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El objetivo de este trabajo es intentar violentar algunos elementos del Leviatán de Hobbes, haciéndolo jugar con el Génesis bíblico, en particular con los primeros versículos relacionados con la creación de este texto divino. La relación entre ambas obras no sólo esta inscrita en el título del trabajo de Hobbes, en aquel monstruo que aparece en el Libro de Job que sólo Dios puede dominar y cuya sola vista aterra; también excede las muchas referencias que Hobbes hace sobre la Biblia. La relación es más profunda, estos dos libros fundacionales tratan de una manera muy particular sobre el mismo tema: la creación, y de las grandes dificultades con que se enfrenta el artesano al volcarse a tal empresa, artesanos que carecen de maestros y de antecedentes de los cuales aprender, por lo tanto se equivocan, se frustran, se conforman. Artesanos que tratan de crear obras de arte (a pesar que su visión es más la de un burócrata), pero sobre todo que están creando comienzos, novedad, están actuando en el sentido que lo utiliza Arendt, y en ese actuar se revelan A partir de esto realizamos un análisis hermenéutico de ambos textos, intentando explorar minuciosamente las palabras, sus potencialidades, sus confines y sus exclusiones; apoyándonos en este viaje en diversas fuentes: desde Derrida a Austin, desde Borges a Arendt. Jugando con interpretaciones alternativas que nos permiten leer la filosofía política de Hobbes desde otro lugar, con la intención de desnudar aporías y eufemismos; y de abrir caminos alternativos que puedan enriquecer la discusión en torno a temas tan importantes como la obediencia, el acto de creación, la novedad, etc. El Génesis actúa como contrapunto de comparación en el cual encontramos los diversos elementos constitutivos del pensamiento hobbesiano (el estado natural, el pacto, el fin del Estado), y en donde se aloja el estigma trágico que persigue a todos los intentos de creación ex nihilo

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