CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Al rescate de relatos locales: la historia de Centeno

Un grupo de investigación de la Unidad Ejecutora Investigaciones Socio Históricas Regionales publicó dos libros donde hablan de la historia del pueblo santafesino.


En el marco del proyecto “Centeno como patrimonio” un grupo de investigación de la Unidad Ejecutora Investigaciones Socio Históricas Regionales (ISHIR, CONICET-UNR), coordinado por Marta Bonaudo, directora del Instituto, plasmó parte de la historia de Centeno, un pequeño pueblo de 4000 habitantes de la provincia de Santa Fe, en dos libros que fueron publicados por la Editorial ISHIR.

“Centeno como patrimonio” comenzó en el año 2016, cuando la Comuna de Centeno se contactó con el ISHIR, con la intención de poner en valor el patrimonio del pueblo. Este requerimiento se materializó en un proyecto que contempló diversas tareas de investigación y acciones de memoria con la población que estuvieron a cargo de miembros del instituto.

“Los libros tienen por denominador común el proyecto, pero están atravesados por dos lógicas y dos relatos diferentes: en “Agujas, maderas y pinceles” se narra la problemática de la historia de una escuela particular de Centeno. “Museos, objetos y enseñanza” es un texto prescriptivo, que presenta una propuesta para transmitir el patrimonio desde el estudio de un caso, vinculando museos y escuelas” explica Paula Caldo, investigadora adjunta de CONICET, que participó del proyecto desde el principio y dirigió ambas producciones bibliográficas.

“Agujas, maderas y pinceles”

Una característica con la que cuenta Centeno es su Escuela Técnica, que se creó en 1938 con el objetivo de educar mujeres para el mundo del trabajo. “Si bien incluyó el título de profesional, formó mujeres para el mundo doméstico, siendo pocas las que trascendieron el estereotipo del ama de casa” aclara Caldo y agrega “La particularidad que encontramos en la historia de esta escuela es que siempre ofició como un acompañamiento de estas muchachitas que, por una cuestión de cuidados, los padres no dejaban venir a estudiar a las ciudades, se quedaban en el pueblo y en ese mientras tanto me caso, iban a la escuela a aprender a coser”.

El título del libro tiene que ver con los elementos que distinguen a los oficios en los que esta escuela capacitó a lo lago de la historia: costura, tejido, bordado, carpintería y pintura. En el presente la escuela es mixta, pero cuando surgió -la tapa del libro tiene la primera foto de la Escuela- era formadora en economía doméstica y sólo para mujeres.

La idea de hacer un libro surgió a partir de la demanda de la directora de la escuela, Mirta Cabral, que quería contar con un archivo y un libro donde se cuente la historia de la escuela. Ella se encargó de contactar a la gente, ordenar las entrevistas, buscar los documentos y del trabajo de campo y nosotros nos encargamos de la digitalización, del armado del archivo y de la escritura del libro” indica Caldo.

Una muestra dinámica y la creación del segundo libro

“La Fundación Centeno nos pidió que para la muestra permanente del museo se aborden los orígenes de la humanidad, entonces trabajamos en un relato arqueológico vinculado a la historia particular de Centeno. Esa exposición la coordinó la arqueóloga Belén Colasurdo y se llamó “Orígenes e historia de Centeno”. En ese punto podemos observar cómo las memorias funcionan” indica Fernando Navarro y agrega en este sentido “En Centeno en los ´80 se hizo una gran excavación para un pozo de agua y se extrajo dentro de los bloques de tierra un gliptodonte y a partir de ese momento, toda la memoria del pueblo se cruzó con ese acontecimiento, se movió toda una serie de anécdotas particulares de cosas que habían pasado alrededor de ese pozo”.

“Cuando trabajamos en los talleres con los maestros la idea de museo, estaba la pregunta de qué hacer, cómo darle lugar también a la gente, circulaba la idea de donar, pero no había espacio para almacenar en el museo. Entonces lo que nosotros propusimos a la escuela primaria fue que ellos realicen, juntos a los alumnos, un censo en todas las casas del pueblo preguntando qué objetos tenían, que ellos consideraran posibles para ser mostrados en un museo” cuenta Caldo.

“Fue un trabajo complejo porque primero hubo que pensar todo eso con los maestros, armar una encuesta, pensar en cómo y qué preguntar, y después que efectivamente el censo se lleve a cabo. Fue algo que a nosotros particularmente nos sorprendió porque era un trabajo extra curricular, era un proyecto que atravesaba de otro modo la escuela, que estaba relacionado a los contenidos pero implicaba hacer un gran esfuerzo para salir de los modos tradicionales de trabajo”. El censo de objetos tuvo como resultado 417 fichas que tienen una descripción analítica del objeto con una foto. Sobre ese material se trabajó en el segundo libro “Museos, objetos y enseñanza” y se amplió la información en un video.

“Participé en la escritura del libro de didáctica, prescriptivo, que se pensó a partir del trabajo que hicieron las maestras con las fichas censales. Es un libro dirigido a esas maestras o a otras que quieran replicar esa experiencia o que se encuentren en situaciones similares, la idea es pensar el vínculo del educador con el museo y a partir de eso, la enseñanza” indica Aldana Pulido.

En la última visita al pueblo que efectuó el grupo del ISHIR, se presentó el libro y se realizó un taller con los docentes para hacerles una devolución sobre toda la labor realizada. “Les preguntamos qué sintieron ellos, qué lograron con el trabajo del censo y nos contaron que la gente lloraba cuando les daba la carta de la abuela y que detrás de cada objeto había historias, que fueron horas y horas de charla”, señala Caldo.

“El trabajo con el patrimonio tiene eso: pone en discusión herencias, no para hacer una foto con ellas y guardarla, sino para proyectar alguna serie de acciones y hacer algo más con eso. El trabajo con el patrimonio moviliza cosas: vínculos, instituciones. Creo que ese es el sentido más interesante que tiene la revisión del pasado, no para dejarlo quieto, sino para decir: si esto fue así y es así, ¿Por qué tiene que seguir siendo de esta manera?” enfatiza Caldo.

Contar la historia del pueblo.

“En un primer momento, la Fundación Centeno quería hacer un museo y ante esta demanda, la propuesta que les hicimos desde el instituto fue distinta: tuvimos en cuenta las nuevas tendencias en museología que se centran no en una mera exhibición de objetos sino en los procesos de memoria de los pueblos y ahí fue Paula Caldo quien llevó adelante durante todo el 2016 y el 2017 un trabajo de talleres sobre memoria con los docentes de las escuelas”, indica Fernando Navarro, profesional de apoyo del CONICET.

“Crear un museo no tiene mucho sentido si después no se trabaja con las escuelas o no se generan algunas líneas de intervención constantes del patrimonio. Es decir, no se trata de generar espacios cerrados y definitivos sino de acciones para que la gente, a partir del pasado, construya y proyecte hacia adelante” señala Caldo y añade “Trabajamos mucho la idea de transmisión, que tiene que ver con poner en valor y recuperar algunas herencias para poder actualizarlas, en función de que no se construye desde la nada sino que la sociedad siempre va trabajando sobre algo que recibe. Ese fue un trabajo que hicimos fundamentalmente con las escuelas”.

Editorial ISHIR

Con el objetivo institucional de fortalecer el proyecto editorial institucional, como un órgano de publicaciones de las investigaciones, ambos libros fueron realizados por la Editorial ISHIR, que está dirigida por la investigadora del CONICET Sandra Fernández y fueron editados por el licenciado Guillermo Ferragutti.

Por Ana Paradiso – CONICET Rosario