La enseñanza de la lengua japonesa en la ciudad de Rosario

MARÍA ISABEL POZZO

Japonés para hispanohablantes.

Dunken

Lugar: Buenos Aires; Año: 2001; p. 63 - 66

La ciudad de Rosario, tercera en Argentina de acuerdo al número de habitantes se extiende a lo largo del caudaloso río Paraná, el cual constituyó uno de los principales accesos para la importante inmigración de fines del siglo XIX que cambió la fisonomía de la población argentina. Esta incluyó principalmente a italianos y españoles, y en número limitado, a pobladores japoneses, que arribaron por primera vez al país en 1886. Esta primer llegada coincidió con el inicio de la emigración japonesa en general, alcanzando el pico entre 1936 y la Segunda Guerra Mundial. Desde 1916 los compatriotas se reúnen para allanar el camino a los nuevos inmigrantes. Es en estas reuniones donde podemos situar los albores de la Asociación Japonesa de Rosario, cuya creación definitiva fue en 1949 y de la Escuela de Idioma en 1969. Desde entonces, la escuela alberga un número creciente de alumnos. Ya no solo convoca a familiares de japoneses, sino a un grupo de interesados por las ofertas académicas, laborales, turísticas o simplemente por la cultura de esta nación. Es por esta variedad de intereses que el alumnado incluye tanto a niños, casi todos descendientes, como a jóvenes y adultos de ambos sexos de mayor diversidad de origen. Las clases están a cargo de jóvenes profesores, descendientes, perfeccionados en Japón e hijos de los primeros profesores. Simultáneamente, y desde que JICA (Japan International Cooperation Agency) estableció lazos con la Asociación a fines de la década del ´80, la escuela cuenta con un profesor y un supervisor japoneses por bienio. La enseñanza tiene como objetivo el dominio de las cuatro macrodestrezas. Las clases tienen el idioma extranjero como medio de instrucción y comunicación y en esto resulta esencial que los docentes sean nativos o descendientes directos. La escuela organiza, además, otras actividades culturales de interés.