INVESTIGADORES
ABRAHAM Elena Maria
congresos y reuniones científicas
Título:
Vinculando adaptación y desarrollo en las tierras secas. Restricciones y oportunidades
Autor/es:
ABRAHAM, E
Lugar:
Lima
Reunión:
Conferencia; Conferencia Adaptación basada en ecosistemas; 2014
Resumen:
Las tierras secas incluyen las regiones de la superficie terrestre donde la producción de cultivos, forraje, madera y otros servicios del ecosistema son limitados por el agua. Esta definición abarca todas las tierras donde el clima se clasifica como seco (hiperárido, árido, semiárido y subhúmedo seco). En esta clasificación los desiertos son los sitios con mayores restricciones, abarcando desde el hiperárido al árido. Aquí las condiciones climáticas están sujetas a gran variabilidad y la población depende estrechamente de los servicios ecosistémicos ?especialmente agua- para cubrir sus necesidades básicas. Cuando estos ecosistemas han sido sometidos a un uso abusivo de sus recursos, pierden la capacidad de recuperarse y pueden entrar en una espiral de degradación que conduce a la desertificación: la pérdida de su capacidad a largo plazo de suministro de bienes y servicios a las poblaciones humanas. La desertificación implica todos los procesos de degradación de tierras en zonas secas y es el resultado de una combinación entre las actividades de sobrecarga de los seres humanos y las severas condiciones ambientales, en particular, las variaciones del clima y la sequía. Esta última producida cuando las lluvias han sido considerablemente inferiores a los niveles normales, causando agudos desequilibrios hídricos que perjudican los sistemas de producción agrícola. Un factor desencadenante de la desertificación es el mal uso de los recursos de tierras secas por tecnologías no adaptadas. Las comunidades locales y las culturas tradicionales han adoptado prácticas que optimizan la escasa oferta hídrica de los desiertos, adaptándose a bajos consumos. Actualmente, con el protagonismo de los sistemas urbanos, la ocupación a escala del territorio y la creciente complejidad de los usos del suelo, se simplifica la adaptación sólo a la sistematización del uso del agua en complejos oasis irrigados, convirtiéndolos en territorios centrales de las cuencas, dejando las áreas no irrigadas como periferias subordinadas. Así, con limitaciones en los recursos disponibles y escasa población, los territorios secos no irrigados sólo albergan actividades de subsistencia -principalmente relacionadas con estrategias de pastoreo extensivo- con círculos viciosos de pobreza y degradación, expresados en procesos de desertificación. Enclaves relacionados con actividades extractivo-industriales como minería y petróleo escapan a esta situación, en la mayoría de los casos con alto impacto ambiental.