INVESTIGADORES
DE ARCE Alejandra Evelia
congresos y reuniones científicas
Título:
Aproximaciones a la lechería familiar en clave de género. Un análisis del Programa de extensión para los tambos afectados al abasto del Gran Buenos Aires (INTA, 1964)
Autor/es:
ALEJANDRA DE ARCE
Lugar:
San Salvador de Jujuy
Reunión:
Jornada; XV Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres y X Congreso Iberoamericano de Estudios de Género; 2023
Institución organizadora:
Área Interdisciplinaria de Estudios de la Mujer y de Género (UNJu)
Resumen:
Como actividad económica tradicional, el tambo integra la primera fase del sistema agroalimentario lácteo. La producción lechera argentina se emplaza desde sus orígenes en las provincias de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Entre Ríos y La Pampa, integrantes de la región pampeana. Estos espacios concentran -aún actualmente- la producción nacional de leche fluida y sus derivados. Este producto es considerado históricamente como un alimento de primera necesidad, mientras que algunos de sus subproductos (yogur, queso, manteca) integran de forma indiscutible la canasta familiar (Nogueira, 2009, p.90).Cominiello (2011) sostiene que el comienzo de la actividad -en los años de 1920- está marcado por la precariedad de las características del rodeo, pues para los estancieros el tambo no representaba una actividad tan rentable, cómoda y segura como la cría y el engorde con destino al mercado cárnico. La lechería recibe el impulso desde el exterior, con la apertura del mercado inglés para la manteca (p.25). De esta manera, la producción se sostiene e incrementa en los años siguientes con regulaciones laxas -en materia de calidad- y escaso control. En 1963, el decreto 6640 establece la obligatoriedad de la pasteurización y tipificación de la leche, al tiempo que se reglamentan incentivos para los tambos. Estos requisitos recaen sobre todas las explotaciones -grandes, medianas y pequeñas- y sus responsables deberán ensayar las adaptaciones necesarias para persistir.En términos de regulación laboral, estas actividades se rigen desde 1946 por el Estatuto del tambero-mediero sancionado el 5 de febrero de ese año. Su reglamentación se realiza en coincidencia con el ascenso del peronismo al poder, en un contexto de ampliación de derechos sociales. A diferencia del Estatuto que normaliza el trabajo de los peones rurales, el correspondiente a la mediería lechera no genera reacciones negativas de los sectores productores (Lattuada, 1986). Este tipo de contrato se sostiene vigente por más de cincuenta años y estipula para el tambero mediero -señala Cominiello (2011)- una posición ambigua. Por un lado, actúa como empleador frente a la potencial contratación de mano de obra y por otro, como una suerte de socio del dueño de la explotación. Aún así, su relación con el propietario del campo le garantiza su inclusión como trabajador y los derechos correspondientes.En los años noventa, en un contexto de intensificación del éxodo rural-urbano -que también lo es de implementación de medidas económicas neoliberales- la regulación de la actividad lechera se modifica. El Estatuto del tambero mediero es reemplazado por el Contrato asociativo de explotación tambera. Esta nueva legislación, sancionada en 1999, descartará la mediería como forma social de trabajo (Beltrame, 2010) y designará al tambero como asociado, co-titular y co-responsable de un empresario/propietario (Cominiello, 2011; Dapelo, 2018). Ambas legislaciones y sus alcances (y/o limitaciones) operan como telón de fondo de las relaciones sociales que se entraman en este tipo de producción primaria desde mediados del siglo XX.En este contexto de transformaciones sociotécnicas el objetivo de este trabajo es analizar el Programa de extensión para los tambos afectados al abasto de leche del Gran Bueno Aires, propuesto por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en 1964. A través de la revisión de esta fuente documental se caracterizará la actividad lechera bonaerense, sus dificultades y el trabajo que demanda en clave de género. Pensar la explotación tambera desde esta perspectiva, revela la brecha de género persistente tanto como la forma en que el trabajo femenino la subvenciona este tipo de producción, al tiempo que no es reconocido ni por el mercado (Estatuto/Contrato), ni siquiera por las propias mujeres.