INVESTIGADORES
ROSSI Luis Alejandro
congresos y reuniones científicas
Título:
La polis de Heidegger y los intelectuales: el ?oscurecimiento del espíritu?
Autor/es:
LUIS ALEJANDRO ROSSI
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; XVI Congreso Nacional de Filosofía; 2013
Institución organizadora:
Asociación Filosófica de la República Argentina - Universidad Nac. de Tres de Febrero
Resumen:
Carl Schmitt había publicado en 1923 un pequeño libro, titulado "Catolicismo romano y forma política", en el cual postulaba a la técnica como el horizonte de sentido de la época. La prueba de este carácter totalizador de la técnica consistía en que la máxima rivalidad política hallaba, con todo, un punto de acuerdo en la técnica. Schmitt señala que a pesar del enfrentamiento político, los dos máximos exponentes de los sistemas socioeconómicos rivales, la Unión Soviética y los Estados Unidos, tienen una coincidencia de fondo: "El gran empresario no tiene un ideal diferente al de Lenin, esto es, una «tierra electrificada». Ellos se pelean entre sí sólo acerca del correcto método de electrificación". Schmitt profundizó su análisis de la técnica en su texto de 1929, ?La época de las neutralizaciones y las despolitizaciones?, en donde ve como una creencia básica de la época contemporánea la ilusión de que la técnica permitirá encontrar finalmente un campo que neutralice los impulsos conflictivos y reemplace lo político por la administración de los problemas. De este modo, el ámbito económico, del cual se esperaba que cumpliera esa misma función en el siglo XIX sin que ella pudiera realizarse debido a la politización que representó el marxismo, encontrará ahora su instancia neutralizadora. La verdadera lucha actual, apunta Schmitt, no consiste en el enfrentamiento de los sistemas socioeconómicos rivales, ya que ambos coinciden en transformar a los medios en fines y son incapaces de salir de esta dinámica, sino que es en realidad una lucha entre aquellos que propugnan el pensamiento económico y su corolario en la técnica contra ?lo político?, representado en primer lugar por el catolicismo. Las reflexiones de Schmitt respecto de la técnica, así como la relación entre orden político y trascendencia, hallarán un eco en los textos de Heidegger doce años después, en las lecciones del primer curso sobre Hölderlin y en las que conformaron el texto "Introducción a la metafísica", donde se retoma el paralelismo metafísico entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, cifrándolo, al igual que había hecho Schmitt, en una coincidencia de fondo de carácter técnico. Tal como había ocurrido con su lectura de "El concepto de lo político", al apropiarse de la cuestión Heidegger realiza un cambio significativo respecto de lo opuesto al pensamiento técnico. El problema sigue siendo el mismo: ?el destino espiritual de Occidente? y también la técnica es presentada como el predominio de los medios sobre los fines, en un frenesí que en su retroalimentación permanente es el triunfo universal del puro presente y de la simultaneidad. Rusia y América siguen siendo equivalentes, pero ahora en el plano metafísico. A partir de su meditación acerca del carácter instaurador de la poesía de Hölderlin, Heidegger reúne dos líneas de pensamiento: la poesía es una "poiesis" instauradora, al igual que la filosofía y la fundación de Estados, y esa "poiesis" se diferencia radicalmente de la técnica moderna. Al poner a los fundadores bajo la figura de los semidioses, Heidegger, por otro camino, retoma el problema que había abierto Schmitt: ¿es posible un orden político que no se abra a la trascendencia? El jurista cifraba el problema en la recreación por parte de la política contemporánea de la capacidad de representación política de la que la Iglesia católica había sido el ejemplo más acabado. La respuesta de Heidegger es que las instituciones de Estados son formas de fundación de la verdad. Sin embargo, ella no tiene una elucidación específica, sino que siempre es puesta en paralelo con el decir del poeta y el sacrificio especulativo del pensador. Ello convierte al problema en el del inicio de una identidad histórica. De todos modos, esta identidad está sometida a una decisión. de la cual busca expurgar todo resto de subjetivismo. Insiste en que no se trata de la decisión de un individuo y la posición del hombre es la de quien está activo en el logos, es el que reúne. ?Asume y ejecuta la administración del imperio de la fuerza sometedora? (GA 40, p. 181). Ello debe entenderse como el establecimiento de límites, porque todavía no los hay. El acontecer de esta delimitación es la "polis", el darse originario de la política. La "polis", como lugar de la existencia de un pueblo histórico, llega a ser porque el lenguaje convierte al ser en palabra y la poesía instauradora poetiza el ser. Heidegger afirma que todo esto es política, pero no simplemente por pertenecer a la "polis", sino que es acontecimiento en la medida en que los pensadores sólo lo son realmente ¿Qué ocurriría si ello no fuera así? Tiene lugar la desfiguración de lo grande y su banalización, lo que deviene en desarraigo. La "polis" heideggeriana ejemplifica en términos elementales un orden arraigado, en el cual el "nomos" no se opone a la "physis". Podemos preguntarnos, en términos de Schmitt, quién es el enemigo de este orden. La respuesta es evidente: aquel que desarraiga. Si retornamos a la "polis" de Heidegger, aquellos que desarraigan son los que impiden que el "logos" siga siendo reunión. Para que ello no ocurra, el "logos" tiene que apartarse de lo que es ?mera facilidad de palabra y elocuencia?. Históricamente, ésta fue la acción de los sofistas, que contraponiendo el "nomos" a la "physis", rompieron la bella unidad de la "polis" y el "logos" comenzó su camino hacia la abstracción. De los rasgos con que Heidegger caracteriza su propia época en "Introducción a la metafísica" se desprende que el lugar de los sofistas en la polis es ocupado por ?la conversión del espíritu en "intelligentsia", es decir, por el relieve que los intelectuales adquieren en el ámbito de la opinión publica, lo que equivale, según Heidegger, al ?oscurecimiento?. La figura del poeta como semidiós fundador por su palabra se convierte así en la imagen que el filósofo postula para contrarrestar el oscurecimento provocado por los que ?desarraigan?.