INVESTIGADORES
GIGENA Andrea Ivanna
congresos y reuniones científicas
Título:
Proyecto de nación y alteridades en Argentina: las marcaciones biopolíticas (raciales) respecto del “indio” a fines del siglo XIX y principios del XX.
Autor/es:
GIGENA, ANDREA IVANNA
Lugar:
Córdoba
Reunión:
Jornada; III Jornadas de Investigación y VII Jornadas Estudiantiles; 2010
Institución organizadora:
Facultad de Ciencia Política y RR.II. Universiadad Católica de Córdoba
Resumen:
El presente trabajo inscribe en el proyecto “Sujetos subalternos y luchas biopolíticas por territorios rurales en Argentina: el caso de Tinkunaku, MOCASE y La Loma”. Con el mismo pretendo analizar los procesos de subjetivación en comunidades indígenas y campesinas atravesadas por conflictos por sus territorios en las provincias de Salta y Santiago del Estero[1], a partir de una lectura decolonial y poscolonial de las nociones foucaultiana de biopoder y gubernamentalidad. Siguiendo los lineamientos de Foucault respecto de los procesos de subjetivación, el abordaje de la tesis supone considerar articuladamente las políticas de verdad, los campos de normatividad y la subjetividad emergente. Sin embargo, y para evitar el riesgo de hacer una extrapolación teórica descontextualizada lo que propongo es analizar los procesos de subjetivación a partir de una lectura decolonial y post colonial de las nociones de biopoder y gubernamentalidad[2]. Éstas perspectivas tienen escaso eco en nuestra academia, aún cuando permiten pensar procesos de subjetivación en contextos de modernidad tardía (Segato, 2007) o en regiones periféricas donde perviven estructuras de dominación colonial (Quijano, 1993). Además, permiten pensar la subjetivación en el marco de la construcción de la “nación” en nuestras regiones. Parto entonces del supuesto de que las “marcaciones de alteridad” en nuestro país, durante el siglo XX, han sido predominantemente raciales (Gigena, 2010) y han constituido al “indio” como la alteridad radical del proyecto hegemónico de Nación (Grosso, 2008). Ahora bien, según indican Arias y Restrepo (2010), sólo podemos hablar de racialización cuando los diacríticos de marcación del otro están biologizados y constituyen jerarquías sociales a partir de un “discurso experto”: “El concepto de raza se hace común en la explicación de las diferencias y la constitución humana en tanto lo físico material –externo e interno– es aprehendido en términos biológicos” (Arias y Restrepo, 2010:59). Éstas son las políticas de verdad (o campos de saber) sobre las que pretendo detenerme en esta presentación. Considero que la biologización de las diferencias sociales en nuestro país podemos encontrarlas en una serie de “expediciones científicas” que a principios del siglo XX se realizaron hacia “el interior”, entre las cuales destaca el estudio que Juan Bialet Massé (El estado de las clases obreras argentinas) realizado para el gobierno nacional argentino en el año 1904. Desde su publicación el informe ha tenido una notable trascendencia. Todavía hoy es altamente valorado y si bien se reconoce que algunos datos han perdido vigencia, nada se cuestiona respecto de la clasificación poblacional allí realizada; aún cuando, como intentaré mostrar, la misma es un tratado biopolítico –en el sentido que Foucault (2000) entiende este concepto– que instaura una marcación racial de alteridad. Allí se establece una taxonomía humana según los criterios científicos biológicos de la época, que describe y compara cuatro grupos poblacionales: inmigrantes, criollos, mestizos e indios. Además de desandar esa clasificación, intentaré  mostrar la pervivencia de la clasificación en nuestro país respecto de la construcción del Otro indígena (Bidaseca y Gigena, 2009). [1] Los casos que constituyen el referente empírico son: la Comunidad Kolla Tinkunaku (Salta), la Comunidad Indígena Guaraní Estación el Tabacal/La Loma (Salta) y la Comunidad de Piruaj Bajo (Santiago del Estero). [2] Desde las mismas se considera que Foucault mantiene intacto el eurocentrismo al no considerar la diferencia colonial (Castro-Gómez, 2007; Spivak, 2003; Bhabha, 2002) como co-constitutiva de la modernidad y, en consecuencia, de la biopolítica. No niegan con esto los  aportes del autor; más bien redefinen, con sus lecturas, los contornos de la modernidad, las “características” del ejercicio de poder de la misma y el lugar del sujeto.