INVESTIGADORES
PASTOR Sebastian
congresos y reuniones científicas
Título:
Continuidades y rupturas en la ocupación del alero Tala Huasi (935-1636 d.C., Punilla, Córdoba): la información zooarqueológica y arqueobotánica
Autor/es:
SEBASTIÁN PASTOR, MATÍAS MEDINA Y LAURA LÓPEZ
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; V Congreso Nacional de Arqueología Histórica Argentina; 2012
Resumen:
En este trabajo se presentan los primeros resultados obtenidos de las excavaciones del sitio multicomponente Tala Huasi, con especial énfasis en los datos zooarqueológicos y arqueobotánicos. El sitio arqueológico Tala Huasi comprende un abrigo rocoso localizado en una quebrada lateral al principal colector de la cuenca, el río San Antonio, en la porción sur del valle de Punilla. Posee un amplio talud con abundantes restos cerámicos y líticos superficiales. Además, sobre rocas planas dispuestas a escasos metros del alero y aún en su interior, se registraron instrumentos de molienda fijos (cuatro morteros y ocho molinos planos). Este instrumental pudo ser utilizado simultáneamente por al menos nueve personas, superando las necesidades de una unidad doméstica.  Desde una perspectiva más regional, los asentamientos residenciales prehispánicos más cercanos se encontraban entre uno y tres kilómetros de distancia del alero. Por la información que disponemos a escala regional, se trata de sitios residenciales a cielo abierto emplazados en terrenos sedimentarios óptimos para el cultivo. Los mismos presentan evidencias superficiales y estratigráficas de realización de actividades múltiples propias de los espacios domésticos, incluyendo la producción de alimentos. También se registran numerosos sitios compuestos por numerosos instrumentos de molienda fijos sobre rocas planas. La mayoría se concentran junto al rio San Antonio. Se interpreta a estos sitios como sitios de molienda colectiva, con un número de morteros que supera las necesidades de una simple unidad doméstica. Los sitios de este tipo que incluyen depósitos estratificados y han sido objeto de excavaciones aportaron información sustancial sobre el consumo de alimentos, comprendiendo una variedad de recursos silvestres obtenidos en el entorno inmediato de los sitios o trasladados desde considerables distancias (Medina et al. 2011; Pastor 2007). En otros casos sobresalen las expresiones de arte rupestre, con el despliegue de una modalidad estilística y de una temática diferente de aquella que se ponía en juego en los contextos de interacción de escala doméstica (Pastor 2009, 2010; Recalde y Pastor 2012). De acuerdo con la información obtenida hasta el momento, la apropiación, procesamiento y consumo grupal de recursos silvestres jugó un papel importante para la reproducción biológica y social, puesto que permitió fortalecer la integración entre las diferentes unidades sociales, reducir y/o enfrentar conflictos, intercambiar información, incrementar los recursos explotados y resolver las incongruencias espacio-temporales de su distribución (Pastor 2007, 2009). Sin embargo, este lugar en las márgenes del arroyo Seco también fue elegido en forma repetida por la convergencia del curso de agua, de un pozo que garantizaba una significativa acumulación hídrica, por la protección ofrecida por el alero y por el emplazamiento en una de las cabeceras del valle, con posibilidades de acceso relativamente próximo al microambiente de pastizales de altura y sus recursos. La excavación de 3,5 m2 dentro del área protegida por el alero, con profundidades máximas de 55 cm, permitieron conocer su secuencia ocupacional. Toda la secuencia del depósito está dominada por materiales cerámicos y líticos cuyas características tecnológicas y estilísticas son distintivas del Período Prehispánico Tardío (ca. 1100-300 AP). Sin embargo, el estudio detallado de las discontinuidades estratigráficas, las dataciones radiocarbónicas y los materiales faunísticos asociados permitieron diferenciar dos componentes arqueológicos.  