INVESTIGADORES
CAMPAGNO Marcelo Pedro
artículos
Título:
El surgimiento del Estado y la violencia. Observaciones sobre Egipto y Tiwanaku
Autor/es:
CAMPAGNO, MARCELO
Revista:
Estudios Comparados Interdisciplinarios
Editorial:
Universidad Nacional de Luján
Referencias:
Lugar: Luján; Año: 2004 vol. 1 p. 61 - 76
ISSN:
1668-8783
Resumen:
Sostenemos aquí que el ámbito de la violencia constituye el escenario más propicio para la efectiva emergencia de prácticas de tipo estatal. ¿Qué tipo de violencia es la que conduce a la aparición del Estado? Probablemente, una pregunta tal no pueda responderse de modo general. Las distintas situaciones históricas en las que ha surgido el Estado pueden haber implicado diversos tipos de violencia. En todo caso, a nuestro modo de ver, las guerras de conquista pueden constituir el expediente privilegiado para que tal acontecimiento tenga lugar. Y esto, porque el conflicto externo y la búsqueda de dominación entre comunidades poseen dos características sumamente aptas para que se generen las condiciones que requiere la aparición del Estado. Por un lado, porque se trata de un tipo de prácticas que se entablan en espacios extracomunales, no regulados por la práctica del parentesco, la cual –como decíamos– tiende a impedir la emergencia de lazos estatales en el interior de las comunidades cuya existencia regula. Y por otro lado, porque el conflicto y la conquista ponen en juego el monopolio de la fuerza física, el cual define en su especificidad a la práctica estatal. Pero, más allá de esto, no parece posible avanzar en un sentido general. Más allá de este punto, es necesario abordar las situaciones específicas en las que ha surgido cada Estado primario. Ahora bien, cuando se abordan algunas de esas situaciones específicas, las posiciones promedio de los analistas parecen poner en entredicho nuestra afirmación acerca del lugar de la violencia en los procesos en los que emergen los Estados primarios. En algunas de tales situaciones, existe cierto acuerdo acerca del papel protagónico que la violencia ha tenido; en cambio, en otras, parecería que ha desempeñado un papel meramente subsidiario, si es que ha desempeñado algún papel. ¿Se trata, acaso, de que la riqueza de las situaciones históricas niega nuestra pretenciosa afirmación teórica? Consideremos ahora dos de tales situaciones en las que la diversidad de marras parece hacerse suficientemente presente: Egipto y Tiwanaku.