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El 11 de septiembre de 2001, que duda cabe, significó un golpe al estado de la situación y organización internacional, al ejercicio del poder y sus actores que, además, marcó el fin de la Posguerra Fría. Inmediatamente, las acciones tomadas luego de este y otros ataques terroristas implicaron un fuerte recorte de las libertades personales en aras de la seguridad (?colectiva?, ?ciudadana?, ?nacional?, etc.). Todo ello derivaría en un fuerte ascenso de la ilegalidad internacional (Tello, 2006) que, en particular, no sólo hizo tabla rasa de numerosos derechos sino que codificó la agenda internacional y de la cooperación en torno a la seguridad dando el marco al desenvolvimiento de una nueva (vieja) forma de gestión, de control, de la persona humana. En particular, entre los nuevos sujetos privilegiados del control se encuentran los extranjeros y muy particularmente, los migrantes. El migrante se erige entonces en el sujeto elegido, construido, para expiar los problemas nacionales (trabajo, salud, criminalidad y desgarro social) e internacionales (seguridad, terrorismo), como si fuera una extensión o alguna otra clase de terrorismo: convergen en él las crisis contemporáneas. Además, es uno de los últimos bastiones del ejercicio de la libertad, el que juega la última carta; son ?el penúltimo eslabón de la cadena: el último está representado por los que se dejan morir sin siquiera intentar?? (Vitale, 2004: 162). Morir literal y metafóricamente hace lugar a la pertinencia del planteo biopolítico en el análisis de las migraciones y del sujeto migrante. Nos referimos a las migraciones costosas, ?no exitosas?, en el límite entre la deportación y la salida no voluntaria.En suma, este trabajo intenta reconstruir este último tramo: el camino de los discursos y las acciones por el cual la situación del migrante, del recorte y menoscabo de sus derechos, efectuados en aras de la seguridad de todos (la seguridad de las fuentes de trabajo, de la identidad cultural, de la ciudadanía frente al crimen, etc.) tienen como efecto un perjuicio directo sobre aquellos que pretende proteger a la vez que se trata de dispositivos más amplios. En esta reconstrucción, se esboza una explicación sobre el desproporcionado control que ejercen los Estados sobre la migración y sus protagonistas, la falta de controles disciplinarios en el lugar de origen (la vida que se escapa); las penas que tiene que pagar por su nomadismo; el exceso, las omisiones y la esquizofrenia legal exquisitamente elegidas, la estrategia de la criminalización: el migrante asegurado y el desorden estratégico.

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