Las ocupaciones iniciales, correspondientes al período prehispánico tardío, fueron identificadas entre los 40 y 55 cm de profundidad (Figura 4). Con una muestra de carbón concentrado, recogida aproximadamente a los 50 cm, se obtuvo una datación de 970 ± 110 AP (LP-2362). Los materiales arqueológicos asociados corresponden a fragmentos de recipientes cerámicos, instrumentos líticos, desechos de talla y restos faunísticos, con características tecnológicas comunes para los contextos regionales de este período (Dantas y Figueroa 2008; Medina 2010; Pastor 1999). Entre los restos faunísticos se destacan los artiodáctilos, incluyendo camélidos (Lama cf. L. guanicoe) y venados de las pampas (Ozotoceros bezoarticus). Estos animales, considerados como carcasas individuales, fueron las principales presas consumidas en el alero. Su captura implicó traslados hacia los pastizales de altura, el hábitat de tales especies. El NISP también sugiere un significativo consumo de pequeños vertebrados, incluyendo armadillos (Chaetophractus sp., Dasypus sp.), roedores (Caviinae, Ctenomys sp.), lagartos (Tupinambis sp.), ranas (Anura) y aves pequeñas como perdices (Tinamidae) y palomas (Zenaida auriculata). Un patrón que distingue al Alero Tala Huasi son las evidencias del consumo de peces, tratándose del único contexto arqueológico de las sierras de Córdoba donde se recuperaron restos de animales de este tipo.3 Se identificaron varias especies a distintos niveles taxonómicos, incluyendo viejas del agua (Loricariidae, Rineloricaria sp. e Hypostomus sp.), tarariras (Hoplias malabaricus), sábalos (Prochilodus lineatus) y dientudos (Oligosarcus jenynsii) (Tabla 1). Muchos de ellos presentaron termoalteraciones en las espinas dorsales. Entre los restos faunísticos más abundantes se encuentran las cáscaras de huevos de ñandú o choique (Rhea spp.), que complementan la información sobre las prácticas recolectoras (Tabla 1). Como ocurre habitualmente en toda la región, no se recuperaron vestigios de vegetales comestibles debido a las limitaciones de conservación arqueológica. El procesamiento y consumo de este tipo de recursos sólo está sugerido indirectamente por los instrumentos de molienda. En forma adicional, los huevos de Rhea spp. constituyen un firme indicador de la estacionalidad de las ocupaciones, ya que sólo estuvieron disponibles en la temporada de postura y anidación, a fines de primavera y durante el verano. Esta expectativa es reafirmada por otros restos como los huesos de lagarto (Tupinambis sp.), pues se trata de un animal que es mayormente activo en esta misma época del año.   Utilización del Alero Tala Huasi durante el período colonial temprano   El componente superior, que se desarrolla aproximadamente entre los 10 y 40 cm de profundidad, muestra la persistencia en el uso del alero durante el período colonial temprano. Sus rasgos más destacados son dos pisos superpuestos de sedimento consolidado, a los 25 y 35 cm de profundidad, que señalan la utilización repetida de este espacio durante dicho período (Figura 4). En este componente se destaca el cambio en los patrones de consumo faunístico, con la incorporación de diferentes especies de ganado euroasiático (Tabla 2). El NISP sugiere que los ovicápridos, como la oveja (Ovis aries) y la cabra (Capra hircus), fueron los animales más explotados. Con menor frecuencia se incorporaron vacas (Bos taurus), équidos (Equus sp.) y cerdos (Sus scrofa). Numerosos especímenes óseos exhiben huellas de corte, termoalteraciones, fracturas antrópicas y negativos de lascado, indicando un intenso procesamiento de la fauna ingresada al sitio con el fin de obtener nutrientes de la carne, grasa y médula. Una costilla de Bos taurus con huellas de corte y una placa móvil de Dasypus sp., provenientes del piso más profundo, fueron datada por AMS en 292 ± 37 AP (AA92987) y 274 ± 29 AP, siendo calibradas en años calendáricos entre el siglo XVI y la primera parte del XVII (programa OxCal 3.10; Bronk Ramsey 2005). Los resultados de la fecha-taxón sobre Bos taurus posicionan al resto óseo de vaca como uno de los mas tempranos de la argentina, junto con los obtenidos por Raffino en Shincal. La formación posterior de otro piso sugiere que el lugar pudo ser frecuentado hasta mediados o finales de esta última centuria. La ausencia de marcas de aserrado en los huesos, un claro indicador cronológico posterior a la segunda mitad del siglo XIX (Silveira 1995), permite descartar una migración vertical por pisoteo y/o una depositación en el pasado reciente.  