Del dibujo a la poesía visual

FERNICOLA ANA, ALEJANDRO THORNTON

San Miguel de Tucuman

Simposio; 2do. Simposio Iberoamericano de Arte Impreso; 2014

  El dibujo es, según el artista Luís Felipe Noé, producto de una manera diferenciada del pensar: el pensamiento visual, que aprehende las cosas de modo enteramente distinto del pensamiento lógico. Es un acto de apropiación que parte de la observación, concebida como una postura activa frente a lo real. Desde los inicios el dibujo contuvo el germen de su alter ego: la escritura. Lo sabía Paul Klee cuando afirmaba: ?escribir y dibujar son, en el fondo, idénticos?. Escritura y dibujo son modos de expresar pensamientos e ideas. Pero mientras en la primera la unidad se fundamenta en la palabra, el segundo lo hace mediante la imagen. Por fuerza sus contenidos resultarán más sensibles que precisos. Una imagen es intrínsecamente un enigma, tal vez como reflexiona Eduardo Stupía; ?porque nunca responde. Es un disparador de hipótesis. No es conclusiva?. Portadora de un mensaje, la imagen nos interroga como la Esfinge a Edipo. ?La poesía visual es un género híbrido en las fronteras entre el ver y el leer. Su característica ideogramática abarca por igual el aspecto visual y verbal. Esta duplicidad conlleva profundos interrogantes acerca de la naturaleza tanto de los signos como del propio lenguaje. (?) Por eso, además de la frontera visual-verbal, la poesía visual pone en jaque otras fronteras, por ejemplo la de la legibilidad-ilegibilidad o la del sentido-sinsentido?[1]. En el escrito que preceden estas palabras, dibujo y poesía visual no serán abordados sólo como objeto de estudio, sino y sobre todo, como territorio. El objeto de estudio obliga al análisis para extraer el material que sustentará la conclusión. El territorio en cambio, invita al tránsito que es el modo de experimentarlo, de descubrirlo y de interrogarlo, lo que conduce a la reflexión. El territorio que proponemos se revelará en el diálogo silente entre Dibujo-Escritura-Diseño. Dibujo y escritura dialogan desde los comienzos, cuando los dos eran uno, desde los ideogramas a las grafías plasti-útiles de Xul Solar, los dibujos de una línea de Picasso, los caligramas de Apolinaire, ?Coup de dés? de Mallarmé, las ?palabras en libertad? de Marinetti, el ?Cuadro escrito? de León Ferrari o las constelaciones sígnicas de Michaux. Ese juego casi pueril que ensayaron García Lorca, Paul Eluard y Mujica Láinez liga con una línea invisible el dibujo y la escritura. El diseño es una corriente subterránea que atraviesa por igual una letra capital miniada del medioevo, los carteles de Toulouse-Lautrec, para consolidarse en la histórica Bauhaus o adivinarse en un graffiti callejero. Estos tres campos de fronteras porosas delinean dialécticamente nuestro territorio de reflexión y acción. ¿Podrá la poesía visual pensarse como un producto del dibujo en interacción con el diseño? ¿Puede la escritura a mano transmitir como aspiraba Michaux ?las propias vacilaciones del espíritu?, a la manera de la línea de un dibujo o la firma de su autor? Nos interrogaremos con la seguridad de no arribar a ninguna conclusión definitiva, aunque si de propiciar la reflexión y la acción sobre el inefable milagro secreto de la creación.     [1] Belén Gache: ?Inventando signos: poesía visual y escrituras asémicas? (pág. 3). Revista ?Surmenage?·(novísima poesía). Capítulo II, Año 2, Número 3- Buenos Aires, Argentina- Noviembre 2009.