INVESTIGADORES
GHEGGI Maria soledad
congresos y reuniones científicas
Título:
ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA: EVIDENCIA MATERIAL EN EL PAISAJE DE LA ESTANCIA JESUÍTICA ?LA SALADILLA? (QUEBRADA DE SALADILLO, LA RIOJA, ARGENTINA)
Autor/es:
GIULIANO, JUAN CARLOS; CARRIZO, AYELÉN; GHEGGI, MARÍA SOLEDAD
Lugar:
Rosario
Reunión:
Congreso; VII CONGRESO NACIONAL ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA; 2019
Resumen:
Nuestro trabajo interpela las materialidades de una estructura social rural colonial, sobre las que la historiografía ha ido construyendo una imagen, sea de opresión o paraíso bucólico, según los autores (Soriano Muñoz, 2013). En la arqueología, hasta hace pocos años se enfatizó el estudio de la materialidad de las élites (en el caso de los jesuitas, los edificios y mobiliario de los padres) que son los mismos que imponen la imagen final de la sociedad a través de los textos escritos (Álvaro Zamora, 2012). Pero sin embargo, las investigaciones realizadas a lo largo de la ocupación Jesuita la Provincia del Paraguay dejan ver las diferentes identidades étnicas que contribuyeron al mantenimiento de la orden y que sin lugar a dudas interactuaron entre sí en su desarrollo cotidiano (Negro, 2005). Nos propusimos encarar un análisis antropológico de los grupos que también cohabitaban esos espacios, pero que no han producido textos escritos. Podemos describir nuestro trabajo como excavar sin excavar, con mucha importancia de la prospección arqueológica, relevamiento y reconstrucción virtual de las estructuras, búsqueda en archivos públicos y privados, museos, y relectura de material bibliográfico producido sobre la Orden jesuítica. Sobre todo porque La Saladilla fue aparentemente borrada de la historia hasta 1990 (Quarleri 1999, 2001) y toda aproximación teórica aparecía como desprovista de antecedentes de ocupación que permitiera explicar su fundación y funcionamiento, al punto de ser interpretada por los historiadores como un fuerte militar español (Ley 8.759).En este sentido, es nuestro objetivo en este trabajo presentar los resultados obtenidos hasta el momento a partir de las tareas de prospección, sondeos, levantamiento planimétrico y revisión de documentos en relación con la ocupación jesuita de la Quebrada de Saladillo. La estancia se implanta sobre un territorio de economía original desestructurada por la conquista, y ya despoblado al momento de su fundación. Hasta el momento no hemos registrado vestigios de abandono traumático ni violento de la zona, lo que hace inferir un primer momento de extrañamiento de la población originaria, producto de regímenes de concentración de esas poblaciones en encomiendas en zonas más fácilmente controlables, o reclusión en pueblos de indios en extraña jurisdicción, por imposición colonial, consecuencia de las guerras calchaquíes (Bazán, 1992). Esta afirmación como evidente, sin embargo, debe tamizarse a causa de la regionalización de los procesos, que no pueden generalizarse, por lo que deberemos profundizar la investigación de este rasgo. El análisis arquitectónico encarado hasta el momento, que contempló la realización de la planimetría de la estancia y vivienda poscolonial y su digitalización, deja en claro que se trata de un espacio organizado y planificado (Salminci et al. 2015, Giuliano, 2016). Se destaca como un elemento arquitectónico muy importante en el contexto rural, como representación simbólica del espacio, que muestra, no sólo una imagen elitista, sino una forma de economía colonial, que responde a la modernidad, capitalista, latifundista, muy centralizada. El análisis de accesos y la presunta sectorización de la estancia nos habla de una sociedad estamentaria, con marcadores sociales reflejados en los espacios segmentados de cada grupo o usuario, y una gran diferencia no sólo en el estatus sino en la disponibilidad de recursos materiales para el desenvolvimiento de la vida diaria (Giuliano 2016). Algunos espacios, y vestigios de estructuras de ocupación humana en nada difieren de los que podía tener un animal, y nos hacen pensar en individuos subalternos dentro de la organización social de castas, o sea esclavos, aspecto que se corrobora en documentos escritos. El edificio descollante está relacionado a una fuente permanente de agua, como es lógico en establecimientos agrícola ganaderos. También dentro del complejo de explotación aparecen estructuras en piedra interpretadas como hornos de fabricación de cal, pero llama la atención que no existen vestigios asociados a estructuras de almacenamiento, lo que hace inferir el traslado de la producción a otros sitios de consumo o comercialización. Un rasgo importante es la constitución de redes de establecimientos, complejas y con algunas jerarquías, que se complementan e interconectan, potenciando su eficiencia, y que quedó plasmado en documentación escrita (Quarleri 1999; Fradkin 2000). Lo que nos muestran los restos materiales jesuitas es un grupo social muy estratificado, con relativa autonomía en cuanto a tipo de producción, aislado en su contexto local pero plenamente inserto en una red de producción y consumo, con otros establecimientos de características similares a éste, ubicados estratégicamente para la complementariedad, y dedicados a producción excedentaria con fines de comercialización, explotando los recursos naturales de modo intensivo, sirviendo como ejemplo la red de estancias de Córdoba, hoy Patrimonio de la Humanidad, y los establecimientos en jurisdicción de La Rioja como Nonogasta (minerales y vides), Huaco (vacunos y mulas), Serrezuela (vacunos y cereales), La Rioja (cereales, tejas, tinajas) y laderas del Velasco (ganado y cal), todos con intenso intercambio comercial con las Misiones de guaycurúes y guaraníes. Sin embargo, localmente están muy insertos en un contexto social, histórico, y político que va entrando en conflicto con él, con diversos agentes que interactúan, como la construcción del nuevo Estado Borbónico centralizado, y la disputa doméstica por tierras productivas y vigencia del sistema de encomiendas. Lo que se hace evidente en el registro, es que ese tipo de establecimiento y edilicio se abandonó con la expulsión de los jesuitas, volviéndose a formas de producción feudales. A nivel interpretativo nos permite inferir los distintos rasgos sociales de las elites colonizadoras representadas por militares, funcionarios, y clero secular bastante inculto, con mentalidad extractiva y feudal, -por un lado-, y la Orden ignaciana, muy instruida, con mentalidad productiva propia de la modernidad, que colisionan y se manifiestan incompatibles, lo que culmina con la expulsión de los Padres.