CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

Conservando la biodiversidad de nuestro país

En el día nacional del animal un investigador del Consejo habla sobre los proyectos para conservar al ciervo de los pantanos en el Delta del Paraná.


Por Javier Pereira*

El ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) es el mayor cérvido autóctono de Sudamérica y una de las especies más carismáticas de la fauna argentina. Su distribución se redujo drásticamente en las últimas décadas a causa de la caza y la modificación de su hábitat, por lo que su estado de conservación a nivel global es considerado vulnerable. La población más austral del mundo de este cérvido se encuentra en el Bajo Delta del Paraná (Buenos Aires y Entre Ríos), un ecosistema rico en biodiversidad que desde mediados del siglo XIX es sustrato de una actividad forestal intensiva que motorizó el desarrollo de los habitantes del Delta.

Las obras necesarias para el cultivo comercial de sauces, álamos y mimbre (como la sistematización de los campos y la construcción de diques y canales para el manejo del agua), las distintas estrategias de producción y otras prácticas asociadas al manejo forestal (como la apertura de caminos o la cacería furtiva) modificaron fuertemente la fisonomía del lugar y generaron respuestas dispares por parte de la fauna silvestre. El ciervo de los pantanos quedó al borde de la extinción en este humedal, resguardado en sitios de difícil acceso o en el corazón de plantaciones con escaso manejo.

La población de esta animal es singular por varios motivos: por un lado, pese a que el hábitat típico de este cérvido lo constituyen pajonales inundables, lagunas bien vegetadas y esteros con embalsados, su presencia está fuertemente ligada a paisajes bajo producción forestal, siendo de todas las poblaciones existentes probablemente la que ha logrado adaptarse y sobrevivir al cambio más drástico en la fisonomía de su hábitat. Por otro lado, la población del Delta es la más singular en términos genéticos, ya que los estudios filogeográficos realizados indican que, de las grandes poblaciones de la especie en Sudamérica (Pantanal de Brasil, este de Bolivia y Esteros del Iberá), la de este sitio es la más divergente. Finalmente, la presencia de este mamífero carismático a escasos 40 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires sugiere que su utilización como herramienta de conservación puede ser fundamental tanto en el proceso de concienciación de productores, isleños o habitantes de las grandes urbes, como en estrategias tendientes a conservar el patrimonio natural y cultural.

Relevamientos realizados a mediados de los ’90 permitieron determinar que los escasos individuos remanentes (menos de 500) estaban disgregados en tres núcleos aparentemente inconexos, el más importante en el delta frontal, el segundo dentro del núcleo forestal y el tercero sobre una franja de islas próximas al río Uruguay, en Entre Ríos. Bajo ese escenario se comenzaron a realizar acciones para conservar al ciervo en la región, que incluyeron la creación de áreas naturales protegidas, actividades de difusión y concientización de los pobladores isleños, y fiscalización para reducir la caza furtiva.

Actualmente existe consenso respecto de que cualquier estrategia apuntada a proteger este ciervo debe incluir necesariamente su interacción con la actividad forestal. Para hacer frente a este desafío, investigadores del Consejo, INTA (Instituto Nacional de Tecnología agropecuaria) ONGs, productores y empresas forestales, veterinarios de la Fundación Temaikén y guardaparques, elaboramos y pusimos en marcha un ambicioso proyecto mediante el que nos proponemos la distribución regional y abundancia actual del ciervo en los tres núcleos poblacionales del delta; la ecología espacial (áreas de vida, movimientos a escala fina, preferencias de hábitat); la genética poblacional (grado de aislamiento entre subpoblaciones, barreras al flujo génico); y la ecología nutricional (dieta, selección de forraje, impacto sobre las especies con valor comercial). Así, la información obtenida permitirá planificar el desarrollo del territorio, diseñar protocolos forestales compatibles con la conservación de la especie, definir corredores de dispersión, guiar actividades de restauración de la vegetación, monitorear tendencias poblacionales y sentar las bases para un plan de conservación de la especie en el Delta del Paraná.

La importancia de este proyecto ha sido positivamente valorada por el Banco Mundial, que a fines de 2014 (a través de la Unidad para el Cambio Rural del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación) nos otorgó un subsidio de 2.6 millones de pesos para su ejecución. Con el proyecto en marcha y avanzando a paso firme intentaremos mejorar las expectativas de conservación tanto de este extraordinario ciervo nativo como del humedal en su conjunto, sustrato de irreemplazables especies de flora y fauna y de las actividades que sustentan a los habitantes de la región.

 

*Javier A. Pereira es investigador adjunto del CONICET y miembro del Grupo de Genética y Ecología en Conservación y Biodiversidad (GECOBI) del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”. Es licenciado en Ciencias Biológicas con orientación en Ecología de la Universidad de Buenos Aires, y tiene un doctorado en Ciencias Biológicas por la misma casa de estudios.