PROGRAMA VOCAR - PAÍS CIENCIA

Néstor Labonia: el hombre que concibe la ciencia desde la vida cotidiana

Es doctor en Bioquímica, estudió con un discípulo de Houssay y hoy está abocado a la docencia. Pero además, estudia Psicología y es miembro de la plataforma País Ciencia.


Néstor Labonia tiene títulos como para empapelar toda su casa. Por empezar, es Bioquímico graduado con diploma de honor y Farmacéutico de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA): a esas carreras las cursó simultáneamente. Además, hizo una pasantía en California, un posgrado de Licenciatura en Industrias Bioquímico-Farmacéuticas con orientación en Microbiología y Biotecnología Industrial, un doctorado en Bioquímica como becario del CONICET –bajo las órdenes de Andrés Stoppani, discípulo de Houssay-, y un posdoctorado en el Instituto de Biología Molecular y Microbiología de la Universidad de Berna, en Suiza.

Y sigue: desde hace cuatro años cursa, además, la Licenciatura en Psicología en la UBA como alumno regular. “Es una carrera que me enriquece profundamente y le dio excelencia a mi trabajo cotidiano –asegura-: me brindó una nueva perspectiva respecto de mis propios esquemas conceptuales y me permitió repensar además mi relación con el otro”.

Más allá de su perfil académico, está el Labonia docente: enseña en la Universidad Nacional de La Matanza, en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Belgrano, y en la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad de Morón. Produjo publicaciones científicas, conferencias, charlas de divulgación, talleres, y se involucró en la gestión académica.

Justamente por su perfil docente fue que el año pasado Labonia se incorporó al staff de la Plataforma País Ciencia, que pertenece al Programa de Promoción de Vocaciones Científicas (VocAr) del Consejo, convocado por su director, el Dr. Claudio Fernández, investigador del CONICET. Fernández pensó que no había nadie mejor que él para capacitar a los docentes de las escuelas, para que luego ellos mismos les enseñen ciencia a los alumnos. La comunicación de la ciencia, así, adquiere un efecto multiplicador: se capacitan docentes, y luego a los propios alumnos. “La plataforma para mí es una oportunidad inigualable –asegura Labonia-. Me permite llegar a la comunidad, y aquí me sumo al decir del Dr. Fernández, entendiendo al conocimiento como un bien social. Tiene un trabajo de inclusión social implícito, el de posibilitar al otro el acceso a la ciencia”.

HOMBRE DE CIENCIA

Hubo episodios en la vida de Néstor Labonia que fueron determinantes de su futuro en la ciencia. “Cuando tenía diez años se encerraba en la cocina, mezclaba medicamentos y jarabes de su madre, y obviamente los arruinaba”, recuerda.

Pasó horas de su niñez mirando la naturaleza en el jardín de su casa familiar. Le gustaba buscar la profundidad de la vida cotidiana. Una vez se obnubiló tanto con un hormiguero, que decidió armar uno adentro de su hogar, en una lata de duraznos. Al día siguiente, claro, su casa estaba repleta de hileras de hormigas que habían colonizado los pisos y las alacenas. “Mi padre tenía una enorme biblioteca y leyó a todos los clásicos rusos; era poeta e integraba un pequeño grupo de teatro vocacional en sus años de juventud. Mi madre era y sigue siendo una mujer de una enorme fortaleza, con un espíritu comprometido con la educación de sus hijos. Y yo era absolutamente curioso por el mundo”. Siempre se destacó en matemática, química y biología, y se adelantó a sus estudios: empezó la primaria con cinco años.

A los 52, después de obtener todos los títulos posibles de las Exactas, volvió a las aulas pero para adentrarse en las Ciencias Sociales. “Estudio Psicología porque sentía que tenía elementos de mi formación que debía completar”, cuenta Labonia, y detalla el proceso que le significó tomar esa decisión: “Me di cuenta que el primer año de cualquier carrera es una vidriera a la universidad, en la cual uno recibe las problemáticas y las fortalezas del alumno. En este sentido, la experiencia docente no es sólo una transmisión de conocimiento, es contribuir al proceso de construcción del mismo en el alumno, la experiencia propiamente dicha. Este aspecto me llevó a interesarme por la construcción del sujeto desde otro lugar: eso me lo dio la Psicología”. Para Labonia, materias como semiología, psicología social, psicología genética y psicología general “son materias fundantes para un hombre de las ciencias exactas. El mismo conocimiento cobra otra dimensión”.