La fauna local continuó siendo consumida (Tabla 2), expresando persistencias con el pasado prehispánico. En tal sentido, están presentes los artiodáctilos propios de los pastizales de altura (Lama guanicoe y Ozotoceros bezoarticus), así como otros que pudieron ser cazados en el entorno chaqueño circundante, como las corzuelas (Mazama guazoupira) y pecaríes (Pecari tajacu). Los pequeños vertebrados (armadillos, roedores, lagartos, aves pequeñas y peces), así como los huevos de Rheidae, continuaron siendo explotados. Dentro de los armadillos, se identificó la presencia mayoritaria de Dasypus. No se trataría de D. hybridus o mulita pampeana sino de D. yepesi, especie propia de las Yungas. En TH Dasypus se asocia a condiciones más frías y secas de la Pequeña Edad de Hielo. No está presente en otros sitios prehispánicos. Esto es extraño porque se trata de un animal bioindicador de condiciones climáticas cálidas y húmedas. Los restos de peces y las cáscaras de huevos indican la permanencia de prácticas y modalidades organizativas propias del periodo prehispánico con respecto al uso de este espacio en particular, además de su ocupación repetida en la misma época del año (fines de primavera y verano). En este componente colonial temprano tampoco se conservaron vestigios de vegetales que informen sobre el acceso a este tipo de recursos. No obstante, el análisis de las sustancias carbonosas adheridas a la pared interna de un fragmento cerámico reveló la presencia de silico-fitolitos de maíz (Zea mays), indicativos de la continuidad de su procesamiento y consumo en el sitio. La persistencia de las prácticas de origen prehispánico se hace más notoria si sumamos el análisis de las pautas tecnológicas. No se recuperó ningún objeto de origen europeo, como vidrio, metal o cerámicas exóticas. Por el contrario, los restos cerámicos (N=336) muestran los mismos rasgos tecnológicos y estilísticos conocidos para el período prehispánico. Un artefacto cerámico destacado es un fragmento de estatuilla antropomorfa, procedente del mismo nivel que el hueso fechado de B. taurus, que presenta idénticas características que las piezas prehispánicas, abundantemente utilizadas por los indígenas de la región (Bixio et al. 2010; Serrano 1944; Figura 7). Su presencia sugiere la continuidad de determinadas prácticas y sentidos asociados a la manipulación de estos objetos durante el periodo colonial temprano, como se pudo observar en otros contextos contemporáneos.4 La continuidad tecnológica también es evidente en el caso del material lítico, con el predominio de los desechos de talla de rocas locales e instrumentos informales. En asociación directa con el piso ocupacional más reciente se recuperó un ápice de punta de proyectil y una punta triangular pequeña con pedúnculo y aletas, con un diseño característico del período prehispánico tardío. La presencia de una fractura en el ápice sugiere la realización de tareas de caza en los alrededores así como su reemplazo y descarte en el sitio (Figura 7).   DISCUSIÓN   El análisis de los materiales recuperados en Tala Huasi indica que, a lo largo del período prehispánico tardío y aún en tiempos coloniales tempranos, el sitio fue utilizado como un locus de procesamiento y consumo de alimentos disociado de los espacios residenciales. Ya en tiempos del post-contacto, el sitio muestra que los intentos de reproducción social de las comunidades indígenas locales se apoyaron en gran parte en el mantenimiento de ciertas prácticas simbólicas y económicas tradicionales a las cuales se incorporaron algunos elementos europeos como el consumo de ganado. La información recuperada, de esta manera, ofrece una excelente oportunidad para discutir arqueológicamente las continuidades y rupturas tras la imposición del régimen colonial, en aspectos diversos como el acceso a los recursos silvestres y domesticados, las articulaciones con la sociedad colonial española y las prácticas ligadas a la reproducción social indígena. Los niveles coloniales del Alero Tala Huasi evidencian numerosas continuidades con el pasado prehispánico. Esto se advierte en las actividades desarrolladas, en las pautas de explotación de los recursos silvestres y en la tecnología. Incluso se mantuvieron