Acedia, deseo sin objeto

FERREYRA, JULIAN

Enlaces, psicoanálisis y cultura

Grama

Lugar: Buenos Aires; Año: 2006 p. 81 - 90

1666-0781

En las primeras líneas de sus Estancias, el filósofo italiano Giorgio Agamben se propone establecer un acercamiento entre los profusos estudios medievales y teológicos sobre la acedia y las preocupaciones de la filosofía contemporánea. Sin embargo, en una nota a pie de página, Agamben señala la fusión que la tradición occidental llevó a cabo entre la acedia y la tristitia, y la acepta sin problematizarla. Con una simple nota a pie de página, liquida Agamben la posibilidad de que, en el pasaje del listado de Casiano de los pecados capitales al de San Gregorio, se haya operado algún tipo de distorsión. Agamben no problematiza la fusión de San Gregorio, no se pregunta por qué un Papa puede haber decidido intervenir un listado que tiene su origen en un monje nómade, y de hecho la (con)fusión resulta pertinente para los fines de su investigación, que en pocas páginas llegará hasta las tierras de Freud transformada en melancolía. Nosotros queremos ver otra cosa que melancolía en la acedia, queremos ver en ella un síntoma que exprese no una enfermedad que debe ser curada si no una línea de fuerza que debe ser seguida. Y para ver la acedia desde este punto de vista es necesario mantener la diferencia, ver que debajo de la fusión que señala Agamben, ver en este palimpsesto la inscripción original. Para ello hay que repasar la historia de la acedia, historia plagada de grandes azares y sorprendentes encuentros.