrometría infrarroja, cromatografía gaseosa) que permitieran determinar la presencia o ausencia de algunas de las sustancias antes mencionados.