modalidades muy específicas y distintivas del uso del lugar, como el consumo de peces y las ocupaciones centradas en la temporada estival. Es posible presumir un mantenimiento intencional de ciertas prácticas tradicionales, por ejemplo a través del fragmento de estatuilla (un objeto típicamente ligado al universo simbólico indígena) o en la recolección de huevos, así como en la no-incorporación de artefactos de origen europeo. Probablemente, estos patrones eran acompañados por la recreación de significados propios de la cosmovisión aborigen, así como por la negación material y discursiva de una otredad extraña y agresiva, opuesta a los valores propios. La información arqueológica muestra al Alero Tala Huasi como un espacio relacionado con tales actividades grupales. Incluso después de la conquista española debió constituir un lugar un punto en el paisaje fuera del control colonial más directo, donde se hizo posible, al menos por un cierto período, la negación de lo extraño y el sostenimiento de las prácticas con una raíz prehispánica. Por otra parte, la abundancia de restos óseos de ganado euroasiático muestra que no todos los elementos novedosos fueron rechazados. Seguramente, existieron criterios muy concretos detrás de estas elecciones, relacionados con la propia conveniencia y con determinadas actitudes hacia los modelos foráneos. Las fuentes históricas mencionan insistentemente la existencia de indios ?huidos? o ?cimarrones?, refugiados en las espesuras de los ?montes? y serranías, y en buena medida dedicados al robo de las haciendas. La situación de estos ?cimarrones? ha sido vinculada con estrategias individuales de supervivencia o resistencia, marginadas de los esquemas comunitarios (Bixio y González Navarro 2009). Sin embargo, se desconoce cómo transcurría la vida de estos indios ?ausentes? de sus pueblos (Bixio y González Navarro 2009: 384), puesto que quedaban excluidos de los eventuales registros documentales. Es en este punto donde se advierte la importancia de la arqueología histórica. La información del Alero Tala Huasi sugiere que pudieron ser estos sujetos desvinculados de los lazos de dominación colonial, viviendo ocultos en el ?monte?, quienes accedían por medio del pillaje a los cerdos, vacas, caballos y especialmente, a las ovejas y cabras. Sin embargo, es posible que su ?huida? de los pueblos no constituyera únicamente una estrategia individual, ni que se desligaran por completo de otros miembros de sus comunidades, diversamente implicados en las relaciones coloniales. Los datos arqueológicos señalan que, en determinadas circunstancias, individuos con diferentes grados de integración al sistema pudieron coincidir en eventos y celebraciones rituales donde las antiguas prácticas y significaciones eran recreadas, eludiendo hasta cierto punto los vínculos de subordinación, e incluso revirtiéndolos a través del robo de bienes de los dominadores. De este modo, en un contexto adverso de despojo y explotación, Tala Huasi nos muestra que se pudieron desarrollar estrategias grupales de resistencia, o más propiamente tácticas, las estrategias del débil (De Certeau 1996), en un intento por mantener y reproducir las relaciones comunitarias. La historia nos indica que, en efecto, sólo se trató de tácticas, de intentos sin posibilidades de éxito en el largo plazo. El escenario histórico de mediados y fines del siglo XVII era muy distinto al del momento inicial de la conquista. Las comunidades autóctonas estaban casi completamente desarticuladas y emergía un nuevo entramado de relaciones sociales y culturales con la incorporación de otros colectivos sojuzgados, como afro-americanos e indígenas desnaturalizados de otras regiones, como el noroeste argentino y el Chaco (González Navarro 2009). Aproximadamente en esta época, y acaso por tales motivos, las ?juntas? y celebraciones del Alero Tala Huasi, con un contenido fuertemente ligado al pasado pre-colonial, se interrumpieron para siempre. Los resultados de las investigaciones en el sitio muestran el potencial de la arqueología histórica al revelar un panorama amplio con la participación activa de grupos sojuzgados, ?pueblos sin historia?, y sus intentos por revertir material y simbólicamente los términos de la dominación colonial.