CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD
Revelan que depredadores felinos pueden actuar como dispersores de semillas
Hasta ahora sólo se sabía que podían incidir mediatamente sobre las comunidades vegetales a través del control de las poblaciones de herbívoros.
José Hernán Sarasola, investigador adjunto del CONICET del Instituto de las Ciencias de la Tierra y Ambientales de la Pampa (INCITAP, CONICET-UNLPam), junto con su equipo revelaron recientemente, en un estudio publicado en Scientific Reports, que grandes félidos con una dieta exclusivamente carnívora pueden contribuir a los ecosistemas de los cuales forman parte bajo el rol de dispersores secundarios de semillas.
“La única forma en la que se había hipotetizado hasta ahora que estos depredadores tope podían actuar sobre los niveles basales de las red alimenticia, o sea, las plantas, era a través del control – o de la relajación del mismo- de las poblaciones de herbívoros. Es decir, lo que se sabía hasta ahora es que el aumento o supresión de un depredador dentro de un determinado ecosistema puede producir una transformación del mismo a través de una cadena de efectos interrelacionados. Esto es lo que se conoce como cascada trófica”, explica José Hernán Sarasola, investigador adjunto del CONICET.
El equipo encontró que, sin necesidad de un mediador herbívoro, el puma, en este caso en particular, también puede prestar el servicio de dispersar semillas a larga distancia. Esta es una función muy importante para el mantenimiento de la biodiversidad y de las comunidades de plantas porque permite que las mismas se comuniquen genéticamente entre sí y que ciertas especies puedan colonizar nuevas áreas o recolonizar otras.
Los pumas toman contacto con las semillas a dispersar a través de la captura de torcazas. Estas aves, cuya población creció marcadamente en las zonas semiáridas del país, tienen la capacidad de acumular en su buche una gran cantidad de semillas antes de finalmente digerirlas. En principio, las torcazas no son dispersoras de semillas por que al ingerirlas las destruyen completamente, salvo que mueran portando semillas en su buche, permitiendo de esta manera que las mismas puedan germinar. Otra posibilidad sería, justamente, que resulten depredadas por un puma u otro depredador, que al hacerlo se convierta en el agente dispersor secundario.
“El puma se alimenta de torcazas y al hacerlo ingiere las semillas que estaban retenidas en el buche del ave, la cuales cuando son defecadas por el félido no han perdido sus propiedades germinativas”, cuenta Sarasola.
El estudio desarrollado por el equipo del INCITAP en la Reserva Natural Parque Luro, provincia de La Pampa, consistió precisamente en tomar muestras de semillas de las heces para averiguar si luego de pasar por el tracto digestivo del puma veían afectada su viabilidad.
“Nosotros capturamos torcazas por un lado para rescatar las semillas de su buche y revisamos las heces de los pumas por el otro con el mismo propósito y comprobamos que al pasar por el tracto digestivo del puma estas no perdían su poder germinativo”, relata el investigador.
No es un dato menor a considerar a la hora de ponderar la importancia de este fenómeno, el hecho de que la suma de las distancias que pueden recorrer las torcazas y los pumas en poco tiempo puede llevar a que las semillas lleguen a ser dispersadas en zonas bastantes alejadas del lugar en que fueron tomadas originalmente, colonizando así nuevos territorios o comunicando poblaciones.
“Estos procesos son raros o difíciles de documentar, pero tengamos en cuenta que las torcazas pueden desplazarse diariamente hasta 100 kilómetros desde sus nidos hasta sus lugares de alimentación. El puma también es un animal que tiene gran capacidad de movimiento. En sólo unas pocas horas, una semilla puede viajar hasta centenares de kilómetros, asegurando de esta forma la conectividad entre las comunidades vegetales”, explica Sarasola.
Es importante destacar que este fenómeno que el equipo del INCITAP pudo verificar en el Parque Luro a partir de la interacción entre los pumas y las torcazas, podría estarse replicando en cualquier otro ecosistema que incluyan grandes depredadores felinos y una significativa población de aves.
“Esto que estamos mostrando nosotros ahora por primera vez puede ser un fenómeno mucho más extendido. El puma, por caso, está presente prácticamente en casi todo el territorio americano. En cualquier lugar donde este felino cohabite con aves granívoras que sean abundantes podríamos estar ante un fenómeno de depredación y dispersión de semillas”, concluye el investigador.
Sobre investigación:
José Sarasola. Investigador Adjunto. INCITAP y CECARA
Juan Ignacio Zanón-Martínez. Becario posdoctoral. INCITAP y CECARA
Andrea Silvia Costán. Becaria doctoral. INCITAP y CECARA
William J. Ripple, Oregon State University
Por Miguel Faigón