A su entender, la virtud más importante que tienen las Ciencias Biológicas para la enseñanza es, justamente, producir un conocimiento que complejiza la percepción de la vida cotidiana. Y eso mismo es lo que intenta transmitir desde País Ciencia. “Desde la salud hasta la alimentación, todo tiene que ver con el individuo y también con lo biológico”, dice, y agrega: “En la vida cotidiana están las grandes verdades. Un alumno te puede decir, despojado de preconceptos, que su mamá estuvo amasando pizzas. Y uno le pregunta: `¿sabés qué es la levadura?`, `¿conversaste con ella acerca de qué ingredientes mezcló?`. Esto es lo que quiero tratar de rescatar como herramienta: llegar al otro desde su propia cotidianeidad, su realidad, generar un espacio de encuentro que no sea ajeno a su rutina diaria, a su experiencia”.

EL EXPERIMENTO COMO DISPARADOR 

Respecto de País Ciencia, Labonia entiende que tanto ellos, los científicos, como los propios docentes que luego llevan el conocimiento a las aulas, son los comunicadores de la ciencia implicados. “Lo que queremos es despertar vocaciones científicas, y eso lo hacemos en el sentido de intentar despertar el deseo en cada uno de qué quiere ser en la vida, por qué quiere pujar. El alumno se va a encontrar con un experimento: desde su cotidiano como disparador se sentirá interesado en hacerse preguntas sobre lo que observa con crecientes niveles de complejización. Para ello necesita del docente”.

En las capacitaciones, los promotores de País Ciencia, como en este caso Labonia, presentan un pequeño experimento a los docentes, que luego ellos retransmiten a los alumnos, para que formulen sus hipótesis al respecto y luego también puedan validar, refutar y sacar sus conclusiones sobre lo observado. El disparador de cocinar pizzas y la levadura, por ejemplo, lleva al alumno a plantearse ejes desde la termodinámica, la evolución, la bioquímica. “Puedo estar en la India haciendo chapati o en Turquía haciendo falafel y el principio del método va a ser exactamente el mismo”, explica Labonia, que ya lo instrumentó el año pasado en lugares como tan dispares como Rojas o Ushuaia, y tiene muchos otros lugares en mente para este año, con otros experimentos, como por ejemplo el comportamiento de células vegetales y animales en un medio hipotónico, por qué en unas se observa turgencia y en otras lisis celular; o verificar cómo se impide la coagulación de la sangre en presencia de un agente quelante de los iones calcio, preguntarse qué procesos están ocurriendo allí, porque suceden.

“Una simple barra de cereal que el joven esté consumiendo en este momento nos puede llevar a disparar preguntas acerca de su composición, el origen de sus ingredientes, el proceso de asimilación del alimento a partir del momento en que lo lleva a la boca. Las propuestas son infinitas”, se entusiasma Labonia, y cuando se le pregunta cómo combina su veta docente, con su trabajo en la Plataforma País Ciencia y las horas de estudio de su nueva carrera, Psicología, se pone serio: “Mi tarea docente es full time; al estudio le dedico las noches y los fines de semana”. Además, Labonia comparte la vida con sus dos hijos, que están en edad universitaria, y su señora, que es farmacéutica. “Para mí, la docencia no es sólo capacitación –concluye-: también es compartir experiencias”.

El Programa VocAr tiene como fin promover la democratización del conocimiento científico para generar igualdad de oportunidades en el acceso a la ciencia. A través de charlas y talleres participativos, investigadores de todo el país comparten con la comunidad sus hallazgos e investigaciones. A su vez, busca despertar la vocación científica y el entusiasmo de los jóvenes por la ciencia con el fin de orientarlos en la elección de sus futuras carreras universitarias.

La Plataforma País Ciencia es un proyecto federal para la comunicación pública de la ciencia que ataca el problema de la brecha entre ciencia y sociedad en forma integral, dado que cuenta en su conformación con actores que tienen que ver con la generación de políticas científicas y educativas, tales como el CONICET, el Ministerio de Educación de la Nación a través de la Secretaría de Políticas Universitarias, la Fundación Medifé el Centro de Estímulo al Desarrollo del Conocimiento (CEDEC) del municipio de Granadero Baigorria y la Universidad Nacional de Rosario.

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